Es como una mezcla de Trainspotting (sólo que en lugar de drogas tiene computadores) con Harry Potter (sólo que en lugar de magia tiene computadores) y Hackers (sólo que en lugar de Angelina Jolie tiene a Justin Timberlake), que nos confirma que, así como en los noventa el héroe era el paranoico y en la primera década del siglo XXI era el amnésico, se viene ahora una década de héroes con Asperger.
Querido David Fincher: aunque aparentar ser Danny Boyle es más interesante que querer ser Zemeckis o Ron Howard, sigo sin saber en qué momento o por qué te perdimos (bueno, La habitación del pánico deprimiría a cualquiera que la hubiera dirigido, así fuera el mismísimo rey de la desvergüenza, George Lucas).
Lo que no acabo de entender del todo es qué necesidad (o pertinencia) hay de reseñar esta película en páginas de ciencia ficción (no me extrañaría verla incluso nominada para los Hugo del año entrante).
Calificación: tres millones y medio (de amigos, de enemigos o de dólares).
viernes, 31 de diciembre de 2010
sábado, 27 de noviembre de 2010
En palabras de otros - Connie Willis
—"Entre los tesoros de la tumba de Tutankamón se encontraba una barca dorada, para que el alma viajara hacia el mundo de los muertos" —dice Zoe.
Me inclino sobre la baranda y miro el agua. No es turbia, como imaginé que sería, sino de un azul transparente y quieto, y en lo profundo el sol brilla con intensidad.
—"En la barca se habían grabado fragmentos de El libro de los muertos" —lee Zoe—, "para proteger al difunto de los monstruos y los semidioses que intentarían destruirlo antes de que lograra llegar a la Sala de los Juicios".
Hay algo en el agua. No se ha formado ni una onda, no hay el más mínimo movimiento que estremezca la imagen del sol, pero sé que hay algo allí.
—"También se encontraron conjuros escritos en papiros que habían sido sepultados con el cuerpo" —dice Zoe.
Es algo largo y oscuro, como un cocodrilo. Me inclino un poco más, aferrándome a la baranda, para tratar de ver en el agua transparente y alcanzo a percibir un destello de escamas. Viene nadando directamente hacia el barco.
—"Tales conjuros adoptaban la forma de órdenes" —lee Zoe—. "¡Retrocede, maligno! ¡Aléjate! Te lo ordeno en el nombre de Anubis y Osiris".
El agua emite destellos, vacilante.
—"No me ataques" —dice Zoe—. "Mis conjuros me protegen. Conozco el camino".
La cosa en el agua se da la vuelta y se aleja. El barco la sigue, abriéndose camino lentamente en dirección a la orilla.
—Connie Willis, "Death on the Nile"
sábado, 13 de noviembre de 2010
MARION ZIMMER BRADLEY (1983) Las nieblas de Avalón
Después de John Steibeck y T.H. White, pareciera que se cerrara el capitulo de la tradición artúrica de Geoffrey, Chretien, la vulgata, y Malory, alrededor de la caballeria medieval. Ahora, quienes han regresado al mito de Arturo, lo han tratado desde un punto de vista más bien de los brito-romanos, tratando de volver a las raíces celtas del mito, y en mayor o menor medida, hacer del mito una narración más mundana. Así es pues "Las nieblas de Avalón" la versión de Marion Zimmer Bradley (bio/biblio) de la leyenda de Arturo.
Toda la historia es siempre contada en primera persona, desde un personaje femenino, en su mayor parte Morgana. Básicamente la historia esta en el canon tradicional Arturico, con algunos cambios, que pueden considerarse mayores o menores según el gusto, por ejemplo Lancelot es puesto como primo de Morgana y Arturo, un tal Kevin hace el papel del “Merlín” de Bretaña (el jefe de los druidas), y el Merlín tradicional es identificado con Taliesin. Balín y Balán no son gemelos, sino hermanos de leche; Mordred es hijo de Morgana (y no de Morgause) y recibe educación como druida, y hace alianza con los Sajones.
Es una buena e interesante versión. En especial, pues trata las cosas desde el punto de vista de las mujeres, es por eso que Morgana es tan importante, pues como el mismo libro explica, las mujeres no eran más que objetos que se cambian, por lo cual, cada vez que aparecen personajes como Ygraine y Ginebra, es claro el gran componente de la frustración. Creo que para quienes les gusta el mito de Arturo, les va a gustar esta novela, y encontraran sin duda partes bien interesantes.
Pero ese también es el lado malo, también encontraran fuentes de frustración. Bradley agrega algunos personajes que no son capaces de soportar la energía del mito, y que siempre parecen como algo agregado. Son Kevin y Cuervo, personajes que ya desde el nombre desentonan con todo. Y de cierta forma, a mi no me gusta mucho la versión de Mordred como hijo de Morgana (yo siempre preferí como hijo de Morgause).
Pero bueno, eso es solo un problema para los geeks del mito xD. Pero en este punto, quiero llamar la atención sobre otro detalle. Bradley quiere mantener el espíritu caballeresco de Malory, pero a la vez (re)introducir el elemento celta de la historia. A nivel narrativo, es muy bueno, pues consigue una gran tensión, entre el mundo pagano de Avalón, y la Bretaña cristiana. Pero a otro nivel, es un poco frustrarte ver como todos los intentos neo-celtas de Arturo, prácticamente ignoran el Arturo celta (como el de Kulwch y Olwen). No se, me imagino que como el Arturo de Malory esta ya tan arraigado, un Arturo celta sería irreconocible.
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
Etiquetas:
cf feminista,
fantasía,
mitología,
reseñas
sábado, 6 de noviembre de 2010
Actividad paranormal (2007) - Dir. Oren Peli
Actividad paranormal tiene el mérito, más bien raro, de ser muchas cosas a la vez: una crónica de la desintegración de una pareja, un cuestionamiento sobre los límites entre el observador y el observado (en sentido literal y figurado), un homenaje a “The Women Men Don’t See” de James Tiptree, Jr. y una mala película.
Como sus primas hermanas, El proyecto de la bruja de Blair y Cloverfield, Actividad sufre y hace sufrir terriblemente en el nivel del guión y, sobre todo, en el de la verosimilitud, que resulta aporreada por partida doble. Primero, por lo contradictorio de su naturaleza, tratándose de películas que, justamente, quieren hacerse pasar por documentos más que por ficciones (algo llevado al extremo en el caso de Cloverfield; las otras dos pueden disimularse en el pretexto de que ocurrieron en un lugar del que no tenemos noticia) y, segundo, porque para lograrlo reiteran la necesidad (insostenible) de seguir grabando aun cuando la situación se ha puesto de lo más absurda. En todas ellas podemos ver que la única razón creíble para hacerlo es que la persona a cargo de la cámara sea un imbécil; como si el director quisiera decirnos así algo sobre él y sobre la forma en que espera que veamos su película, aunque, claro y por eso mismo, también sobre lo que llegamos a ser por verla completa.
Hay una contradicción extraña tras la contradicción obvia de una ficción que quiere hacerse pasar por realidad (que es la contradicción menos original de la historia del arte) y es la de una verdad en disfraz de ficción que no sería posible creer por sosa, es decir, por muy real. El director se molesta tanto en hacer que nos interesemos en la triste vida de la pareja que traiciona la expectativa por la que estamos viendo la película. Es decir, parece olvidar que no se trata de una historia de (des)amor con mostro sino de una anécdota de miedo protagonizada por un matrimonio joven. Umberto Eco define una película pornográfica como aquella donde las escenas de sexo se demoran demasiado en empezar, y si algo nos han enseñado YouTube y los programas con videos de accidentes es que la vida de los personajes nos importa un pepino y a lo que queremos llegar es al momento de la explosión, la mordida, el grito. Por supuesto, si la cámara se llenara cada segundo con el acontecimiento extraordinario (por poner un ejemplo: en Cloverfield el bicho no aparece casi nunca tomado directamente, a pesar de ser lo único interesante para filmar) se cruzaría la línea y el temblor se domesticaría, así fuera por agotamiento; pero en estos casos el intermedio ya no es kitsch bien dosificado sino pura irrelevancia.
Con películas como esta y casi todas las de su estirpe (con el casi quiero excluir [REC], que me parece bastante pasable), nos queda la sensación de que estamos ante videos de 10 minutos disfrazados de historias de más de una hora: anécdotas con ínfulas o chistes con prólogo, prefacio, introducción, nota preliminar y contexto cronológico, que dilatan tanto la hora de la punzada que, cuando llega, ya no tienen público.
Actividad paranormal me hace desear que nunca se concrete la adaptación de House of Leaves de Mark Danielewski. Nos da una idea de cómo quedaría, y el resultado no es interesante.
Calificación: dos huellas de talco.
Como sus primas hermanas, El proyecto de la bruja de Blair y Cloverfield, Actividad sufre y hace sufrir terriblemente en el nivel del guión y, sobre todo, en el de la verosimilitud, que resulta aporreada por partida doble. Primero, por lo contradictorio de su naturaleza, tratándose de películas que, justamente, quieren hacerse pasar por documentos más que por ficciones (algo llevado al extremo en el caso de Cloverfield; las otras dos pueden disimularse en el pretexto de que ocurrieron en un lugar del que no tenemos noticia) y, segundo, porque para lograrlo reiteran la necesidad (insostenible) de seguir grabando aun cuando la situación se ha puesto de lo más absurda. En todas ellas podemos ver que la única razón creíble para hacerlo es que la persona a cargo de la cámara sea un imbécil; como si el director quisiera decirnos así algo sobre él y sobre la forma en que espera que veamos su película, aunque, claro y por eso mismo, también sobre lo que llegamos a ser por verla completa.
Hay una contradicción extraña tras la contradicción obvia de una ficción que quiere hacerse pasar por realidad (que es la contradicción menos original de la historia del arte) y es la de una verdad en disfraz de ficción que no sería posible creer por sosa, es decir, por muy real. El director se molesta tanto en hacer que nos interesemos en la triste vida de la pareja que traiciona la expectativa por la que estamos viendo la película. Es decir, parece olvidar que no se trata de una historia de (des)amor con mostro sino de una anécdota de miedo protagonizada por un matrimonio joven. Umberto Eco define una película pornográfica como aquella donde las escenas de sexo se demoran demasiado en empezar, y si algo nos han enseñado YouTube y los programas con videos de accidentes es que la vida de los personajes nos importa un pepino y a lo que queremos llegar es al momento de la explosión, la mordida, el grito. Por supuesto, si la cámara se llenara cada segundo con el acontecimiento extraordinario (por poner un ejemplo: en Cloverfield el bicho no aparece casi nunca tomado directamente, a pesar de ser lo único interesante para filmar) se cruzaría la línea y el temblor se domesticaría, así fuera por agotamiento; pero en estos casos el intermedio ya no es kitsch bien dosificado sino pura irrelevancia.
Con películas como esta y casi todas las de su estirpe (con el casi quiero excluir [REC], que me parece bastante pasable), nos queda la sensación de que estamos ante videos de 10 minutos disfrazados de historias de más de una hora: anécdotas con ínfulas o chistes con prólogo, prefacio, introducción, nota preliminar y contexto cronológico, que dilatan tanto la hora de la punzada que, cuando llega, ya no tienen público.
Actividad paranormal me hace desear que nunca se concrete la adaptación de House of Leaves de Mark Danielewski. Nos da una idea de cómo quedaría, y el resultado no es interesante.
Calificación: dos huellas de talco.
Etiquetas:
películas,
reseñas,
signo de interrogación,
terror
sábado, 30 de octubre de 2010
UNA ROSA PARA EL ECLESIASTÉS (1967) - Roger Zelazny
[NOTA: En años más jóvenes (y si no más jóvenes por lo menos más años), cuando todavía conservaba el optimismo de tener algún día disciplina, me impuse la tarea de escribir una reseña de cada libro que leía, inmediatamente después de terminarlo (creo que eso es lo que hace Salvador). Semejante disciplina me aguantó, con mucho esfuerzo, cinco libros, cuatro de los cuales pueden ser de interés para este blog.]
Cuatro cuentos que fueron un feliz reencuentro con Zelazny y con la ciencia ficción de los sesenta. Creo que buena parte de su encanto dependió, precisamente, de haberlos leído con ojo histórico y encontrar en ellos la cristalización de una transición. En más de un momento se piensa en un Sturgeon tecnófilo o en un Bester sosegado, y es el oxímoron lo que da mérito propio y personalidad a este Zelazny, tal vez mucho mejor en extensiones cortas que en novelas (en los cuentos es más literario o experimental (o, por lo menos, es más fácil percibirlo), mientras que en las novelas es más aventurero).
"Las furias" es puro Cordwainer Smith. La estructura, los personajes, incluso algunas frases que parecen textuales provocan, casi como eufemismo, la idea de un homenaje, ya que es tan obvia la alusión (y Zelazny, supongo, tenía edad suficiente como para haber dejado esos jueguitos (había nacido en 1937 y el cuento apareció publicado en 1965)) que cuesta trabajo pensar en candidez. Y aún así, a pesar del pastiche, es un buen cuento. Diríamos, es buen Cordwainer Smith: una prosa encantadora, una historia conmovedora y un estremecedor sense of wonder, especialmente en la descripción del tratamiento, explotación y destrucción de planetas enteros. Es relevante, además, por otras dos razones: una, permite trazar una línea, digamos de influencia o de fluencia, pero más bien de afinidad, entre Smith-Zelazny-Delany, que por esta misma razón pasa de ser línea a ser triángulo, y, otra, al hacer una reinterpretación de una figura mítica en un entorno de space opera o, simplemente, de ciencia ficción, proyecta luz sobre las novelas del mismo tema escritas por Zelazny, estableciendo precisamente un vínculo entre Tú, el inmortal y El señor de la luz y la obra de Smith, cosa que hasta ahora no se me había ocurrido.
"El corazón cementerio", a mi parecer el mejor de los cuatro, aunque tal vez más largo de lo necesario, es una interesante visita temprana al tema de la inmortalidad privatizada o corporativa que tanta felicidad provocaría con su resurrección en los noventa; aunque no se trata de la inmortalidad literal sino de una vida estirada (en su imagen de cirugía plástica) por medio de sueños criogénicos. Aquí, el puente trazado es Zelazny-Delany-Gibson, o sencillamente Zelazny-Gibson, en especial el Gibson primero, de cuentos como "El mercado de invierno" y "Quemando cromo" o de las primeras novelas, con algo de Bester en la actitud aristocrática de los inmortales y sus fiestas. Aunque no especialmente memorables, tiene momentos impresionantes: en la casa de los inmortales; en su líder en una oficina, rodeada de perros de cerámica; en sus finanzas casi omnipotentes; cuando alguien dice que en un mundo donde todo está repartido por partes iguales el mayor lujo es la frivolidad, y en las metáforas extremas de la frivolidad y la criogenia: vivir para dormir y no soñar.
"Las puertas de su cara, las lámparas de su boca" (siempre me ha fascinado ese título, aunque no acabo de entender su relación con el resto del cuento) y "Una rosa para el Eclesiastés" quedan ligados por su intención de narrar a Venus y a Marte, respectivamente, a la antigua usanza, antes de que la obsolescencia reclamara sus formas. Pero semejante intención queda en duda cuando se dificulta descubrir alguna presencia post-Burroughs y pre-Edad de Oro, aparte de los escenarios obvios del océano y el desierto que dejan más una sensación de que pudieron transcurrir en la Tierra, sin necesidad de viajes más largos, lo que puede resultar siendo una trampa. No hay paisajes cuidadosa o intrincadamente construidos, ni un sentido de lo extraño (alienness) evidente; en "Las puertas de su cara" está, por supuesto, la presencia de Ikky, en la que se pretende encerrar todo lo necesario, y en "Una rosa" están los marcianos que, en realidad (y allí el veintiúnico detalle burroughsiano) son humanos, pero no colonos, ni hain, ni otra rama olvidada, ni antecesores, sino marcianos, y prácticamente se espera el encantador acto de fe de la clase de ciencia ficción que se quería emular. Sin embargo, después de eso, los dos cuentos crecen por cuenta propia hasta convertirse en una especie de retoño complejo que pasa por la Nueva Ola y llega mucho más allá, es decir, acá, muy cerca de nosotros, tal vez hasta un Kim Stanley Robinson.
"Las puertas de su cara" es, de los cuatro y desde su título, el que se da más lujos verbales, aunque, a pesar de ello, el menos interesante del libro, pues resulta ser una búsqueda convencional con final convencional. Lo salva y lo salvará el ejercicio reincidente de contar un cuento ya contado, de distinta manera; pero en versiones para ciencia ficción de Moby Dick me quedo con Nova. Viéndolo en relación con los otros tres, es fácil entender por qué fue el ganador del Nébula.
"Una rosa" es, por otro lado, el de mayor sofisticación literaria, en el sentido más (infelizmente) posmoderno de una sofisticación exhibicionista: no hay en él una sola página sin alusión poética o histórica. La presencia de la poesía como tema central lo relaciona con "El corazón cementerio" y permite diferenciarlo de buena parte de la ciencia ficción anterior, recordando la acotación de Disch: "la Nueva Ola era CF con educación universitaria"; y con énfasis en humanidades, agregaríamos. Es agradable imaginar que se trata de una historia que trascurre en Barsoom, tras la llegada de terrestres más interesantes y menos beligerantes que John Carter. Tristemente, la solución de la tragedia marciana es bastante Carter, y eso evita que el cuento sea el mejor de la colección. Sin embargo, su nivel de detalle disperso (la estación humana, el polvo del desierto, parte de la cultura marciana, en especial la danza) hace de él un gran cuento, uno para poner junto a clásicos como Bradbury, Pohl o Robinson.
Cuatro cuentos que fueron un feliz reencuentro con Zelazny y con la ciencia ficción de los sesenta. Creo que buena parte de su encanto dependió, precisamente, de haberlos leído con ojo histórico y encontrar en ellos la cristalización de una transición. En más de un momento se piensa en un Sturgeon tecnófilo o en un Bester sosegado, y es el oxímoron lo que da mérito propio y personalidad a este Zelazny, tal vez mucho mejor en extensiones cortas que en novelas (en los cuentos es más literario o experimental (o, por lo menos, es más fácil percibirlo), mientras que en las novelas es más aventurero).
"Las furias" es puro Cordwainer Smith. La estructura, los personajes, incluso algunas frases que parecen textuales provocan, casi como eufemismo, la idea de un homenaje, ya que es tan obvia la alusión (y Zelazny, supongo, tenía edad suficiente como para haber dejado esos jueguitos (había nacido en 1937 y el cuento apareció publicado en 1965)) que cuesta trabajo pensar en candidez. Y aún así, a pesar del pastiche, es un buen cuento. Diríamos, es buen Cordwainer Smith: una prosa encantadora, una historia conmovedora y un estremecedor sense of wonder, especialmente en la descripción del tratamiento, explotación y destrucción de planetas enteros. Es relevante, además, por otras dos razones: una, permite trazar una línea, digamos de influencia o de fluencia, pero más bien de afinidad, entre Smith-Zelazny-Delany, que por esta misma razón pasa de ser línea a ser triángulo, y, otra, al hacer una reinterpretación de una figura mítica en un entorno de space opera o, simplemente, de ciencia ficción, proyecta luz sobre las novelas del mismo tema escritas por Zelazny, estableciendo precisamente un vínculo entre Tú, el inmortal y El señor de la luz y la obra de Smith, cosa que hasta ahora no se me había ocurrido.
"El corazón cementerio", a mi parecer el mejor de los cuatro, aunque tal vez más largo de lo necesario, es una interesante visita temprana al tema de la inmortalidad privatizada o corporativa que tanta felicidad provocaría con su resurrección en los noventa; aunque no se trata de la inmortalidad literal sino de una vida estirada (en su imagen de cirugía plástica) por medio de sueños criogénicos. Aquí, el puente trazado es Zelazny-Delany-Gibson, o sencillamente Zelazny-Gibson, en especial el Gibson primero, de cuentos como "El mercado de invierno" y "Quemando cromo" o de las primeras novelas, con algo de Bester en la actitud aristocrática de los inmortales y sus fiestas. Aunque no especialmente memorables, tiene momentos impresionantes: en la casa de los inmortales; en su líder en una oficina, rodeada de perros de cerámica; en sus finanzas casi omnipotentes; cuando alguien dice que en un mundo donde todo está repartido por partes iguales el mayor lujo es la frivolidad, y en las metáforas extremas de la frivolidad y la criogenia: vivir para dormir y no soñar.
"Las puertas de su cara, las lámparas de su boca" (siempre me ha fascinado ese título, aunque no acabo de entender su relación con el resto del cuento) y "Una rosa para el Eclesiastés" quedan ligados por su intención de narrar a Venus y a Marte, respectivamente, a la antigua usanza, antes de que la obsolescencia reclamara sus formas. Pero semejante intención queda en duda cuando se dificulta descubrir alguna presencia post-Burroughs y pre-Edad de Oro, aparte de los escenarios obvios del océano y el desierto que dejan más una sensación de que pudieron transcurrir en la Tierra, sin necesidad de viajes más largos, lo que puede resultar siendo una trampa. No hay paisajes cuidadosa o intrincadamente construidos, ni un sentido de lo extraño (alienness) evidente; en "Las puertas de su cara" está, por supuesto, la presencia de Ikky, en la que se pretende encerrar todo lo necesario, y en "Una rosa" están los marcianos que, en realidad (y allí el veintiúnico detalle burroughsiano) son humanos, pero no colonos, ni hain, ni otra rama olvidada, ni antecesores, sino marcianos, y prácticamente se espera el encantador acto de fe de la clase de ciencia ficción que se quería emular. Sin embargo, después de eso, los dos cuentos crecen por cuenta propia hasta convertirse en una especie de retoño complejo que pasa por la Nueva Ola y llega mucho más allá, es decir, acá, muy cerca de nosotros, tal vez hasta un Kim Stanley Robinson.
"Las puertas de su cara" es, de los cuatro y desde su título, el que se da más lujos verbales, aunque, a pesar de ello, el menos interesante del libro, pues resulta ser una búsqueda convencional con final convencional. Lo salva y lo salvará el ejercicio reincidente de contar un cuento ya contado, de distinta manera; pero en versiones para ciencia ficción de Moby Dick me quedo con Nova. Viéndolo en relación con los otros tres, es fácil entender por qué fue el ganador del Nébula.
"Una rosa" es, por otro lado, el de mayor sofisticación literaria, en el sentido más (infelizmente) posmoderno de una sofisticación exhibicionista: no hay en él una sola página sin alusión poética o histórica. La presencia de la poesía como tema central lo relaciona con "El corazón cementerio" y permite diferenciarlo de buena parte de la ciencia ficción anterior, recordando la acotación de Disch: "la Nueva Ola era CF con educación universitaria"; y con énfasis en humanidades, agregaríamos. Es agradable imaginar que se trata de una historia que trascurre en Barsoom, tras la llegada de terrestres más interesantes y menos beligerantes que John Carter. Tristemente, la solución de la tragedia marciana es bastante Carter, y eso evita que el cuento sea el mejor de la colección. Sin embargo, su nivel de detalle disperso (la estación humana, el polvo del desierto, parte de la cultura marciana, en especial la danza) hace de él un gran cuento, uno para poner junto a clásicos como Bradbury, Pohl o Robinson.
jueves, 7 de octubre de 2010
Avatar: una bibliografía
Mañana, 8 de octubre, vuelve a las salas de cine la película más querida por todos, con 9 minutos adicionales, como si se tratara de un embrión tumoral de lo que luego va a ser la segunda parte. Al parecer Cameron se contagió pronto de la enfermedad que George Lucas hizo famosa (o que hizo famoso a George Lucas; depende de la edad de quien critique), caracterizada por la sensación persistente de que el chanchito no se llena. Ahora que la amenaza de Star Wars 3D es cada vez menos amenaza y más daño premeditado, es posible suponer que en veinte o treinta años veremos Avatar 4D, las tres trilogías originales, haciendo su aparición anual tradicional como remplazo bien asimilado de la tediosa Navidad.
Pero me intriga, sobre todo, que esto ocurra con películas de género, sea fantasía o ciencia ficción: ¿por qué nunca vimos 9 minutos adicionales de Titanic, con más Leo o más Kate o más tempano o más muertos o más congelamiento? Esa película pedía desesperadamente que se viera con mejor definición al monstruo marino gigante que se tragaba a los ex pasajeros después de ensartarlos en un palito para convencerse de que eran paletas. Dios sabe que el mundo y el bolsillo de Cameron (no) los necesitaban más de lo que ahora necesitamos 9 minutos de una película de ¿cuánto era?: ¿dos horas y media?, ¿tres horas?
En fin, la siguiente es una lista de textos en los que, por una razón u otra, pensé mientras veía Avatar, junto con algunos que no he leído pero que aparecían como referencias posibles descubiertas por los reseñistas (por favor, hagan de cuenta que la palabra referencias va entre comillas). Quienes se tomen la molestia de revisarlos podrán darse cuenta de que la relación de muchos con la película (o, más bien, de la película con ellos) es vaga o muy oblicua; en algunos casos se trata sólo de una escena o de uno de los elementos del mundo, en otros casos podría pensarse seriamente en una “investigación” de lo más concienzuda. El dicho, que leí por primera vez en un libro de las leyes de Murphy, establece que copiar a un autor es plagio y copiar a muchos es investigación. Las reseñas de Avatar vacilaron en su momento con el trabajo de James Cameron, pues a falta de un límite definido (tal vez numérico), no hubo consenso entre acreditarle mérito investigativo o una falta rotunda de imaginación.
Vaya esto como celebración de algo que no lo merece o como una excusa para postear algo mientras retomamos cierto nivel de seriedad.
Una princesa de Marte (1912), Edgar Rice Burroughs
"Deserción" (1944), Clifford D. Simak (incluido en Ciudad)
Semillas estelares (1956), James Blish
"Llámame Joe" (1957), Poul Anderson
Los amantes (1961), Philip José Farmer
Invernáculo (1962), Brian W. Aldiss
El vuelo del dragón (1968), Anne McCaffrey
Regreso a Belzagor (1970), Robert Silverberg
“Más vasto que los imperios y más lento” (1971), Ursula K. Le Guin
El nombre del mundo es bosque (1972), Ursula K. Le Guin
"La muchacha que estaba conectada" (1973), James Tiptree, Jr.
Homo plus (1976), Frederik Pohl
La voz de los muertos (1986), Orson Scott Card
Bios (1999), Robert Charles Wilson
P.S. Sí, tal como se veía venir, hoy Avatar no me entusiasma como en el momento que la vi.
Pero me intriga, sobre todo, que esto ocurra con películas de género, sea fantasía o ciencia ficción: ¿por qué nunca vimos 9 minutos adicionales de Titanic, con más Leo o más Kate o más tempano o más muertos o más congelamiento? Esa película pedía desesperadamente que se viera con mejor definición al monstruo marino gigante que se tragaba a los ex pasajeros después de ensartarlos en un palito para convencerse de que eran paletas. Dios sabe que el mundo y el bolsillo de Cameron (no) los necesitaban más de lo que ahora necesitamos 9 minutos de una película de ¿cuánto era?: ¿dos horas y media?, ¿tres horas?
En fin, la siguiente es una lista de textos en los que, por una razón u otra, pensé mientras veía Avatar, junto con algunos que no he leído pero que aparecían como referencias posibles descubiertas por los reseñistas (por favor, hagan de cuenta que la palabra referencias va entre comillas). Quienes se tomen la molestia de revisarlos podrán darse cuenta de que la relación de muchos con la película (o, más bien, de la película con ellos) es vaga o muy oblicua; en algunos casos se trata sólo de una escena o de uno de los elementos del mundo, en otros casos podría pensarse seriamente en una “investigación” de lo más concienzuda. El dicho, que leí por primera vez en un libro de las leyes de Murphy, establece que copiar a un autor es plagio y copiar a muchos es investigación. Las reseñas de Avatar vacilaron en su momento con el trabajo de James Cameron, pues a falta de un límite definido (tal vez numérico), no hubo consenso entre acreditarle mérito investigativo o una falta rotunda de imaginación.
Vaya esto como celebración de algo que no lo merece o como una excusa para postear algo mientras retomamos cierto nivel de seriedad.
Una princesa de Marte (1912), Edgar Rice Burroughs
"Deserción" (1944), Clifford D. Simak (incluido en Ciudad)
Semillas estelares (1956), James Blish
"Llámame Joe" (1957), Poul Anderson
Los amantes (1961), Philip José Farmer
Invernáculo (1962), Brian W. Aldiss
El vuelo del dragón (1968), Anne McCaffrey
Regreso a Belzagor (1970), Robert Silverberg
“Más vasto que los imperios y más lento” (1971), Ursula K. Le Guin
El nombre del mundo es bosque (1972), Ursula K. Le Guin
"La muchacha que estaba conectada" (1973), James Tiptree, Jr.
Homo plus (1976), Frederik Pohl
La voz de los muertos (1986), Orson Scott Card
Bios (1999), Robert Charles Wilson
P.S. Sí, tal como se veía venir, hoy Avatar no me entusiasma como en el momento que la vi.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Ganadores del premio Hugo 2010
El sábado pasado se entregaron los premios Hugo en la 68ª Worldcon (qué vértigo) que tuvo lugar en Melbourne, Australia. Así quedaron:
Novela
The City & The City, China Miéville
The Windpu Girl, Paolo Bacigalupi
Novela corta
"Palimpsest", Charles Stross
Novelita
"The Island", Peter Watts
Cuento
"Bridesicle", Will McIntosh
Narración gráfica (por ponerle un nombre)
Girl Genius, Vol. 9, Kaja y Phil Foglio
Presentación dramática (largometraje)
Moon, dir. Duncan Jones
El principal y casi único comentario es con respecto a las novelas ganadoras. Esta es apenas la tercera vez en casi sesenta años que el principal premio se entrega a dos libros. La primera vez fue en 1966 con "...Llámame Conrad" de Roger Zelazny (más conocida en su versión larga como Tú, el inmortal) y Duna de Frank Herbert, lo que se debió a que las categorías no estaban entonces definidas como hoy, dando pie a que una novela corta (la de Zelazny) figurara como novela. La segunda vez fue en 1993 con El libro del día del juicio de Connie Willis y Un fuego sobre el abismo de Vernor Vinge. Algo que hay que decir al respecto es que en esas otras dos ocasiones se premiaron novelas que, con el tiempo, pasarían a ser clásicos imprescindibles para entender a la CF; sin querer implicar superstición, ya veremos qué ocurre con las ganadoras de este año.
Sin embargo, la diferencia ante las cuatro ganadoras del pasado es que esta vez sólo una de ellas es CF (The Windup Girl) y la otra es fantasía (la de Mieville), cosa que me parece perfectamente apropiada para cerrar así diez años durante los cuales los premios estuvieron uniformemente repartidos entre los dos géneros: por un lado, Un abismo en el cielo de Vinge, Homínidos de Sawyer, Spin de Wilson, El sindicato de policía yiddish de Chabon y Al final del arcoiris de Vinge y, por el otro, Harry Potter y el cáliz de fuego de Rowling, American Gods de Gaiman, Paladín de almas de Bujold, Jonathan Strange y el señor Norrell de Clarke y El libro del cementerio de Gaiman.
De alguna manera era un premio cantado, resultara ganadora la una o la otra. Cada una venía de recibir una retahíla de premios: Windup tenía ya el Nebula, el Campbell Memorial y el Locus a primera novela, mientras que The City tenía el Clarke, el British SF y el Locus a novela de fantasía, además de estar nominada para el World Fantasy.
Por otra parte, en la categoría de novela corta yo sabía que ganaba Stross porque ese día me desperté con ganas de leer "Palimpsest", y en la categoría de narración gráfica creía, por las mismas razones que Salvador, que el ganador fijo era Gaiman con su Batman y por eso estaba preparando mi reseña, pues al final fue lo único que leí este año de entre la lista larga de nominados.
Novela
The City & The City, China Miéville
The Windpu Girl, Paolo Bacigalupi
Novela corta
"Palimpsest", Charles Stross
Novelita
"The Island", Peter Watts
Cuento
"Bridesicle", Will McIntosh
Narración gráfica (por ponerle un nombre)
Girl Genius, Vol. 9, Kaja y Phil Foglio
Presentación dramática (largometraje)
Moon, dir. Duncan Jones
El principal y casi único comentario es con respecto a las novelas ganadoras. Esta es apenas la tercera vez en casi sesenta años que el principal premio se entrega a dos libros. La primera vez fue en 1966 con "...Llámame Conrad" de Roger Zelazny (más conocida en su versión larga como Tú, el inmortal) y Duna de Frank Herbert, lo que se debió a que las categorías no estaban entonces definidas como hoy, dando pie a que una novela corta (la de Zelazny) figurara como novela. La segunda vez fue en 1993 con El libro del día del juicio de Connie Willis y Un fuego sobre el abismo de Vernor Vinge. Algo que hay que decir al respecto es que en esas otras dos ocasiones se premiaron novelas que, con el tiempo, pasarían a ser clásicos imprescindibles para entender a la CF; sin querer implicar superstición, ya veremos qué ocurre con las ganadoras de este año.
Sin embargo, la diferencia ante las cuatro ganadoras del pasado es que esta vez sólo una de ellas es CF (The Windup Girl) y la otra es fantasía (la de Mieville), cosa que me parece perfectamente apropiada para cerrar así diez años durante los cuales los premios estuvieron uniformemente repartidos entre los dos géneros: por un lado, Un abismo en el cielo de Vinge, Homínidos de Sawyer, Spin de Wilson, El sindicato de policía yiddish de Chabon y Al final del arcoiris de Vinge y, por el otro, Harry Potter y el cáliz de fuego de Rowling, American Gods de Gaiman, Paladín de almas de Bujold, Jonathan Strange y el señor Norrell de Clarke y El libro del cementerio de Gaiman.
De alguna manera era un premio cantado, resultara ganadora la una o la otra. Cada una venía de recibir una retahíla de premios: Windup tenía ya el Nebula, el Campbell Memorial y el Locus a primera novela, mientras que The City tenía el Clarke, el British SF y el Locus a novela de fantasía, además de estar nominada para el World Fantasy.
Por otra parte, en la categoría de novela corta yo sabía que ganaba Stross porque ese día me desperté con ganas de leer "Palimpsest", y en la categoría de narración gráfica creía, por las mismas razones que Salvador, que el ganador fijo era Gaiman con su Batman y por eso estaba preparando mi reseña, pues al final fue lo único que leí este año de entre la lista larga de nominados.
domingo, 22 de agosto de 2010
En palabras de otros - Zoran Živković
¿Acaso existe una señal más evidente del propio envejecimiento que cuando uno no se percata de que se le ha acercado en un banco del parque una mujer así?
—Zoran Živković, Cámara oculta
(trad. Gloria Blažanović)
(trad. Gloria Blažanović)
Etiquetas:
autores,
citas,
fantasía,
slipstream,
zivkovic
miércoles, 4 de agosto de 2010
El origen (2010, película)
En estos días donde todo es la parte 3 o el remake de alguna pelí o serie de mi infancia, o donde las historias originales son en realidad la misma historia pero con grandes efectos especiales, es muy bueno ver una pelí que no solo tenga un argumento original, o grandes efectos, o sea una buena pelí de acción, si que también tenga una buena historia!
El origen (The inception), trata la historia de Cobb es un espía industrial muy particular, su trabajo consiste en penetrar robar ideas desde un sueño. Y recibe un trato muy tentador, el de poder reunirse de nuevo con su familia si en vez de robar una idea, es capaz de imprimir una en la victima (de ahí el nombre de la pelí).
Me gusto bastante la pelí, la trama es bastante compleja, con cambios continuos de ritmo, pero en general, es posible seguir la historia. Las actuaciones son muy buenas, en especial la de Leonardo DiCaprio, quien seguro aprovecho que su personaje es muy similar al que realizó en Shutter island (La isla siniestra) de hecho hay una gran cantidad de coincidencias entre las dos pelís (si bien, la una es un thriller psicológico, el origen es a la vez una pelí de CF).
Otra pelí con la que vale la pena comparar, es con el drama CF de la década pasada El brillo eterno de una mente sin recuerdo, que maneja un tema más o menos similar. En ambas pelís, en todo momento se juega con la concepción de la realidad y el tiempo de los espectadores. Si bien, El origen esta enfocada más a la acción, El brillo eterno... es mucho más coherente, en especial, a la hora de fabricar los recuerdos es mucho más realista, pues aunque el origen tiene ideas interesantes (y otras salidas muy del tipo Matrix, es decir, sin una motivación lógica) salvo algunos detallitos aquí y allí uno no tiene la sensación de estar en un sueño, parece más bien algo de realidad virtual (me acorde de kill switch, un cápitulo de x-files escrito por William Gibson) que , los sueños que los humanos tenemos suelen ser muy poco coherentes y más bien confusos. Los sueños del origen son demasiado coherentes para ser un sueño "real". A su vez, los viajes al subconsciente cada vez más profundo son más naturales: recuerdos infantiles, traumas, etc.
Cuando regrese a Tucumán revisare la pelí Paprika, un anime relacionado también con los sueños.
En general, una buena pelí, es de las mejores de CF holliwoodense de los últimos años, creo que a quienes les gusta Philip K. Dick, o la trilogía del ensanche de William Gibson la van a encontrar muy entretenida! Recomendada.
Pd. Agradecimiento especial a Adriana, Facundo, Lucho y Leonardo por el aguante hasta el último segundo en el cine ;).
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
Etiquetas:
borderline SF,
fantasía,
gibson,
películas,
reseñas
viernes, 18 de junio de 2010
José Saramago (1922-2010)
Murió el escritor portugués José Saramago, famoso en primer lugar por haber ganado el Nobel en 1998, en segundo lugar por algunas opiniones más o menos afortunadas y en tercer lugar porque, a raíz de lo anterior, tal vez alguien lo leyó. Hace muchos años tuve un profesor bastante mediocre, de cuyo nombre me acuerdo a veces, que leía sólo a los ganadores del Nobel y que declaró que Saramago sería, con el paso del tiempo, "un coloso". No me atrevo a decir que es así (de pronto no todavía), pero sí pareciera que en algunos aspectos, no siempre literarios, su figura llegó a ser imprescindible.
Cada año en octubre, cuando se anuncia el nuevo ganador del Nobel de Literatura, algunos miembros de la comunidad de la CF con memorias cortas o una grandísima capacidad de asombro vuelven a preguntarse por qué ningún escritor del género ha ganado el premio y cuáles serían, de entre quienes al menos respiran así mucho ya no escriban, los mejores candidatos que tenemos para ofrecer. Una reacción igual de común con que suelen encontrarse es la que recuerda que algunos de quienes han ganado el premio han cometido de cuando en cuando fantasía o ciencia ficción, de lo que Saramago tal vez podría ser el mejor ejemplo.
El último cuento de su libro Casi un objeto (1978), titulado "Cosas", es una distopía con un inevitable aire huxley-orwelliano, aunque tiene algo de fábula que la distancia de esos clásicos y le da cierta atemporalidad. En 1982 publicó Memorial del convento, que es una bellísima fantasía histórica y mi novela favorita de entre las que he leído de él. De 1986 es La balsa de piedra, otra fantasía, y de 1989 Historia del cerco de Lisboa, que tiene elementos de ucronía. Ensayo sobre la ceguera, de 1995, es una catástrofe que, en palabras de un conocido de tiempo atrás, es una versión sofisticada de El día de los trífidos de Wyndham. Es su novela más conocida por ser la que estaba más a la mano cuando le correspondió el Nobel, aunque el año del premio publicara Todos los nombres, una fantasía burocrática a la Kafka. Después vendrían La caverna (2000), una fábula sobre el terror de los centros comerciales, que se adelantaría en seis años al Kingdon Come de Ballard (quien, sin embargo, seguiría siendo el autor más apropiado para el tema), y El hombre duplicado (2002) y Las intermitencias de la muerte (2005), a medio camino entre la fantasía y la CF. Podríamos incluir también el Evangelio según Jesucristo (1991) y la última, Caín (2009), como fantasías o ucronías bíblicas, o, si queremos, riffs metaficcionales.
Creo que era Robert Silverberg, al hablar de Harlan Ellison, quien decía que había ciertos autores cuyos textos tenían una voz narradora tan característica que resultaba inevitable hacer de cuenta que eran ellos mismos quienes nos hablaban siempre, porque su presencia detrás del relato era tan fuerte que saltaba a un primer lugar. Ocurre así con Saramago, y aunque hay veces en que su voz y sus reflexiones tienen algo regañón, sermoneador, como narraciones sus obras también son notables y sus historias pueden ser razón suficiente para seguir adelante. Otra de sus famas es su estilo de frases largas con poca puntuación. Saramago utilizaba sólo comas y puntos, más las primeras que los segundos, y en alguna ocasión pensé que así serían los libros de la biblioteca de Babel, escritos todos con los mismos veinticinco caracteres. Su estilo de narración podría definirse como uno donde el narrador omnisciente anula a todos los demás personajes posibles, un libro donde no hay más que la voz del narrador, o que es puro narrador.
Pero, en rigor, habría que decir que sus novelas son parábolas antes que nada. Todas ellas están llenas de reflexiones y son una dicha para las personas a las que les gusta leer los libros en busca de frases citables, tal vez porque piensan que la narración es más un medio que un fin en sí misma. Pertenece a la misma estirpe de Kafka y Calvino, quienes habían recurrido a formas como la alegoría y la exégesis, que no excluyen lo didáctico, con el fin de atrapar (o, al menos, intentar atrapar) esa niebla que se llamó vida moderna y que fue fijación insuperable del siglo XX.
Cada año en octubre, cuando se anuncia el nuevo ganador del Nobel de Literatura, algunos miembros de la comunidad de la CF con memorias cortas o una grandísima capacidad de asombro vuelven a preguntarse por qué ningún escritor del género ha ganado el premio y cuáles serían, de entre quienes al menos respiran así mucho ya no escriban, los mejores candidatos que tenemos para ofrecer. Una reacción igual de común con que suelen encontrarse es la que recuerda que algunos de quienes han ganado el premio han cometido de cuando en cuando fantasía o ciencia ficción, de lo que Saramago tal vez podría ser el mejor ejemplo.
El último cuento de su libro Casi un objeto (1978), titulado "Cosas", es una distopía con un inevitable aire huxley-orwelliano, aunque tiene algo de fábula que la distancia de esos clásicos y le da cierta atemporalidad. En 1982 publicó Memorial del convento, que es una bellísima fantasía histórica y mi novela favorita de entre las que he leído de él. De 1986 es La balsa de piedra, otra fantasía, y de 1989 Historia del cerco de Lisboa, que tiene elementos de ucronía. Ensayo sobre la ceguera, de 1995, es una catástrofe que, en palabras de un conocido de tiempo atrás, es una versión sofisticada de El día de los trífidos de Wyndham. Es su novela más conocida por ser la que estaba más a la mano cuando le correspondió el Nobel, aunque el año del premio publicara Todos los nombres, una fantasía burocrática a la Kafka. Después vendrían La caverna (2000), una fábula sobre el terror de los centros comerciales, que se adelantaría en seis años al Kingdon Come de Ballard (quien, sin embargo, seguiría siendo el autor más apropiado para el tema), y El hombre duplicado (2002) y Las intermitencias de la muerte (2005), a medio camino entre la fantasía y la CF. Podríamos incluir también el Evangelio según Jesucristo (1991) y la última, Caín (2009), como fantasías o ucronías bíblicas, o, si queremos, riffs metaficcionales.
Creo que era Robert Silverberg, al hablar de Harlan Ellison, quien decía que había ciertos autores cuyos textos tenían una voz narradora tan característica que resultaba inevitable hacer de cuenta que eran ellos mismos quienes nos hablaban siempre, porque su presencia detrás del relato era tan fuerte que saltaba a un primer lugar. Ocurre así con Saramago, y aunque hay veces en que su voz y sus reflexiones tienen algo regañón, sermoneador, como narraciones sus obras también son notables y sus historias pueden ser razón suficiente para seguir adelante. Otra de sus famas es su estilo de frases largas con poca puntuación. Saramago utilizaba sólo comas y puntos, más las primeras que los segundos, y en alguna ocasión pensé que así serían los libros de la biblioteca de Babel, escritos todos con los mismos veinticinco caracteres. Su estilo de narración podría definirse como uno donde el narrador omnisciente anula a todos los demás personajes posibles, un libro donde no hay más que la voz del narrador, o que es puro narrador.
Pero, en rigor, habría que decir que sus novelas son parábolas antes que nada. Todas ellas están llenas de reflexiones y son una dicha para las personas a las que les gusta leer los libros en busca de frases citables, tal vez porque piensan que la narración es más un medio que un fin en sí misma. Pertenece a la misma estirpe de Kafka y Calvino, quienes habían recurrido a formas como la alegoría y la exégesis, que no excluyen lo didáctico, con el fin de atrapar (o, al menos, intentar atrapar) esa niebla que se llamó vida moderna y que fue fijación insuperable del siglo XX.
Etiquetas:
autores,
ballard,
catástrofe,
clásicos,
distopía,
fantasía,
metaficción,
obituarios,
recomendaciones,
saramago,
slipstream,
ucronía
sábado, 12 de junio de 2010
En palabras de otros - Neal Stephenson
Frente a la casa del condestable Moore una gran cabalina, que por su tamaño y masa parecía algo entre un percherón y un pequeño elefante, permanecía estólidamente de pie. Era el objeto más sucio que Nell había visto en su vida: sólo la suciedad incrustada debía de pesar cientos de kilos y evocaba el aroma de la tierra en la noche y del agua estancada. Un fragmento de una rama de moral, todavía con hojas y un par de moras, se había quedado atrapado en una articulación entre dos trozos de metal, y una larga cuerda de milenrama colgaba de uno de los tobillos.
El condestable estaba sentado en medio del bosquecillo de bambúes, envuelto en una armadura de hoplita, igualmente sucia y marcada, que era dos veces más grande que él y que hacía que su cabeza descubierta pareciese absurdamente pequeña. Se había arrancado el yelmo y lo había arrojado al estanque, donde flotaba como el casco abierto de un acorazado. Tenía aspecto demacrado y miraba ausente, sin parpadear, a la kudzú que conquistaba lenta pero inexorablemente a la glicina. Tan pronto como Nell vio su cara le preparó algo de té y se lo llevó. El condestable cogió la pequeña taza de alabastro con sus manos de armadura que podían haber roto piedras como si de rebanadas de pan se tratase. Los gruesos cañones de las armas montadas sobre los brazos del traje estaban quemados en el interior. Cogió la taza de las manos de Nell con la precisión de un robot quirúrgico, pero no se la llevó a los labios, quizá temiendo que podría, por el cansancio, calcular mal la distancia e inadvertidamente destrozar la porcelana contra su mandíbula o, incluso, decapitarse. Tan sólo sostener la taza, observando cómo subía el vapor, parecía calmarlo. Los agujeros de su nariz se dilataron una vez, luego otra.
—Neal Stephenson, La era del diamante
(Trad. Pedro Jorge Romero)
(Trad. Pedro Jorge Romero)
Etiquetas:
autores,
citas,
clásicos,
postcyberpunk,
stephenson
viernes, 4 de junio de 2010
El mejor año en la historia de la CF
Todo comienza en io9. Pero ahora Mark R. Kelly de Locus se pregunta cuál ha sido el mejor año para la ciencia ficción, según se refleja en los libros publicados. Hace poco comentábamos que tal vez los 80 fuera una de las mejores décadas, sin embargo, hay que admitirlo, resolver la cosa en décadas con un género cuya presencia firme es relativamente joven no es tan difícil.
La lista que compila Kelly tiene un gran número de clásicos. Si acaso no se le encuentra la gracia, y la verdad es que más bien no la tiene, a establecer cuál es el año mágico en que la ciencia ficción alcanzó alguna especie de culmen estadístico (mayor número de buenas novelas —y nótese, una vez más, que las listas de esta clase se componen únicamente con novelas—), por lo menos vale como lista de buenas razones para leer CF.
Los años "finalistas" son:
1950
Crónicas marcianas, Ray Bradbury
Yo, robot, Isaac Asimov
El viaje del Beagle Espacial/Los monstruos del espacio, A. E. Van Vogt
La tierra moribunda, Jack Vance
Persecución cósmica, Hal Clement
1953 (en Las 100 mejores novelas de ciencia ficción, David Pringle ya había llamado la atención sobre este año)
El fin de la infancia, Arthur C. Clarke
Más que humano, Theodore Sturgeon
El hombre demolido, Alfred Bester
Fahrenheit 451, Ray Bradbury
Fundación, Isaac Asimov
Mercaderes del espacio, Frederik Pohl y C. N. Kornbluth
Lo que el tiempo se llevó, Ward Moore
Los hombres paradójicos, Charles Harness
Un anillo alrededor del sol, Clifford D. Simak
1968
Todos sobre Zanzíbar, John Brunner
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Philip K. Dick
Campo de concentración, Thomas M. Disch
2001: Odisea espacial, Arthur C. Clarke
El vuelo del dragón, Anne McCaffrey
Pavana, Keith Roberts
Rito de iniciación, Alexei Panshin
Nova, Samuel R. Delany
Un mago de Terramar, Ursula K. Le Guin
The Underpeople, Cordwainer Smith
El último unicornio, Peter S. Beagle
La tercera oportunidad, R.A. Lafferty
Picnic en Paraíso, Joanna Russ
El programa final, Michael Moorcock
Informe sobre probabilidad A, Brian W. Aldiss
Synthajoy, D.G. Compton
La última astronave de la Tierra, John Boyd
Black Easter, James Blish
Las máscaras del tiempo, Robert Silverberg
Ciudad de ilusiones, Ursula K. Le Guin
Maxwell al cuadrado, Clifford D. Simak
1972
Muero por dentro, Robert Silverberg
El libro de los cráneos, Robert Silverberg
Los propios dioses, Isaac Asimov
334, Thomas M. Disch
El rebaño ciego, John Brunner
La quinta cabeza de Cerbero, Gene Wolfe
Apolo y después, Barry N. Malzberg
El sueño de hierro, Norman Spinrad
Again, Dangerous Visions, Harlan Ellison, ed.
1985
El juego de Ender, Orson Scott Card
El cuento de la criada, Margaret Atwood
Música en la sangre, Greg Bear
Cismatrix, Bruce Sterling
El cartero, David Brin
El eslabón perdido, Michael Bishop
1992 (me gusta como se ve este)
Marte rojo, Kim Stanley Robinson
Snow Crash, Neal Stephenson
El libro del Día del Juicio Final, Connie Willis
Un fuego sobre el abismo, Vernor Vinge
Playa de acero, John Varley
China Mountain Zhang, Maureen F. McHugh
Quarantine, Greg Egan
2004
El río de los dioses, Ian McDonald
El atlas de las nubes, David Mitchell
La conjura contra América, Philip Roth
Aire, Geoff Ryman
Dos comentaristas sugieren:
1956
Tigre, tigre, Alfred Bester
Estrella doble, Robert A. Heinlein
La hora de las estrellas, Robert A. Heinlein
To Live Forever, Jack Vance
El sol desnudo, Isaac Asimov
La ciudad y las estrellas, Arthur C. Clarke
La muerte de la hierba, John Christopher
El dragón en el mar, Frank Herbert
Planetas morales, Philip K. Dick
Ficciones, Jorge Luis Borges
The Power, Frank M. Robinson
El increíble hombre menguante, Richard Matheson
Los jugadores de No-A, A.E. Van Vogt
1966 (¡por supuesto!)
Babel 17, Samuel R. Delany
El mundo de cristal, J.G. Ballard
The Dream Master, Roger Zelazny
Tú, el inmortal, Roger Zelazny
Flores para Algernon, Daniel Keyes
¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!, Harry Harrison
La luna es una cruel amante, Robert A. Heinlein
The Witches of Karres, James H. Schmitz
2005
Spin, Robert Charles Wilson
Accelerando, Charles Stross
Learning the World, Ken MacLeod
La vieja guardia, John Scalzi
Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro
La lista que compila Kelly tiene un gran número de clásicos. Si acaso no se le encuentra la gracia, y la verdad es que más bien no la tiene, a establecer cuál es el año mágico en que la ciencia ficción alcanzó alguna especie de culmen estadístico (mayor número de buenas novelas —y nótese, una vez más, que las listas de esta clase se componen únicamente con novelas—), por lo menos vale como lista de buenas razones para leer CF.
Los años "finalistas" son:
1950
Crónicas marcianas, Ray Bradbury
Yo, robot, Isaac Asimov
El viaje del Beagle Espacial/Los monstruos del espacio, A. E. Van Vogt
La tierra moribunda, Jack Vance
Persecución cósmica, Hal Clement
1953 (en Las 100 mejores novelas de ciencia ficción, David Pringle ya había llamado la atención sobre este año)
El fin de la infancia, Arthur C. Clarke
Más que humano, Theodore Sturgeon
El hombre demolido, Alfred Bester
Fahrenheit 451, Ray Bradbury
Fundación, Isaac Asimov
Mercaderes del espacio, Frederik Pohl y C. N. Kornbluth
Lo que el tiempo se llevó, Ward Moore
Los hombres paradójicos, Charles Harness
Un anillo alrededor del sol, Clifford D. Simak
1968
Todos sobre Zanzíbar, John Brunner
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Philip K. Dick
Campo de concentración, Thomas M. Disch
2001: Odisea espacial, Arthur C. Clarke
El vuelo del dragón, Anne McCaffrey
Pavana, Keith Roberts
Rito de iniciación, Alexei Panshin
Nova, Samuel R. Delany
Un mago de Terramar, Ursula K. Le Guin
The Underpeople, Cordwainer Smith
El último unicornio, Peter S. Beagle
La tercera oportunidad, R.A. Lafferty
Picnic en Paraíso, Joanna Russ
El programa final, Michael Moorcock
Informe sobre probabilidad A, Brian W. Aldiss
Synthajoy, D.G. Compton
La última astronave de la Tierra, John Boyd
Black Easter, James Blish
Las máscaras del tiempo, Robert Silverberg
Ciudad de ilusiones, Ursula K. Le Guin
Maxwell al cuadrado, Clifford D. Simak
1972
Muero por dentro, Robert Silverberg
El libro de los cráneos, Robert Silverberg
Los propios dioses, Isaac Asimov
334, Thomas M. Disch
El rebaño ciego, John Brunner
La quinta cabeza de Cerbero, Gene Wolfe
Apolo y después, Barry N. Malzberg
El sueño de hierro, Norman Spinrad
Again, Dangerous Visions, Harlan Ellison, ed.
1985
El juego de Ender, Orson Scott Card
El cuento de la criada, Margaret Atwood
Música en la sangre, Greg Bear
Cismatrix, Bruce Sterling
El cartero, David Brin
El eslabón perdido, Michael Bishop
1992 (me gusta como se ve este)
Marte rojo, Kim Stanley Robinson
Snow Crash, Neal Stephenson
El libro del Día del Juicio Final, Connie Willis
Un fuego sobre el abismo, Vernor Vinge
Playa de acero, John Varley
China Mountain Zhang, Maureen F. McHugh
Quarantine, Greg Egan
2004
El río de los dioses, Ian McDonald
El atlas de las nubes, David Mitchell
La conjura contra América, Philip Roth
Aire, Geoff Ryman
Dos comentaristas sugieren:
1956
Tigre, tigre, Alfred Bester
Estrella doble, Robert A. Heinlein
La hora de las estrellas, Robert A. Heinlein
To Live Forever, Jack Vance
El sol desnudo, Isaac Asimov
La ciudad y las estrellas, Arthur C. Clarke
La muerte de la hierba, John Christopher
El dragón en el mar, Frank Herbert
Planetas morales, Philip K. Dick
Ficciones, Jorge Luis Borges
The Power, Frank M. Robinson
El increíble hombre menguante, Richard Matheson
Los jugadores de No-A, A.E. Van Vogt
1966 (¡por supuesto!)
Babel 17, Samuel R. Delany
El mundo de cristal, J.G. Ballard
The Dream Master, Roger Zelazny
Tú, el inmortal, Roger Zelazny
Flores para Algernon, Daniel Keyes
¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!, Harry Harrison
La luna es una cruel amante, Robert A. Heinlein
The Witches of Karres, James H. Schmitz
2005
Spin, Robert Charles Wilson
Accelerando, Charles Stross
Learning the World, Ken MacLeod
La vieja guardia, John Scalzi
Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro
Etiquetas:
clásicos,
historia,
listas,
polémica,
recomendaciones
domingo, 23 de mayo de 2010
Ponyo (2008) - Dir. Hayao Miyazaki
Ponyo o Ponyo en el acantilado o Ponyo junto al mar o Ponyo en el acantilado junto al mar, pero no El secreto de la sirenita, y mucho menos Ponyo y el secreto de la serenita, parecería ser la película de Hayao Miyazaki más apropiada para un público pequeño. Su paleta de colores es algo totalmente diferente a lo que había utilizado antes y contrasta bastante, sobre todo, con la de las películas inmediatamente anteriores (y en consecuencia, con su humor): La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro y El castillo ambulante. Los fondos son hechos en pasteles que les dan una textura inacabada, como de boceto brillante y ambicioso, y los dibujos también son más sencillos que los de las últimas películas, más planos y de líneas más básicas. Y, como era de esperar de Miyazaki, está llena de imágenes absolutamente hermosas. Ponyo corriendo sobre los lomos de las olas tratando de alcanzar a Sosuke; un mundo sumergido compuesto por casas y calles deshabitadas, recorridas por toda clase de criaturas de mar, incluso peces de edades remotas de la Tierra, como si se tratara de un Ballard para niños, a la vez que de una inversión de la imagen del tren sobre el agua en Chihiro; Ponyo y Sosuke navegando sobre un barco miniatura, etc.
La historia de Ponyo está basada, o al menos eso podría pensarse, en “La sirenita” de Hans Christian Andersen, y es una bonita revisión del cuento que incluye otros elementos modernos pero no desconoce el final original, que aquí incluso se reinterpreta (y no precisamente al terminar sino en medio de un diálogo) como una visión esperanzadora contraria a la tragedia sombría y dolorosa que Disney ya había tenido que endulzar. Ponyo es un pez (no una sirenita), hija de Fujimoto, un mago que alguna vez fue humano y que ha dejado su mundo atrás, y de una criatura marina tan terrible como hermosa, o por lo menos hermosa para los estándares narrativos. Pero Ponyo también es una aprendiz de magia (importante para la historia, con todo y las posibles alusiones a Fantasía de Disney) y siente curiosidad por el mundo de los humanos, por lo que escapa de la vigilancia de su padre y llega a la playa, donde la encuentra Sosuke, un niño de cinco años, hijo de una enfermera de un hogar de ancianas y de un capitán de barco que pocas veces llega a casa. Por supuesto, Ponyo y Sosuke se hacen amigos y, cuando Fujimoto encuentra a su hija y la lleva de vuelta al mar, comienza la historia, o algo así.
Realmente, poco ocurre en términos de conflicto, tal como pasaba con Mi vecino Totoro. Los personajes, incluso los menos importantes, como las ancianas del hogar o el papá de Sosuke, están tan bien construidos que la película consiste simplemente en "verlos ser" más que "verlos hacer". Ponyo y Sosuke nos recuerdan a Mei y Satsuki de Totoro, maravilladas con el mundo que ven y corriendo de un lado a otro riéndose y repitiendo lo que los demás dicen. Estos cuatro personajes son, tal vez, los mejores niños, o mejor, los niños más auténticamente niños que he visto en cine. La personalidad de Lisa, la mamá de Sosuke, está tan bien retratada y descrita a partir de las escenas en que la vemos conduciendo que es casi doloroso creerlo. Fujimoto es una caricatura (deliberadamente: su figura es la menos “realista” de todas, con ropa de colores, cabello naranja, nariz y ojos grandes y unas ojeras que le dan un aspecto de maquillaje), pero como tal resulta ser también más complejo de lo que parece en un primer momento: lleva tantos años viviendo solo en el fondo del mar que tiene la costumbre de hablar consigo mismo en voz alta, lo que Miyazaki aprovecha para darnos información sobre la historia. En fin, si se tratara de una película convencional se diría que tiene excelentes actuaciones, pero, siendo como es una construcción total, el hecho de que sean personajes ficcionales, es decir, construcciones también, es algo aún más memorable.
Pero así como comparte buena parte de la sencillez y la ingenuidad elemental de Totoro, Ponyo llena, en cambio, con palabras y explicaciones lo que en la otra son silencios y misterios que no necesitan solución. El aspecto fantástico de Ponyo (a medio camino entre mito y cuento de hadas) no prescinde de nombres y razones que tal vez ponen demasiado en claro que hay un mensaje, mientras que en Totoro el silencio convierte a los seres sobrenaturales en algo inescrutable, algo con lo que se puede entrar en contacto pero que tal vez no sea posible llegar a entender. Sin embargo, en las dos es evidente que no se trata de entender, que esa no es la forma en que sus protagonistas se relacionan no solo con lo sobrenatural sino con las fuerzas de la naturaleza, especialmente porque el entendimiento está más allá de su interés.
Miyazaki nunca ha ocultado su preocupación por el daño que le hacemos a la naturaleza y por la necesidad de hallar un equilibrio que nos permita vivir con ella más que coexistir en estado de lucha, como si peleáramos por el dominio de un planeta que, finalmente, no es un territorio, ni siquiera un lugar, mucho menos una zona estratégica, sino nosotros mismos junto con otro montón de seres (todos los demás seres, para ser exactos). Pero en Ponyo, así como ya había ocurrido con La princesa Mononoke, el mensaje está casi al mismo nivel que el resto de la historia, a veces incluso un poco por encima de ella, y eso es algo que la desfavorece.
Calificación: Cuatro baldes.
La historia de Ponyo está basada, o al menos eso podría pensarse, en “La sirenita” de Hans Christian Andersen, y es una bonita revisión del cuento que incluye otros elementos modernos pero no desconoce el final original, que aquí incluso se reinterpreta (y no precisamente al terminar sino en medio de un diálogo) como una visión esperanzadora contraria a la tragedia sombría y dolorosa que Disney ya había tenido que endulzar. Ponyo es un pez (no una sirenita), hija de Fujimoto, un mago que alguna vez fue humano y que ha dejado su mundo atrás, y de una criatura marina tan terrible como hermosa, o por lo menos hermosa para los estándares narrativos. Pero Ponyo también es una aprendiz de magia (importante para la historia, con todo y las posibles alusiones a Fantasía de Disney) y siente curiosidad por el mundo de los humanos, por lo que escapa de la vigilancia de su padre y llega a la playa, donde la encuentra Sosuke, un niño de cinco años, hijo de una enfermera de un hogar de ancianas y de un capitán de barco que pocas veces llega a casa. Por supuesto, Ponyo y Sosuke se hacen amigos y, cuando Fujimoto encuentra a su hija y la lleva de vuelta al mar, comienza la historia, o algo así.
Realmente, poco ocurre en términos de conflicto, tal como pasaba con Mi vecino Totoro. Los personajes, incluso los menos importantes, como las ancianas del hogar o el papá de Sosuke, están tan bien construidos que la película consiste simplemente en "verlos ser" más que "verlos hacer". Ponyo y Sosuke nos recuerdan a Mei y Satsuki de Totoro, maravilladas con el mundo que ven y corriendo de un lado a otro riéndose y repitiendo lo que los demás dicen. Estos cuatro personajes son, tal vez, los mejores niños, o mejor, los niños más auténticamente niños que he visto en cine. La personalidad de Lisa, la mamá de Sosuke, está tan bien retratada y descrita a partir de las escenas en que la vemos conduciendo que es casi doloroso creerlo. Fujimoto es una caricatura (deliberadamente: su figura es la menos “realista” de todas, con ropa de colores, cabello naranja, nariz y ojos grandes y unas ojeras que le dan un aspecto de maquillaje), pero como tal resulta ser también más complejo de lo que parece en un primer momento: lleva tantos años viviendo solo en el fondo del mar que tiene la costumbre de hablar consigo mismo en voz alta, lo que Miyazaki aprovecha para darnos información sobre la historia. En fin, si se tratara de una película convencional se diría que tiene excelentes actuaciones, pero, siendo como es una construcción total, el hecho de que sean personajes ficcionales, es decir, construcciones también, es algo aún más memorable.
Pero así como comparte buena parte de la sencillez y la ingenuidad elemental de Totoro, Ponyo llena, en cambio, con palabras y explicaciones lo que en la otra son silencios y misterios que no necesitan solución. El aspecto fantástico de Ponyo (a medio camino entre mito y cuento de hadas) no prescinde de nombres y razones que tal vez ponen demasiado en claro que hay un mensaje, mientras que en Totoro el silencio convierte a los seres sobrenaturales en algo inescrutable, algo con lo que se puede entrar en contacto pero que tal vez no sea posible llegar a entender. Sin embargo, en las dos es evidente que no se trata de entender, que esa no es la forma en que sus protagonistas se relacionan no solo con lo sobrenatural sino con las fuerzas de la naturaleza, especialmente porque el entendimiento está más allá de su interés.
Miyazaki nunca ha ocultado su preocupación por el daño que le hacemos a la naturaleza y por la necesidad de hallar un equilibrio que nos permita vivir con ella más que coexistir en estado de lucha, como si peleáramos por el dominio de un planeta que, finalmente, no es un territorio, ni siquiera un lugar, mucho menos una zona estratégica, sino nosotros mismos junto con otro montón de seres (todos los demás seres, para ser exactos). Pero en Ponyo, así como ya había ocurrido con La princesa Mononoke, el mensaje está casi al mismo nivel que el resto de la historia, a veces incluso un poco por encima de ella, y eso es algo que la desfavorece.
Calificación: Cuatro baldes.
sábado, 24 de abril de 2010
Premios viejos
Por alguna mala coincidencia, hace mucho que ni Felipe ni yo hacemos ningún post... En mi caso, es porque estoy así en una especie de apatía, esperemos pueda recuperarme un poco del asunto en estos días.
Sea como fuere, es que desde que empezamos el blog esta es la primera vez que perdemos el anuncio de alguno de los dos premios mayores de la CF, así pues, aunque el anuncio sea algo tarde, pues aquí va la lista de nominados para el Hugo de este año, con los enlaces que conozco a las versiones que están disponibles en linea.
Novela
The windup girl de Paolo Bacigalupi
The city & the city de China Miéville
Boneshaker de Cherie Priest
Wake de Robert J. Sawyer
Julian Comstock: A story of 22nd century America de Robert C. Wilson
Palimpsest de Catherynne M. Valente
Novela corta
The women of Nell Gwynne's de Kage Baker
“Act one” de Nancy Kress (Asimov's, 03-2009)
Shambling towards Hiroshima de James Morrow
“Vishnu at the cat circus” de Ian McDonald (en: Cyberabad days)
The god engines de John Scalzi
“Palimpsest” de Carles Stross (en: Wireless)
Novelita
“One of our bastards is missing” de Paul Cornell (en: The Solaris book of science fiction vol. 3)
“Sinner, baker, fabulist, priest; red mask, black mask, gentleman, beast” de Eugie Foster (Interzone 2-2009)
“It takes two” de Nicola Griffith (en: Eclipse Three)
“Overtime” de Charles Stross (Tor.com)
“Eros, Philia, Agape” de Rachel Swirsky (Tor.com)
“The island” de Peter Watts (en: The new space opera 2)
Historia corta
“Non-zero probabilities” de N.K. Jemisin (Clarkesworld 9-2009)
“Spar” de Kij Johnson (Clarkesworld 10-2009)
“Bridesicle” de Will McIntosh (Asimov's 1-2009)
“The bride of Frankenstein” de Mike Resnick (Asimov's 12-2009)
“The moment” de Lawrence M. Schoen (en: Footprints)
Mejor historia gráfica
Batman: Whatever happened to the caped crusader? Guión: Neil Gaiman
Captain Britain and MI13. Vol 3: Vampire state. Guión: Paul Cornell
Fables vol. 12: The dark ages. Guión: Billy Willingham
Girl Genius, vol. 9: Agatha Heterodyne and the heirs of the storm. Guión: Kaja Foglio, Phil Foglio.
Schlock Mercenary, vol 10: The Longshoreman of the Apocalypse. Guión: Howard Tayler
Mejor presentación dramatica, larga
Avatar. Screenplay de James Cameron
District 9. Screenplay de Neill Blomkamp y Terry Tatchell
Moon. Screenplay de Nathan Parker
Star Trek. Screenplay de Robert Orci y Alex Kurtzman
Up. Screenplay de Bob Peterson y Pete Docter
Mejor presentación dramatica, corta
Un montón de episodios de Dr. Who, uno de Dollhouse y otro de Flash forward.
Mis comentarios generales...
Por primera vez en 6 años, Charles Stross no es nominado en novela, lo cual es un gran avance. Por lo que he visto por ahí el gran favorito es China Miéville, en una novela que me dan muchas ganas de leer.
Parece que la novela corta esta regresando como categoría de libro. En las otras categorías de ficción corta, sigue la perdida de espacio de los grandes del género, con solo tres nominaciones para Asimov's y la desaparición de F & SF.
En historias graficas, yo votaria por girl genius, que así sea como un steampunk clichecin, pues es gratis y va bien para estar en linea. Aunque me imagino ganara Batman, porque los fans votan cualquier cosa que diga Batman y Neil Gaiman en la misma linea.
De pelis, bueno, espero que no gane Avatar ni Star Trek, y pues tampoco Up, que no me parece mala, pero pues tampoco se me hace muy de ficción especulativa (salvo por el acto mágico de inflar miles de globos en una sola noche y viajar de US a Venezuela en un día).
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
sábado, 3 de abril de 2010
En palabras de otros - James Tiptree, Jr.
Tú sabes, tan bien como yo, que todos vamos por ahí disfrazados. Con la aureola metida en el bolsillo, la pezuña hendida incómoda dentro del zapato, el ojo de rayos X parpadeando detrás de unos lentes gruesos; dos enanos disfrazados como un hombre alto, un gigante encorvado dentro de su traje de rayas, una pirata vestida de ama de casa; con las alas apretadas entre las mangas; los latidos salvajes y presurosos, errantes, violentos, ardientes, amorosos de la realidad disfrazados por decoro como una habitación llena de Seres Humanos. Yo sé muy bien qué hay allá afuera, debajo de todas esas máscaras. Belleza y Poder y Terror y Amor.
—James Tiptree, Jr., citado por Michael Swanwick en la introducción a Her Smoke Rose Up Forever
domingo, 14 de marzo de 2010
Alicia en el País de las Maravillas (2010) - Dir. Tim Burton
Howard Waldrop dice, en su reseña, que la Alicia de Burton "no es el libro: es la hermanita menor del libro". Como el comentario me parece demasiado benévolo, lo acoto: la nueva Alicia no es el libro, es la hermanita menor del vecino del tío del libro. Lo que Tim Burton nos da, con un exceso de confianza (y toda la razón al respecto) en que su público está dispuesto a asistir a sus películas salgan como salgan, es la historia de Alicia en el País de las Maravillas convertida en El león, la bruja y el armario, pero con La historia sin fin II y Hook como referentes.
Alicia tiene algo así como 20 años cuando "regresa" al País de las Maravillas. Para ella la primera visita no es más que un sueño y, mientras tanto, en Infratierra, como se llama en realidad (bueno, en el doblaje), la Reina Roja, que es también la Reina de Corazones, ha derrocado a la Reina Blanca usando al Jabberwocky como arma y ha iniciado un reino del terror. En ese escenario, Alicia pasa de visitante casual (algo que para el lector del libro es crucial, pues deja abierta la posibilidad de que cualquiera visite el País de las Maravillas) a salvadora predestinada. Debe pasar las pruebas, debe encontrar el arma mágica, debe vencer al mal.
De forma innecesaria se cuenta entonces una historia de cierta clase a partir de otra, con un resultado tan distinto que no es posible entender por qué en lugar de narrar la trillada gesta iniciática desde cero, creando un mundo propio para el caso, se considera necesario utilizar una novela clásica como punto de partida, sobre todo cuando es una novela tan distante en forma y estilo a lo que se pretende. Se trata de una Alicia en el País de las Maravillas contada por (con el pretexto de que es para) alguien de unos trece años, aficionado a la fantasía post-Tolkien y post-Lewis y que ha oído hablar de un clásico con ese título, del que sólo conoce los nombres de ciertos personajes (de pronto porque más pequeño tuvo un juego de bingo de Disney), pero como nunca lo ha leído, y no le interesa, decide inventárselo.
Hay algo en ese aspecto que hace que la película resulte fiel a los libros: así como en las historias del País de las Maravillas y del País del Espejo parte de la gracia está en admitir que las cosas pueden funcionar por su propia lógica, o tal vez por falta de una, en este caso hay que admitir también que no existe una explicación coherente para las decisiones tomadas en la transformación de la historia. Pero es una fidelidad accidental que contrasta con todo aquello que adolece de explicación. Los personajes de los libros no tenían nombres porque no los necesitaban, así como el poema del Jabberwocky (el "Galimatazo", en la traducción clásica de Jaime de Ojeda) no tenía interpretación (si no contamos la de Humpty Dumpty); básicamente porque de eso se trataba o, mejor quizá, porque esa era su gracia. En la película no sólo todo tiene nombre, cada personaje, cada lugar, sino que se intenta dar coherencia al espacio (algo parecido habían intentado Alberto Manguel y Gianni Guadalupi en su Guía de lugares imaginarios) y a otros aspectos: a quién le interesa saber cómo se llaman el pastel que hace crecer o la bebida que encoge (que en esta versión no se llaman CÓMEME y BÉBEME, como uno creería), o cómo se preparan.
Como salí del teatro con un poco de afán (diría incluso que miedo), no esperé hasta que acabaran de pasar los títulos finales, así que tal vez me perdí el último gesto que le habría dado un nuevo sentido a lo que acababa de ver, cuando apareciera un letrero sencillo que dijera OLVÍDAME.
Calificación: Un sombrero y medio.
Alicia tiene algo así como 20 años cuando "regresa" al País de las Maravillas. Para ella la primera visita no es más que un sueño y, mientras tanto, en Infratierra, como se llama en realidad (bueno, en el doblaje), la Reina Roja, que es también la Reina de Corazones, ha derrocado a la Reina Blanca usando al Jabberwocky como arma y ha iniciado un reino del terror. En ese escenario, Alicia pasa de visitante casual (algo que para el lector del libro es crucial, pues deja abierta la posibilidad de que cualquiera visite el País de las Maravillas) a salvadora predestinada. Debe pasar las pruebas, debe encontrar el arma mágica, debe vencer al mal.
De forma innecesaria se cuenta entonces una historia de cierta clase a partir de otra, con un resultado tan distinto que no es posible entender por qué en lugar de narrar la trillada gesta iniciática desde cero, creando un mundo propio para el caso, se considera necesario utilizar una novela clásica como punto de partida, sobre todo cuando es una novela tan distante en forma y estilo a lo que se pretende. Se trata de una Alicia en el País de las Maravillas contada por (con el pretexto de que es para) alguien de unos trece años, aficionado a la fantasía post-Tolkien y post-Lewis y que ha oído hablar de un clásico con ese título, del que sólo conoce los nombres de ciertos personajes (de pronto porque más pequeño tuvo un juego de bingo de Disney), pero como nunca lo ha leído, y no le interesa, decide inventárselo.
Hay algo en ese aspecto que hace que la película resulte fiel a los libros: así como en las historias del País de las Maravillas y del País del Espejo parte de la gracia está en admitir que las cosas pueden funcionar por su propia lógica, o tal vez por falta de una, en este caso hay que admitir también que no existe una explicación coherente para las decisiones tomadas en la transformación de la historia. Pero es una fidelidad accidental que contrasta con todo aquello que adolece de explicación. Los personajes de los libros no tenían nombres porque no los necesitaban, así como el poema del Jabberwocky (el "Galimatazo", en la traducción clásica de Jaime de Ojeda) no tenía interpretación (si no contamos la de Humpty Dumpty); básicamente porque de eso se trataba o, mejor quizá, porque esa era su gracia. En la película no sólo todo tiene nombre, cada personaje, cada lugar, sino que se intenta dar coherencia al espacio (algo parecido habían intentado Alberto Manguel y Gianni Guadalupi en su Guía de lugares imaginarios) y a otros aspectos: a quién le interesa saber cómo se llaman el pastel que hace crecer o la bebida que encoge (que en esta versión no se llaman CÓMEME y BÉBEME, como uno creería), o cómo se preparan.
Como salí del teatro con un poco de afán (diría incluso que miedo), no esperé hasta que acabaran de pasar los títulos finales, así que tal vez me perdí el último gesto que le habría dado un nuevo sentido a lo que acababa de ver, cuando apareciera un letrero sencillo que dijera OLVÍDAME.
Calificación: Un sombrero y medio.
Etiquetas:
catástrofe,
clásicos,
disney,
fantasía,
películas,
reseñas,
terror,
tim burton
lunes, 8 de marzo de 2010
JOANNA RUSS (1975) - El hombre hembra
Cuando se menciona la CF “feminista”, hay dos títulos que siempre aparecen en primer lugar, La mano izquierda de la oscuridad de Ursula K. Le Guin, y El hombre hembra de Joanna Russ (bio/biblio). Yo hace ya un rato había leído la primera, y pues finalmente pude leer la novela de Joanna.
Tres mujeres, que bien podrían ser la misma mujer, viven de distintos universos paralelos. Janet, de un mundo llamado Whileaway donde solo hay mujeres y practica un tipo de socialismo, Jeannine de una tierra como la nuestra, pero donde el único objetivo de las mujeres es ser esposas (algo así como un mundo sin “liberación femenina”), y Joanna (la protagonista) de nuestra tierra. Por algún motivo, son puestas a viajar entre dimensiones y reunidas.
Es uno de los libros más extraños que he leído. Pasa de sátira social, a historia de amor, y luego a “sociología extraterrestre” (i.e. CF), después es proselitismo político... en cada momento el libro cambia de rumbo. Pero esos cambios son muy inteligentes, con cada movimientos Joanna (la autora) nos muestra alguna particularidad de nuestra sociedad occidental de clase media (y en su mayor parte “caucásicos”). Su critica es directa y demoledora.
Para mantener su constante cambio de enfoques, Joanna (la autora) usa en su mayor parte un tono muy coloquial, y se sale del marco, así que uno se siente casi que conversando con ella. Que el enfoque político del libro sea explicito (feminismo y socialismo), no hace que sea propaganda con maquillaje CF. Su sociología es excelente, la estructura de Whileaway, así como la de otros mundos es muy bien elaborada.
Por cierto, en su sección "En palabras de otros" Felipe una vez publicó una a reflexión de Joanna a un cuento, que parece una visita a Whileaway. Dada la época del cuento, pues parece que Joanna estaba (literariamente) inmersa en esos mundos por esos días. Es interesante que Joanna hace una sutil, pero poderosa critica a Ursula y La mano izquierda... La verdad, después de leer El hombre hembra, es difícil imaginarse otro libro feminista que sea tan directo, punzante y a la vez una novela de ficción.
Tristemente, la novela aún hoy, sigue siendo muy actual, prácticamente toda su visión critica de la social de los años 70, es idéntica a la de nuestra sociedad, 30 años después. Los remito de nuevo a la cita que público Felipe.
Una excelente novela, de esas que provocan hondas reflexiones, y que muestran que existen muchas formas de hacer CF.
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
Etiquetas:
cf feminista,
clásicos,
mundos paralelos,
recomendaciones,
reseñas,
russ,
ucronía
miércoles, 24 de febrero de 2010
Amor y odio en la ciencia ficción
Este es uno de esos posts absolutamente personales que tal vez tendrían mejor cabida en otra clase de blog, pero como este es el de CF entonces le figura.
Hace unas semanas, SF Signal publicó el enlace a una entrada de blog donde alguien listaba los autores de CF que menos le gustaban (sus menos favoritos, sería una forma de decirlo), y ahora, con motivo del Mind Meld de los miércoles, John DeNardo de SF Signal pregunta a un grupo de personas cuáles son los libros de ciencia ficción, fantasía u horror que más les gustan y que los demás odian, y cuáles son los que más odian y que a los demás les gustan. No creo que la preocupación de los dos posts sea coincidencia, y en vista de que la pregunta contraria no sólo está gastada sino que además desgasta (es decir, cuáles son tus autores y libros favoritos de CF (léase con vocecita nasal burlona)) y su respuesta suele ser la misma las más de las veces, me parece que vale la pena preguntárselo como ejercicio.
De las respuestas del Mind Meld llaman mi atención, claro, las que por inesperadas sorprenden: ¿de verdad hay gente en este mundo a la que pueden no gustarle Las estrellas mi destino, Babel 17, Pequeño, grande o Marte rojo? Menos mal. Eso sí, uno no quisiera aceptar que, además, haya gente a la que le guste Eragon o Ender, el xenocida o una novela de Forgotten Realms (¡alerta geek!). Pero lo que finalmente deja en claro una lista como esta es lo más obvio de todo, que de tan obvio no se quiere aceptar: que ante el argumento del gusto los cánones no tienen sentido (la versión del canon es la contraria (a saber, que el gusto no es criterio de valoración válido), pero yo al canon no le creo por reflejo). Lo triste es que, desde la pregunta misma, se da por entendido que la respuestas sólo pueden presentarse en términos de disculpa o de desafío; como quien dice, el canon sigue siendo el canon y nosotros la anomalía. En fin.
Pero hay que leer el post de todos modos, aunque sea por los comentarios que se hacen de algunos libros. La valoración que da Jonathan McCalmont de El juego de Ender, por ejemplo, me parece muy acertada.
Ahora, mis respuestas: una ya se la saben quienes me conocen: no acabo de entender el gran mérito de Dan Simmons, especialmente el de Hyperion, como no entiendo el de las novelas de Elric que no sean Portadora de tormentas o, más bien, las novelas de Moorcock que no sean ésa y El programa final. Me gusta el Neil Gaiman de The Sandman (hace poco lo confirmé) y otros cómics (especialmente Violent Cases y Mr. Punch) pero me aburre terriblemente el Gaiman de cuentos y novelas; no he podido despachar completo Smoke and Mirrors, y Coraline (esa fiesta para el resto del mundo) fue una decepción total. Cuando conocí a Heinlein con Tropas del espacio me gustó mucho (soy un poco indiferente a las posturas políticas de los autores como rasero para leer un libro), pero casi no puedo con Forastero en tierra extraña (sexo, discurso, discurso, sexo, discurso, etc.: algo así como The Matrix Reloaded, pero con sexo en lugar de artes marciales). No me gustan Cita con Rama ni Mundo anillo ni Música en la sangre. No soporté Hacedor de estrellas de Stapledon y lo terminé sólo porque soporto menos dejar un libro empezado. No entiendo, tampoco, qué tiene (o se supone que debo ver que tiene) la obra de Michael Swanwick.
Hay muchos autores de los que podría decir cosas parecidas pero, al revisar bien, lo que pasa es que sólo he leído el principio de algún libro que no me convence y que, tal vez en un segundo intento, resulte valer la pena. Y hay autores ultraconsagrados que me son más bien indiferentes, ni los amo ni los odio, ni hago un gran esfuerzo por releerlos: Asimov, Bradbury, Tolkien, Card (me gustó El juego de Ender, pero sus obsesiones me aburren). Dando un vistazo a los autores que se nombraron en el post de SF Signal, me doy cuenta de que mi gusto es (contrario a lo que quisiera creer) más bien canónico, lo que me hace preguntar si será mi gusto: retomando en parte algo que dijimos hace relativamente poco, ¿realmente son buenas La mano izquierda de la oscuridad, El libro del Sol Nuevo y Marte rojo, o queremos creer que lo son (y nos convencemos de ello) porque eso es, como diría Ted Chiang, "lo que se espera de nosotros"?
Hace unas semanas, SF Signal publicó el enlace a una entrada de blog donde alguien listaba los autores de CF que menos le gustaban (sus menos favoritos, sería una forma de decirlo), y ahora, con motivo del Mind Meld de los miércoles, John DeNardo de SF Signal pregunta a un grupo de personas cuáles son los libros de ciencia ficción, fantasía u horror que más les gustan y que los demás odian, y cuáles son los que más odian y que a los demás les gustan. No creo que la preocupación de los dos posts sea coincidencia, y en vista de que la pregunta contraria no sólo está gastada sino que además desgasta (es decir, cuáles son tus autores y libros favoritos de CF (léase con vocecita nasal burlona)) y su respuesta suele ser la misma las más de las veces, me parece que vale la pena preguntárselo como ejercicio.
De las respuestas del Mind Meld llaman mi atención, claro, las que por inesperadas sorprenden: ¿de verdad hay gente en este mundo a la que pueden no gustarle Las estrellas mi destino, Babel 17, Pequeño, grande o Marte rojo? Menos mal. Eso sí, uno no quisiera aceptar que, además, haya gente a la que le guste Eragon o Ender, el xenocida o una novela de Forgotten Realms (¡alerta geek!). Pero lo que finalmente deja en claro una lista como esta es lo más obvio de todo, que de tan obvio no se quiere aceptar: que ante el argumento del gusto los cánones no tienen sentido (la versión del canon es la contraria (a saber, que el gusto no es criterio de valoración válido), pero yo al canon no le creo por reflejo). Lo triste es que, desde la pregunta misma, se da por entendido que la respuestas sólo pueden presentarse en términos de disculpa o de desafío; como quien dice, el canon sigue siendo el canon y nosotros la anomalía. En fin.
Pero hay que leer el post de todos modos, aunque sea por los comentarios que se hacen de algunos libros. La valoración que da Jonathan McCalmont de El juego de Ender, por ejemplo, me parece muy acertada.
Ahora, mis respuestas: una ya se la saben quienes me conocen: no acabo de entender el gran mérito de Dan Simmons, especialmente el de Hyperion, como no entiendo el de las novelas de Elric que no sean Portadora de tormentas o, más bien, las novelas de Moorcock que no sean ésa y El programa final. Me gusta el Neil Gaiman de The Sandman (hace poco lo confirmé) y otros cómics (especialmente Violent Cases y Mr. Punch) pero me aburre terriblemente el Gaiman de cuentos y novelas; no he podido despachar completo Smoke and Mirrors, y Coraline (esa fiesta para el resto del mundo) fue una decepción total. Cuando conocí a Heinlein con Tropas del espacio me gustó mucho (soy un poco indiferente a las posturas políticas de los autores como rasero para leer un libro), pero casi no puedo con Forastero en tierra extraña (sexo, discurso, discurso, sexo, discurso, etc.: algo así como The Matrix Reloaded, pero con sexo en lugar de artes marciales). No me gustan Cita con Rama ni Mundo anillo ni Música en la sangre. No soporté Hacedor de estrellas de Stapledon y lo terminé sólo porque soporto menos dejar un libro empezado. No entiendo, tampoco, qué tiene (o se supone que debo ver que tiene) la obra de Michael Swanwick.
Hay muchos autores de los que podría decir cosas parecidas pero, al revisar bien, lo que pasa es que sólo he leído el principio de algún libro que no me convence y que, tal vez en un segundo intento, resulte valer la pena. Y hay autores ultraconsagrados que me son más bien indiferentes, ni los amo ni los odio, ni hago un gran esfuerzo por releerlos: Asimov, Bradbury, Tolkien, Card (me gustó El juego de Ender, pero sus obsesiones me aburren). Dando un vistazo a los autores que se nombraron en el post de SF Signal, me doy cuenta de que mi gusto es (contrario a lo que quisiera creer) más bien canónico, lo que me hace preguntar si será mi gusto: retomando en parte algo que dijimos hace relativamente poco, ¿realmente son buenas La mano izquierda de la oscuridad, El libro del Sol Nuevo y Marte rojo, o queremos creer que lo son (y nos convencemos de ello) porque eso es, como diría Ted Chiang, "lo que se espera de nosotros"?
Etiquetas:
clásicos,
listas,
mundos paralelos,
polémica,
signo de interrogación
sábado, 20 de febrero de 2010
KATSUHIRO OTOMO
Uno de mis mangaka y animador favoritos es Katsuhiro Otomo. Buena parte de la obra de Katsuhiro es de SF&F, y en mi opinión es uno de los mejores artistas SF que ha dado el mundo del comic (junto a Hayao Miyazaki, y, aunque no le he leído nunca sus guiones de Sandman esta también Neil Gaiman). Este post no es una reseña de la obra completa de Katsuhiro, sino de las cosas de el que he podido ver/leer, como siempre, me quedan más ganas de conocer más de su obra.
Domu, el sueño de un niño (manga). Esta historia gano el premio Seiun de manga, y recibió también el Japan SF Grand Prix, premio concedido por la sociedad de escritores de SF japones, siendo el único comic en recibir ese premio. La historia es de una misteriosa serie de muertes alrededor de un nuevo conjunto residencial, la investigación de la policía es desesperada, pues ninguna clase de evidencia parece cuadrar, entonces uno de los investigadores policiales muere al tiempo que se encuentran con un sospechoso potencial. Es una historia de poderes mentales y con muchos niños. La verdad para mi es lo mejor de Katsuhiro! La historia es increíble, el manejo de las viñetas es muy cinematográfico, la atmósfera de desespero y el suspenso es tremendo, y como no las escenas de acción y los ambientes urbanos con la marca particular de Katsuhiro. Es una lastima que nunca vio la pantalla grande porque es una obra que podría tener una adaptación fabulosa (tanto en anime, como en live action), el chisme es que Vinicio del Toro ha tratado varias veces de conseguir los derechos. Es el mejor comic que he leído que viene en un solo volumen (son 240 páginas).
Akira (Manga, Anime). Esta debe ser la historia más conocida de Katsuhiro y uno de los anime que ayudo a abrir de forma definitiva al manga y al anime al publico de occidente. Es, como Domu, una historia de poderes mentales y niños (esta vez, ya más crecidos). Tetsuo miembro de una pandilla de motociclistas, es enrolado en un programa del ejercito para desarrollar poderes mentales, una continuación de la investigación que produjo la III guerra mundial y la destrucción de Tokyo, gracias al potencial de un niño llamado Akira. Kaneda, unido por el azar a Kei, busca de rescatar a Tetsuo, pero ese se volvió loco así que trata de detenerlo, mientras Tetsuo intenta revivir a Akira. La crisis degenera en un golpe de estado y como no, con el despertar de Akira y la destrucción de nuevo de Tokyo. En el manga, Akira (que es como catatónico) y Testuo (como regente) forman un 'imperio' sobre las ruinas de Tokyo, enfrentados a Miyako, un monje que junto a unos extraños niños formo parte del programa original de Akira. Tras muchas aventuras la historia del anime y el manga convergen de nuevo con la confortación final entre Tetsuo, Kaneda y Kei, y la perdida de control de si mismo de Tetsuo.
El manga, son más de 1000 páginas con un arte tremendo, lo que permite que la historia sea mucho más rica y desarrollada, tanto que después de leerlo uno siente la historia de la pelí de una forma más vacía (creo que es mejor ver primero el anime y luego leer el manga) aún así, la pelí es impresionante, con una animación excelente, y pues no me canso de repetirla una y otra vez ;) Para mí la pelí (y el manga) es cyberpunk por excelencia (aunque no es muy 'cyber' el ambiente si que lo es!). Los ambientes urbanos y decadentes, la conspiración política, primero a nivel local y luego de alcance global, y la continua tensión, y un arte super-detallado hacen de esta obra una de las grandes del manga de SF. Aquí pueden ver mi (muy) antigua pag. dedicada a la pelí xD.
Batman, La tercera mascara (comic). Es un 'clip' de 6 paginitas ke originalmente leí en un volumen en honor a Batman y que me presto Pacho hace mucho tiempo. Es rara, muy de Katsuhiro también y da en el punto: la doble vida es esquizofrenia.
Roujin Z (anime). Una historia muy interesante de inteligencias artificiales y el cuidado de los ancianos en la sociedad actual o del futuro cercano, la vi hace mucho tiempo, y en mi vieja pag de anime hable de ella ;)
Memories (anime). Se trata de tres historias independientes cada una dirigida por alguien diferente y basadas en historias cortas de Katsuhiro. Rosa magnética es el equivalente anime de 2001 Odisea espacial. Unos recolectores de basura, reciben un llamado de auxilio en el 'sargazo' del espacio, un lugar donde hay miles de naves abandonadas. Un lugar misterioso y lleno de peligros, donde los astronautas viajan dentro de sus propios miedos perdiendo el limite de la realidad. Es excelente, simplemente es algo fantástico, para mi, es la mejor pieza animada de SF que he visto. Es interesante compararla con Planetes, que muestra una historia y ambiente más 'mundano' en un tema muy similar. Bomba apestosa, es una historia para delirar de la risa ;) pues debido a un experimento fallido un hombre se transforma, en el objetivo de todas las posibles formas de exterminio. Es demasiado graciosa xD. Carne de cañón, es la más extraña, es dirigida por Katsuhiro y recuerda a esos comics/animaciones del ayer (no se si alguien recuerda las secuencias animadas de La carga de la patrulla ligera, y la secuencia de apertura de Laputa) y con un ambiente muy steampunk. Una ciudad alejada el objetivo es ganar la guerra y el sueño de un niño es convertirse en quien dispara el cañón. Por cierto que nadie sabe ni quien es el enemigo o como saber que la guerra a terminado. Es muy rara y lo más remarcable es la animación, explícitamente de lineas gruesas y que da ese ambiente de antigüedad a todo. En resumen, las tres piezas son bien interesantes, y de muchas formas provocativas y misteriosas.
Steamboy (anime). Según me entere, se trata del anime para cine más costoso producido hasta el momento. Es la historia de un niño, James que vive en el Manchester de la era industrial victoriana --como no, es una historia de steampunk ;)--su padre murió y el le pidió que guardara una misteriosa bombona y que muchos desean. Finalmente James es atrapado y encuentra que su padre aún vive, y trabaja para crear un tremendo castillo de vapor, que sera probado en la exposición mundial de Londres y va a cambiar el mundo. Es una pelí entretenida y muy bien animada, con mucha acción. El diseño de las maquinarias, como es de esperar en todo lo de Katsuhiro, es tremendo. De cierta forma, el desarrollo y las aventuras son muy, muy similares a los de Laputa de Miyazaki, y pues mi voto se va por la pelí de Miyazaki que creo es más original y más profunda que la de Katsuhiro, de hecho, por concepto y desarrollo me esta es más simple que Akira, Memories o Roujin Z. Eso si el ambiente victoriano y de las factorías de vapor es tremendo, así como la particular flema inglesa xD. Me hubiera gustado que cuando están en el Crystal Palace, hubiera habido un paneo a los dinos de Owen ;).
Me gusta mucho el trabajo de Katsuhiro, incluso Steamboy a pesar de todo, es muy divertida y vale la pena verla ;). Una de las cosas más tristes, es que Katsuhiro abandonara el manga, aun así su trabajo en el campo de la animación sigue siendo fenomenal, y lo que dejo en el lado del manga, pues son obras maestras :).
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
Finalistas de los Premios Nebula 2009
Como si fuera poco lo que hay para leer la SFWA ya anunció los finalistas para el premio Nebula de este año. No sé si tenga que ver con el cambio de reglas o si es que esta vez estuve muy distraído pero, hasta donde recuerdo, los años anteriores se anunciaba una lista preliminar y tiempo después salía la de los finalistas, así que la publicación me agarró un poco por sorpresa.
Novela
The Windup Girl, Paolo Bacigalupi (Nightshade, Sep09)
The Love We Share Without Knowing, Christopher Barzak (Bantam, Nov08)
Flesh and Fire, Laura Anne Gilman (Pocket, Oct09)
The City & The City, China Miéville (Del Rey, May09)
Boneshaker, Cherie Priest (Tor, Sep09)
Finch, Jeff VanderMeer (Underland Press, Oct09)
Novela corta
The Women of Nell Gwynne’s, Kage Baker (Subterranean Press, Jun09)
“Arkfall”, Carolyn Ives Gilman (The Magazine of Fantasy and Science Fiction, Sep09)
“Act One”, Nancy Kress (Asimov’s Science Fiction, Mar09)
Shambling Towards Hiroshima, James Morrow (Tachyon, Feb09)
“Sublimation Angels”, Jason Sanford (Interzone, Oct09)
The God Engines, John Scalzi ( Subterranean Press, Dic09)
Novelita
“The Gambler”, Paolo Bacigalupi (Fast Forward 2, Pyr Books, Oct08)
“Vinegar Peace, or the Wrong-Way Used-Adult Orphanage”, Michael Bishop (Asimov’s Science Fiction, Jul08)
“I Needs Must Part, The Policeman Said”, Richard Bowes (The Magazine of Fantasy and Science Fiction, Dic09)
“Sinner, Baker, Fabulist, Priest; Red Mask, Black Mask, Gentleman, Beast”, Eugie Foster (Interzone, Feb09)
“Divining Light”, Ted Kosmatka (Asimov’s Science Fiction, Ago08)
“A Memory of Wind”, Rachel Swirsky (Tor.com, Nov09)
Cuento
“Hooves and the Hovel of Abdel Jameela”, Saladin Ahmed (Clockwork Phoenix 2, Norilana Press, Jul09)
“I Remember the Future”, Michael A. Burstein (I Remember the Future, Apex Publications, Nov08)
“Non-Zero Probabilities”, N. K. Jemisin (Clarkesworld, Nov09)
“Spar”, Kij Johnson (Clarkesworld, Oct09)
“Going Deep” (pdf), James Patrick Kelly (Asimov’s Science Fiction, Jun09)
“Bridesicle”, Will McIntosh (Asimov’s Science Fiction, Ene09)
Es una lista muy variada, de autores y de orígenes; no es una de esas listas dominadas por la Asimov's o por F&SF (aunque ya se desquitarán en los Hugos) y por primera vez en la historia aparecen cuentos de la Interzone, gracias a su publicación en formato digital.
El premio para película ahora se llama Premio Ray Bradbury a la excelencia en guión (¿o es otra distracción de mi parte?) e incluye:
Star Trek, JJ Abrams, Roberto Orci y Alex Kurtzman (Paramount, May09)
Sector 9, Neill Blomkamp y Terri Tatchell (Tri-Star, Ago09)
Avatar, James Cameron (Fox, Dic 09)
Moon, Duncan Jones y Nathan Parker (Sony, Jun09)
Up, Bob Peterson y Pete Docter (Disney/Pixar, May09)
Coraline, Henry Selick (Laika/Focus Feb09)
Hay que decir que en esas compañías Up se ve muy extraña y que, como están las cosas (lo mismo que para los Óscares) el premio para Avatar ya está más que cantado.
A medida que se publiquen los cuentos y las novelas cortas voy a ir agregando los enlaces correspondientes, así que estén pendientes. Sin embargo, en el caso de las novelas de Baker, Morrow y Scalzi, dudo mucho que lleguen a sacarlas.
Novela
The Windup Girl, Paolo Bacigalupi (Nightshade, Sep09)
The Love We Share Without Knowing, Christopher Barzak (Bantam, Nov08)
Flesh and Fire, Laura Anne Gilman (Pocket, Oct09)
The City & The City, China Miéville (Del Rey, May09)
Boneshaker, Cherie Priest (Tor, Sep09)
Finch, Jeff VanderMeer (Underland Press, Oct09)
Novela corta
The Women of Nell Gwynne’s, Kage Baker (Subterranean Press, Jun09)
“Arkfall”, Carolyn Ives Gilman (The Magazine of Fantasy and Science Fiction, Sep09)
“Act One”, Nancy Kress (Asimov’s Science Fiction, Mar09)
Shambling Towards Hiroshima, James Morrow (Tachyon, Feb09)
“Sublimation Angels”, Jason Sanford (Interzone, Oct09)
The God Engines, John Scalzi ( Subterranean Press, Dic09)
Novelita
“The Gambler”, Paolo Bacigalupi (Fast Forward 2, Pyr Books, Oct08)
“Vinegar Peace, or the Wrong-Way Used-Adult Orphanage”, Michael Bishop (Asimov’s Science Fiction, Jul08)
“I Needs Must Part, The Policeman Said”, Richard Bowes (The Magazine of Fantasy and Science Fiction, Dic09)
“Sinner, Baker, Fabulist, Priest; Red Mask, Black Mask, Gentleman, Beast”, Eugie Foster (Interzone, Feb09)
“Divining Light”, Ted Kosmatka (Asimov’s Science Fiction, Ago08)
“A Memory of Wind”, Rachel Swirsky (Tor.com, Nov09)
Cuento
“Hooves and the Hovel of Abdel Jameela”, Saladin Ahmed (Clockwork Phoenix 2, Norilana Press, Jul09)
“I Remember the Future”, Michael A. Burstein (I Remember the Future, Apex Publications, Nov08)
“Non-Zero Probabilities”, N. K. Jemisin (Clarkesworld, Nov09)
“Spar”, Kij Johnson (Clarkesworld, Oct09)
“Going Deep” (pdf), James Patrick Kelly (Asimov’s Science Fiction, Jun09)
“Bridesicle”, Will McIntosh (Asimov’s Science Fiction, Ene09)
Es una lista muy variada, de autores y de orígenes; no es una de esas listas dominadas por la Asimov's o por F&SF (aunque ya se desquitarán en los Hugos) y por primera vez en la historia aparecen cuentos de la Interzone, gracias a su publicación en formato digital.
El premio para película ahora se llama Premio Ray Bradbury a la excelencia en guión (¿o es otra distracción de mi parte?) e incluye:
Star Trek, JJ Abrams, Roberto Orci y Alex Kurtzman (Paramount, May09)
Sector 9, Neill Blomkamp y Terri Tatchell (Tri-Star, Ago09)
Avatar, James Cameron (Fox, Dic 09)
Moon, Duncan Jones y Nathan Parker (Sony, Jun09)
Up, Bob Peterson y Pete Docter (Disney/Pixar, May09)
Coraline, Henry Selick (Laika/Focus Feb09)
Hay que decir que en esas compañías Up se ve muy extraña y que, como están las cosas (lo mismo que para los Óscares) el premio para Avatar ya está más que cantado.
A medida que se publiquen los cuentos y las novelas cortas voy a ir agregando los enlaces correspondientes, así que estén pendientes. Sin embargo, en el caso de las novelas de Baker, Morrow y Scalzi, dudo mucho que lleguen a sacarlas.
lunes, 8 de febrero de 2010
En palabras de otros - Hubert y Cubert Farnsworth
HUBERT: Estos son los motores de materia oscura que inventé. Permiten que mi nave viaje entre galaxias... en pocas horas.
CUBERT: Es imposible: no puedes ir más rápido que la velocidad de la luz.
HUBERT: Claro que no. Por eso los científicos aumentaron la velocidad de la luz en el 2208.
CUBERT: También es imposible.
HUBERT: Y además mis motores tienen un dispositivo de postcombustión, que aumenta la eficiencia en 200%.
CUBERT: Ay, eso es especialmente imposible.
HUBERT: Claro que no. Es muy simple.
CUBERT: Entonces, explícalo.
HUBERT: No. Eso es imposible. Vino a mí en un sueño, y lo olvidé en otro sueño.
CUBERT: ¡Tus explicaciones no son otra cosa más que puro choro! ¡Todo es imposible, viejito!
HUBERT: Nada es imposible. No si puedes imaginarlo. Eso es lo que implica ser un científico.
CUBERT: No. Eso es lo que implica ser un duende.
—Futurama, "Mi propio clon"
sábado, 30 de enero de 2010
GENE WOLFE (1980-1983) - El libro del sol nuevo (la tetralogía original)
Una vez, en un ensayo de John Clute, leí que quizá el mejor autor de los 80s, así no fuera el más influyente, era Gene Wolfe (bio/biblio). Desde ese día, me puse a buscar el chance de leer El libro del sol nuevo, un libro "único" dividido una serie de 4 novelas. Dado que hace poco se la menciono en el blog, creo que es un buen momento para esta reseña ;).
La sombra del torturador (1980). Severian es un aprendiz de torturador, en un mundo decadente, donde el sol esta a punto de extinguirse, donde se espera la llegada, tanto real como metafísica, del sol nuevo que le de un segundo aire a la humanidad. Cuando finalmente Severian consigue su grado de torturador, comete una falta, lo que lo obliga al exilio, y es enviado como verdugo (carnificario), el libro narra de las aventuras de Severian tratando de abandonar la gigantesca ciudad de Nessus, y como conoce a varios de los personajes que lo redaran en sus aventuras.
La garra del conciliador (1981). Al salir de Nessus, Severian y sus compañeros quedan separados. Pronto Severian descubre que tiene una joya muy poderosa, la garra del conciliador, con extrañas propiedades curativas. Severian vuelve a reencontrarse con sus compañeros en la casa absoluta, lugar donde reside el Autarca y la nobleza. Entonces Severian se encamina hacia Thrax, su punto de destino.
La espada del lictor (1982). Severian es el lictor (verdugo) de Thrax, hasta que un día vuelve a fallarle a su gremio y huye de la ciudad. Al no tener a donde ir, decide ir a la guerra. La historia comienza a resolverse cuando Severian logra enfrentar a sus enemigos, y descubre varias cosas sobre la garra, los autarcas y el sol nuevo.
La ciudadela del autarca (1983). Severian llega al frente de guerra, y se alista en una tropa irregular. Severian es herido en batalla y finalmente descubre su identidad (aunque de eso ya se sabia desde el inicio de la historia). Entonces, regresa a la ciudadela de Nessus, donde esta el gremio de los torturadores.
El resumen de las historias es deliberadamente escueto, pues la historia tiene muchisimas ramas que se conectan entre si, y por lo tanto, es fácil arruinar la sorpresa de muchas partes de la historia.
Eso es, El sol nuevo es una super-novela de montones de detalles y sutilezas. Al terminar, no me quedo la duda que hay que releerla ahora que buena parte de las cosas son claras. Eso si, leyendo algunas referencias de la historia, me sorprendió ver como varias cosas, no las capte--aunque si agarre otro pocotón :)--.
Pero más allá de los detalles, se trata de una serie grandiosa. El desarrollo es excelente, los escenarios y situaciones desconcertantes y sorprendentes. Aunque prácticamente el único personaje bien desarrollado es Severian (esta narrado en primera persona), este esta muy bien caracterizado. Al mismo tiempo, Severian se ufana a todo momento de su memoria infalible que recuerda todo lo que sucede a su alrededor, y nunca olvida nada (en ese aspecto yo soy idéntico a Severian xD), pero o en algunos pasajes trata de confundir al lector, o bien miente, o su memoria tiene algunos huecos, este detalle, que genera "desconfianza" en los hechos, es un gran elemento de la novela :).
En un comentario, en este post Halsivon dijo
Severian, no está narrando nada; está entablando una discusión con el lector acerca de quién tiene mejor: 1. Memoria y 2. Versión de los hechos.
Esa visualización da una idea muy precisa de la historia ;). A mi, en mucho momentos, me hizo recordar aquel momento de la Historia interminable de Michael Ende donde Atreyu pide que le narren la historia y se forma un loop infinito. De hecho, creo que muchos pasajes del libro tratan de reforzar esa idea.
No estoy muy seguro de leer La Urth del sol nuevo, una especie de libro "adicional" a la serie, pues la verdad creo que el mismo Severian deja por terminada la historia, y pues al menos para mi así esta bien... Eso si, los otros mega-libros "paralélos" a la historía (El sol largo y El sol corto) si les tengo mucha curiosidad!
Es genial y fantástica, una obra brutal, de esas a las que uno va a volver, y a volver sin cansarse.
Pd. Que buena que fue la CF de los 80s! Con CJ Cherry al inicio y al final, la presencia de El sol nuevo, luego Neuromante, y los dos primeros de Ender, en la mitad de la década y rematar con Hyperion!
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
Etiquetas:
autores,
catástrofe,
clásicos,
distopía,
gene wolfe,
recomendaciones,
reseñas,
series,
viajes en el tiempo
jueves, 21 de enero de 2010
Un comentario demasiado extenso e inconexo como para ser considerado comentario
Se trata de un comentario al post inmediatamente anterior de Salvador, pero más que relacionarse con el tema del post o del ensayo de Jo Walton es una ocurrencia producto de su lectura:
Leyendo a Walton se me ocurre preguntar (puesto que la mayoría de comentaristas dan por sentado que una vez adquiridas las herramientas para leer ciencia ficción se puede dar cuenta de todo el género y que, después de eso, los únicos que tienen problemas para lidiar con la CF son los otros, es decir, los "no iniciados") cuál es la novela, el cuento, la saga (bueno, tal vez la saga mejor no) de CF que resulta difícil de leer aun para quienes llevan mucho tiempo familiarizados con el género.
La primera respuesta que se me ocurre es El libro del Sol Nuevo, pero precisamente por obvia me parece que merece consideración aparte. Entre otras cosas hay que tener en cuenta que Wolfe tiene fama de complicado y muchos lo leen pensando en eso, aunque, claro, habrá quien lo lea por primera vez sin tener noticias de su fama sino de la de sus libros. Personalmente me dio (y todavía me da) más dolor de cabeza La quinta cabeza de Cerbero, pero eso en cuanto a Wolfe.
En cuanto a otros autores, he tenido problemas con Greg Egan, aunque finalmente pude disfrutarlo. Si lo entendí es otra cosa. Y las primeras veces que leí Sterling también me sentí perdido, lo que me recuerda que nunca entendí el primer capítulo de Luz virtual de Gibson en inglés y no pude pasar de ahí. No podía saber qué estaba pasando. Cuando leí la novela en español entendí que no pasaba nada y que, al final, eso era lo interesante (fuck you, "The Luminous Flesh of Giants"!).
Lo que esos tres autores tienen en común es su "densidad", ya sea de prosa o de información, así que, imagino, estaba acomodándome a su lectura.
Hay muchas razones para que la lectura de un libro sea difícil, independientemente de que sea o no CF, y buena parte de ellas se relacionan de forma directa o indirecta con el gusto. En este caso me interesan los libros "difíciles", de esos que uno termina más por el reto, los que suponen dificultad por razones relacionadas con el hecho de ser CF: escenario, neologismos, tecnicismos, estructura, etc.
Algunos ejemplos que se me vienen a la mente no los he leído aún: Todos sobre Zanzíbar de John Brunner, A cabeza descalza de Brian Aldiss, Dhalgren de Samuel R. Delany; pero todos ellos los relaciono con experimentaciones formales que no son exclusivas de la ciencia ficción.
P.S. Acabo de recordar que también me perdí la primera vez que leí "Jinetes del salario púrpura" de Philip José Farmer y sólo hasta la segunda lectura entendí qué era lo que pasaba. Buena parte de la confusión se debía a que no había entendido que algunas de las descripciones no correspondían a escenas del cuento sino a las pinturas hechas por el protagonista.
Leyendo a Walton se me ocurre preguntar (puesto que la mayoría de comentaristas dan por sentado que una vez adquiridas las herramientas para leer ciencia ficción se puede dar cuenta de todo el género y que, después de eso, los únicos que tienen problemas para lidiar con la CF son los otros, es decir, los "no iniciados") cuál es la novela, el cuento, la saga (bueno, tal vez la saga mejor no) de CF que resulta difícil de leer aun para quienes llevan mucho tiempo familiarizados con el género.
La primera respuesta que se me ocurre es El libro del Sol Nuevo, pero precisamente por obvia me parece que merece consideración aparte. Entre otras cosas hay que tener en cuenta que Wolfe tiene fama de complicado y muchos lo leen pensando en eso, aunque, claro, habrá quien lo lea por primera vez sin tener noticias de su fama sino de la de sus libros. Personalmente me dio (y todavía me da) más dolor de cabeza La quinta cabeza de Cerbero, pero eso en cuanto a Wolfe.
En cuanto a otros autores, he tenido problemas con Greg Egan, aunque finalmente pude disfrutarlo. Si lo entendí es otra cosa. Y las primeras veces que leí Sterling también me sentí perdido, lo que me recuerda que nunca entendí el primer capítulo de Luz virtual de Gibson en inglés y no pude pasar de ahí. No podía saber qué estaba pasando. Cuando leí la novela en español entendí que no pasaba nada y que, al final, eso era lo interesante (fuck you, "The Luminous Flesh of Giants"!).
Lo que esos tres autores tienen en común es su "densidad", ya sea de prosa o de información, así que, imagino, estaba acomodándome a su lectura.
Hay muchas razones para que la lectura de un libro sea difícil, independientemente de que sea o no CF, y buena parte de ellas se relacionan de forma directa o indirecta con el gusto. En este caso me interesan los libros "difíciles", de esos que uno termina más por el reto, los que suponen dificultad por razones relacionadas con el hecho de ser CF: escenario, neologismos, tecnicismos, estructura, etc.
Algunos ejemplos que se me vienen a la mente no los he leído aún: Todos sobre Zanzíbar de John Brunner, A cabeza descalza de Brian Aldiss, Dhalgren de Samuel R. Delany; pero todos ellos los relaciono con experimentaciones formales que no son exclusivas de la ciencia ficción.
P.S. Acabo de recordar que también me perdí la primera vez que leí "Jinetes del salario púrpura" de Philip José Farmer y sólo hasta la segunda lectura entendí qué era lo que pasaba. Buena parte de la confusión se debía a que no había entendido que algunas de las descripciones no correspondían a escenas del cuento sino a las pinturas hechas por el protagonista.
Etiquetas:
aldiss,
brunner,
delany,
egan,
farmer,
gene wolfe,
gibson,
jo walton,
signo de interrogación,
sterling
Suscribirse a:
Entradas (Atom)