Mañana, 8 de octubre, vuelve a las salas de cine la película más querida por todos, con 9 minutos adicionales, como si se tratara de un embrión tumoral de lo que luego va a ser la segunda parte. Al parecer Cameron se contagió pronto de la enfermedad que George Lucas hizo famosa (o que hizo famoso a George Lucas; depende de la edad de quien critique), caracterizada por la sensación persistente de que el chanchito no se llena. Ahora que la amenaza de Star Wars 3D es cada vez menos amenaza y más daño premeditado, es posible suponer que en veinte o treinta años veremos Avatar 4D, las tres trilogías originales, haciendo su aparición anual tradicional como remplazo bien asimilado de la tediosa Navidad.
Pero me intriga, sobre todo, que esto ocurra con películas de género, sea fantasía o ciencia ficción: ¿por qué nunca vimos 9 minutos adicionales de Titanic, con más Leo o más Kate o más tempano o más muertos o más congelamiento? Esa película pedía desesperadamente que se viera con mejor definición al monstruo marino gigante que se tragaba a los ex pasajeros después de ensartarlos en un palito para convencerse de que eran paletas. Dios sabe que el mundo y el bolsillo de Cameron (no) los necesitaban más de lo que ahora necesitamos 9 minutos de una película de ¿cuánto era?: ¿dos horas y media?, ¿tres horas?
En fin, la siguiente es una lista de textos en los que, por una razón u otra, pensé mientras veía Avatar, junto con algunos que no he leído pero que aparecían como referencias posibles descubiertas por los reseñistas (por favor, hagan de cuenta que la palabra referencias va entre comillas). Quienes se tomen la molestia de revisarlos podrán darse cuenta de que la relación de muchos con la película (o, más bien, de la película con ellos) es vaga o muy oblicua; en algunos casos se trata sólo de una escena o de uno de los elementos del mundo, en otros casos podría pensarse seriamente en una “investigación” de lo más concienzuda. El dicho, que leí por primera vez en un libro de las leyes de Murphy, establece que copiar a un autor es plagio y copiar a muchos es investigación. Las reseñas de Avatar vacilaron en su momento con el trabajo de James Cameron, pues a falta de un límite definido (tal vez numérico), no hubo consenso entre acreditarle mérito investigativo o una falta rotunda de imaginación.
Vaya esto como celebración de algo que no lo merece o como una excusa para postear algo mientras retomamos cierto nivel de seriedad.
Una princesa de Marte (1912), Edgar Rice Burroughs
"Deserción" (1944), Clifford D. Simak (incluido en Ciudad)
Semillas estelares (1956), James Blish
"Llámame Joe" (1957), Poul Anderson
Los amantes (1961), Philip José Farmer
Invernáculo (1962), Brian W. Aldiss
El vuelo del dragón (1968), Anne McCaffrey
Regreso a Belzagor (1970), Robert Silverberg
“Más vasto que los imperios y más lento” (1971), Ursula K. Le Guin
El nombre del mundo es bosque (1972), Ursula K. Le Guin
"La muchacha que estaba conectada" (1973), James Tiptree, Jr.
Homo plus (1976), Frederik Pohl
La voz de los muertos (1986), Orson Scott Card
Bios (1999), Robert Charles Wilson
P.S. Sí, tal como se veía venir, hoy Avatar no me entusiasma como en el momento que la vi.
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2 comentarios:
Sobre su posdata, yo Yo sospechaba que eso pasaría ;) ejjejeej
es que pensándola bien es una película que no se puede pensar, ni bien ni mal. se acaba y ya, eso es todo. con el tiempo se borra más y más el encanto y no queda nada interesante que decir al respecto.
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