Nota sobre la pronunciación: La palabra avatar, del sánscrito avatâra, se acentúa en la última sílaba, es decir, es aguda. Por tanto, léase ava-TAR y no Á-vatar.
Uno de los problemas de los clichés es que se convierten en una justificación en sí mismos, lo que les permite funcionar de acuerdo con cierta clase de lógica a la que podríamos llamar "del por supuesto" que, por supuesto, no es lógica de ninguna clase. A manera de ejemplo, en la película Avatar el protagonista, Jake Sully es, por supuesto, el elegido; la protagonista, Neytiri, es, por supuesto, una princesa que, por supuesto, está comprometida con el mejor guerrero de su clan; Jake Sully y Neytiri se conocen por accidente pero, por supuesto, se enamoran; él, por supuesto, le rompe el corazón y es expulsado del pueblo que ya lo había recibido como a uno de los suyos pero, finalmente (y por supuesto), los salva del mal (que, por supuesto, es malo, malísimo) haciendo algo que nadie, por supuesto, había hecho más que en leyendas, para que el final sea, por supuesto, feliz.
Como se ve no existe, en rigor, ninguna lógica que lleve de un punto a otro, pero una larga tradición del lugar común autoriza a que esta clase de historias se compongan y se cuenten. Sin embargo, en el caso de Avatar es justo intentar una defensa.
Por ejemplo, una historia contada a través de lugares comunes no es menos historia. Puede que sea menos interesante o más aburrida, pero la narración tiene sus propias leyes y la capacidad de hacer que una historia funcione de cualquier manera, a pesar de muchos otros peros. El placer que pueda producir se encuentra o bien en el reconocimiento de su propio carácter repetitivo (puede pasar) o bien en los detalles secundarios con que se puede, entre comillas, ignorar a la estructura mayor, que en este punto cumple apenas la función de soporte narrativo, a la vez que disfrutar de pequeñas diferencias, como por ejemplo que la princesa no duerme sobre un guisante sino dentro de una vaina.
Avatar es posiblemente la mejor película de Disney hecha por fuera de Disney, y eso debería ser todo lo que necesitamos saber en esta vida (se percibe, como mínimo, la presencia de Pocahontas, El rey león y Atlantis). Disney no ha sido precisamente el punto más alto alcanzado por la corrección política (apenas este año sale la primera de sus películas con una princesa negra) y Avatar sigue con orgullo esos pasos, tema que sale a relucir en prácticamente cualquier otra reseña y que, por tanto, voy a evitar. Lo que también ofrece, cosa que me parece su mayor mérito (y no niego que muchos podrían argumentar con justicia que el único), es su eficacia para transmitir una gran sensación de asombro (sense of wonder) que, por lo menos yo, no había visto ni sentido en el cine desde hace mucho. Ya que la nostalgia ha salido a relucir últimamente diré que ver Avatar por primera vez (no sé si pueda sostener todo esto después de una segunda) me produjo una emoción equivalente a la de ver La guerra de las galaxias por primera vez hace ya más de veinte años, emoción que, al fin de cuentas ha sido mi razón principal para leer ciencia ficción.
Arriesgando una interpretación, no me parece desacertado decir de Avatar que es una metáfora de la ciencia ficción misma: una especie de estado alterado de la conciencia que se abre hacia la sensación de asombro; aunque incurriendo, de paso y tristemente, en los mismos errores de ese grupo de lectores del género que se llaman fanáticos, como simplificar el mundo en bandos y esencializar sus correspondientes motivaciones, de manera que el lector de CF sólo pueda ser incomprendidamente noble mientras que quienes se queden atrás y no crucen al otro lado sólo puedan ser intolerablemente villanos.
Calificación: Cuatro montañas flotantes.
martes, 29 de diciembre de 2009
martes, 1 de diciembre de 2009
ROBERT HOLDSTOCK (1984) - Bosque mitago
Hace un par de días falleció Robert Holstock, victima de una intoxicación por E. coli (!!). Estaba dispuesto a colocar este obituario/reseña cuando vi que Felipe se me adelanto por cuestión de minutos :P. Afortunadamente, el me comprometió con la reseña ;).
Stephen regresa de la segunda guerra a su casa de campo, junto al bosque Ryhope. Allá vive Christian, su hermano, que tiene una extraña obsesión con el bosque, tal como su padre. Christian se adentra en el bosque para buscar a la mujer de la que se enamoro, una presencia del bosque (un “mitago”) llamada Gwyneth. Pero Stephen también se enamora de Gwyneth, y todo se comienza a poner bien complicado.
Que puedo decir? Es impresionante! Es una de las mejores novelas de fantasía que he leído. Todo esta perfecto en la novela. El setting, es una Inglaterra mítica que se aferra a sobrevivir a pesar del mundo moderno. Esa interacción fantasiosa del mundo actual y el viejo bosque esta muy bien lograda. Y el bosque Ryhope es todo lo que un bosque debe ser, un lugar de aventuras, y a la vez, un mundo misterioso, tenebroso, siniestro y mágico. A diferencia de otras fantasías donde hay bosques malditos o de buena suerte, Ryhope simplemente es.
Robert logra además generar un buen desarrollo de la historia, de darle giros complejos que logran que el lector, al igual que los personajes, desenmarañen los misterios de manera simultanea, mientras adquieren aprenden nuevos enigmas. Eso con un excelente desarrollo de los personajes, lo que hace mucho más vivida la historia.
Yo tenía señalada la novela por el premio mundial de fantasía (muy merecido), pero creo que fue Felipe el que me impulso más a leerla. Dado que la reseña de Felipe hace pensar que el suceso de la recomendación fue en un pasado lejano, así que espero no haber sido el culpable de apagar (un poco) su amor por la novela xD.
A pesar de que la novela es bien popular, y que ahora con la muerte de Robert, esta de nuevo en boca de todos (incluyendo.me :P--quería además incluir la cita que Jo Walton atribuye a "muchos"), me sorprende, que de una u otra forma, la popularidad de la novela, aún con su premio mundial de fantasía se tan pobre. Es decir, pocas veces la vemos en listados de "las mejores novelas de fantasía"--se destaca la selección de David Pringle, que si la tiene ;)--hasta hace un año, no había pag. de Wikipedia sobre la novela, o sobre el mismo Holdstock no había más que una corta lista de novelas (lo que dice mucho de su popularidad). Eso es una pena, y la verdad, espero que con el tiempo, se reconozca más esta poderosa novela.
Muy, pero muy recomendada! Como Felipe, no puedo decir si es de mis escritores favoritos, solo he leído esta novela, aunque para mi, esa es suficiente para que se gane un sitio entre los grandes de la fantasía moderna.
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
lunes, 30 de noviembre de 2009
Robert Holdstock (1948-2009) y Bosque mitago
Ayer murió el escritor inglés Robert Holdstock. No podría decir mucho de él porque, desafortunadamente, sólo leí una novela y un cuento. El cuento ya lo olvidé pero la novela, Bosque mitago, es uno de los libros de fantasía que me abrieron los ojos, y el camino, para dejar la fantasía épica que tanto me obsesionaba en esa época. Le insistí a mi profesora de Español y literatura para que me dejara usarlo en un trabajo final, pero ella, convencida y, menos mal, poco convincente de que tenía que leer a Milan Kundera y menos fantasía, terminó aceptando, un poco de mala gana, que leyera a Borges. Yo sé que esto no tiene que ver con Holdstock pero no es mucho lo que tengo para contar al respecto.
Bosque mitago me enamoró, un poco sí, un poco no, desde el comienzo. Se abre con una carta escrita por uno de los protagonistas a un amigo en la que le revela que por fin descubrió la manera de ingresar al bosque. Apenas son tres páginas, pero la cantidad de información y pistas que hay allí es tal que quedé abrumado. El tono del libro cambia al voltear la página y comenzar la historia desde cero, pero por mucho tiempo releí la carta-prólogo para revivir la sensación de "entrar al bosque" por primera vez. La segunda novela que alguna vez planeé escribir era, inevitablemente, una novela epistolar, y todo por culpa de ese prólogo (la primera era una fantasía épica, por supuesto que claro).
El resto de la novela lo sufrí un poco porque tenía la impresión, en todo momento, de que no avanzaba nada. Sin embargo la edición de Martínez Roca me parecía bellísima, con un papel suave y cremoso al que se le podía ver una textura como de tela si uno era ocioso y miope, y una portada que me encantaba mirar (hubiese querido que la imagen se extendiera para ver así más del bosque). Pero cuando finalmente la terminé fue como cruzar otra puerta. El final me pareció dolorosa y terriblemente hermoso, uno de esos finales que le dan un sentido nuevo a todo lo que se acaba de leer y que le alegran a uno la conclusión. También fue la primera vez que vi la palabra "coda", en mi vida y en el final de un libro. El otro lugar famoso donde se encuentra, recordarán, es el epílogo de Neuromante, a la que, en palabras de Jo Walton, Bosque se compara:
Holdstock continuó la serie con una colección de cuentos y otras cinco novelas, la última de las cuales, Avilion, se publicó hace apenas unos meses. En español se conseguía también el segundo volumen, Lavondyss, pero no la leí porque la contracarátula sólo la hacía parecer un remake alargado de la anterior (alguien se pierde en el bosque, alguien entra a buscarlo, etc.) y, cuando por fin me interesé, ya no fue posible conseguirla. La editorial Gigamesh reeditó Bosque pero por alguna razón no reeditó Lavondyss y mucho menos publicó más títulos de la serie.
Tengo entendido que Salvador la leyó hace poco, así que aquí lo comprometo para que publique su reseña (si quiere, claro, no se vaya a sentir presionado).
Bosque mitago me enamoró, un poco sí, un poco no, desde el comienzo. Se abre con una carta escrita por uno de los protagonistas a un amigo en la que le revela que por fin descubrió la manera de ingresar al bosque. Apenas son tres páginas, pero la cantidad de información y pistas que hay allí es tal que quedé abrumado. El tono del libro cambia al voltear la página y comenzar la historia desde cero, pero por mucho tiempo releí la carta-prólogo para revivir la sensación de "entrar al bosque" por primera vez. La segunda novela que alguna vez planeé escribir era, inevitablemente, una novela epistolar, y todo por culpa de ese prólogo (la primera era una fantasía épica, por supuesto que claro).
El resto de la novela lo sufrí un poco porque tenía la impresión, en todo momento, de que no avanzaba nada. Sin embargo la edición de Martínez Roca me parecía bellísima, con un papel suave y cremoso al que se le podía ver una textura como de tela si uno era ocioso y miope, y una portada que me encantaba mirar (hubiese querido que la imagen se extendiera para ver así más del bosque). Pero cuando finalmente la terminé fue como cruzar otra puerta. El final me pareció dolorosa y terriblemente hermoso, uno de esos finales que le dan un sentido nuevo a todo lo que se acaba de leer y que le alegran a uno la conclusión. También fue la primera vez que vi la palabra "coda", en mi vida y en el final de un libro. El otro lugar famoso donde se encuentra, recordarán, es el epílogo de Neuromante, a la que, en palabras de Jo Walton, Bosque se compara:
Muchos en Gran Bretaña sintieron que Bosque mitago cumplía un papel tan revolucionario e innovador para la fantasía como lo había hecho Neuromante en la ciencia ficción ese mismo año.Me volví entonces promotor de la novela hasta que alguien la leyó y se volvió tan aficionado a ella que mi amor se apagó un poco, me pareció sucio. Soy más bien celoso.
Holdstock continuó la serie con una colección de cuentos y otras cinco novelas, la última de las cuales, Avilion, se publicó hace apenas unos meses. En español se conseguía también el segundo volumen, Lavondyss, pero no la leí porque la contracarátula sólo la hacía parecer un remake alargado de la anterior (alguien se pierde en el bosque, alguien entra a buscarlo, etc.) y, cuando por fin me interesé, ya no fue posible conseguirla. La editorial Gigamesh reeditó Bosque pero por alguna razón no reeditó Lavondyss y mucho menos publicó más títulos de la serie.
Tengo entendido que Salvador la leyó hace poco, así que aquí lo comprometo para que publique su reseña (si quiere, claro, no se vaya a sentir presionado).
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lunes, 23 de noviembre de 2009
En palabras de otros - Kurt Vonnegut y Douglas Adams
La ficción es inofensiva.
—Kurt Vonnegut, Wampeters, Foma & Granfalloons (1974)
—¡Cómo! ¡Inofensiva! ¿Eso es todo lo que tiene que decir? ¡Inofensiva! ¡Una palabra!
Ford se encogió de hombros.
—Bueno, hay cien mil millones de estrellas en la Galaxia, y los microprocesadores del libro sólo tienen una capacidad limitada de espacio, y, desde luego, nadie sabía mucho de la Tierra.
—¡Por amor de Dios! Espero que hayas podido rectificarlo un poco.
—Pues claro, he podido transmitir al editor un artículo nuevo. Tendrá que reducirlo un poco, pero de todos modos será una mejora.
—¿Y qué dirá entonces? —le preguntó Arthur.
—Fundamentalmente inofensiva —admitió Ford, tosiendo con cierto embarazo.
—Douglas Adams, Guía del autoestopista galáctico (1979)
(trad. Benito Gómez Ibáñez)
lunes, 16 de noviembre de 2009
Fanboys (2008) - Dir. Kyle Newman
En el comentario a un post anterior de Salvador le decía que tal vez era justo y necesario que aceptáramos de una vez por todas nuestra edad mental, consecuencia o reflejo justamente de la clase de lecturas que disfrutamos. En este momento me retracto del plural y me limito a encarar la única admisión que me corresponde. Así que: he visto Fanboys y la disfruté un montón. Y ese tal vez sea el certificado de mi edad mental.
Llegados a este punto toca hacer algunas aclaraciones. Fanboys es una comedia gringa sobre un grupo de fanáticos de La guerra de las galaxias que, en pleno 1998 (¿alguien recuerda “Tubthumping” de Chumbawamba o “In the Meantime” de Space Hogs? (Bueno, “In the Meantime” es una canción que todavía me gusta mucho)), cansados de esperar la hora del estreno del Episodio I, más otras razones algo cursis, como para que no se diga que los fanáticos de La guerra de las galaxias no tienen su corazoncito, deciden hacer un viaje a través de prácticamente todos los Estados Unidos con la idea de meterse en el Lucas Ranch y robarse una copia de La amenaza fantasma. Carretera a un lado, cuyo efecto en el horizontal espíritu americano ya está más que expuesto y analizado, buena parte de la diversión depende de los detalles poco disimulados que se reparten a lo largo de la película para que los mucho, poquito o nada fanáticos de la trilogía original los identifiquen. Es como si se tratara de un quiz de hora y media donde los personajes se preguntan todo el tiempo unos a otros quién hizo qué, quién era qué o por qué algo ocurrió de la forma en que ocurrió, mientras uno de espectador reconoce los sonidos, a los actores invitados y, sobre todo, esa sensación especial que era por partes iguales una emoción intensa de ver un nuevo capítulo de algo terriblemente importante para la propia historia personal y una ausencia casi inverosímil de sentido del ridículo, ya fuera solo por estar allí el primer día o por poder sostener conversaciones prolongadas sobre un tema del cual, prácticamente y en esencia, no hay nada nuevo que decir, siendo justamente esa su gracia.
Fanboys es tan buena comedia como La guerra de las galaxias es buena ciencia ficción. Para alguien a quien no le interese el tema o el mundo secreto de los geeks y sus aburriciones particulares, mucho menos cualquier caricatura que pueda hacerse de ellos, la película se reduce a chistes flojos sobre la vida sexual de quienes no tienen vida social y a una historia de superación que no ofrece nada interesante de La venganza de los nerds para acá. Pero, así como la historia que la inspira, apela a formas fuertes y elementales de la nostalgia y es allí donde las dos logran algo parecido al éxito.
Básicamente no fui un fanático de La guerra de las galaxias porque en las circunstancias en que crecí nadie se imaginaría que algo así (una enfermedad así) fuera posible. No se trata de que no hubiera querido. La idea de esa clase de fanatismo es muy gringa y necesitaba, primero, vivir en una ciudad y, segundo, entrar en contacto con las personas indicadas, y por eso sólo fue hasta muchos años más tarde que entendí que se podía, pero para entonces mi interés ya estaba en otras cosas. Fanboys es por eso un prolongado déjà vu de una de las muchas adolescencias que componen la adolescencia o, en mi caso, una historia alterna de una adolescencia que no fue. Es también una burla (no precisamente una crítica) de la alienación y su choque con otras formas de alienación (una escena memorable presenta una batalla casi campal entre los protagonistas y unos trekkies (“Trekkie es un término despectivo, preferimos trekkers”)). Los personajes se niegan a madurar (incluso mueren jóvenes en la briega), no admiten responsabilidades, no quieren dejar su pasado atrás o están dispuestos a volver a él como a un estado ideal; se toman literalmente la idea del escapismo. Pero no está de más ni es vergonzoso admitir que ese es terreno conocido.
Tal vez sólo leo ciencia ficción y fantasía por puro síndrome de Peter Pan y mi búsqueda del sentido del asombro no es más que una larga e insatisfecha nostalgia. Habiéndolo reconocido conviene que me dedique a defender la feliz inmadurez en todo tiempo y lugar, por lo menos para que no me acusen de inconsecuencia, que es cosa tan poco seria y madura.
Calificación: Tres sables de luz de plástico.
Llegados a este punto toca hacer algunas aclaraciones. Fanboys es una comedia gringa sobre un grupo de fanáticos de La guerra de las galaxias que, en pleno 1998 (¿alguien recuerda “Tubthumping” de Chumbawamba o “In the Meantime” de Space Hogs? (Bueno, “In the Meantime” es una canción que todavía me gusta mucho)), cansados de esperar la hora del estreno del Episodio I, más otras razones algo cursis, como para que no se diga que los fanáticos de La guerra de las galaxias no tienen su corazoncito, deciden hacer un viaje a través de prácticamente todos los Estados Unidos con la idea de meterse en el Lucas Ranch y robarse una copia de La amenaza fantasma. Carretera a un lado, cuyo efecto en el horizontal espíritu americano ya está más que expuesto y analizado, buena parte de la diversión depende de los detalles poco disimulados que se reparten a lo largo de la película para que los mucho, poquito o nada fanáticos de la trilogía original los identifiquen. Es como si se tratara de un quiz de hora y media donde los personajes se preguntan todo el tiempo unos a otros quién hizo qué, quién era qué o por qué algo ocurrió de la forma en que ocurrió, mientras uno de espectador reconoce los sonidos, a los actores invitados y, sobre todo, esa sensación especial que era por partes iguales una emoción intensa de ver un nuevo capítulo de algo terriblemente importante para la propia historia personal y una ausencia casi inverosímil de sentido del ridículo, ya fuera solo por estar allí el primer día o por poder sostener conversaciones prolongadas sobre un tema del cual, prácticamente y en esencia, no hay nada nuevo que decir, siendo justamente esa su gracia.
Fanboys es tan buena comedia como La guerra de las galaxias es buena ciencia ficción. Para alguien a quien no le interese el tema o el mundo secreto de los geeks y sus aburriciones particulares, mucho menos cualquier caricatura que pueda hacerse de ellos, la película se reduce a chistes flojos sobre la vida sexual de quienes no tienen vida social y a una historia de superación que no ofrece nada interesante de La venganza de los nerds para acá. Pero, así como la historia que la inspira, apela a formas fuertes y elementales de la nostalgia y es allí donde las dos logran algo parecido al éxito.
Básicamente no fui un fanático de La guerra de las galaxias porque en las circunstancias en que crecí nadie se imaginaría que algo así (una enfermedad así) fuera posible. No se trata de que no hubiera querido. La idea de esa clase de fanatismo es muy gringa y necesitaba, primero, vivir en una ciudad y, segundo, entrar en contacto con las personas indicadas, y por eso sólo fue hasta muchos años más tarde que entendí que se podía, pero para entonces mi interés ya estaba en otras cosas. Fanboys es por eso un prolongado déjà vu de una de las muchas adolescencias que componen la adolescencia o, en mi caso, una historia alterna de una adolescencia que no fue. Es también una burla (no precisamente una crítica) de la alienación y su choque con otras formas de alienación (una escena memorable presenta una batalla casi campal entre los protagonistas y unos trekkies (“Trekkie es un término despectivo, preferimos trekkers”)). Los personajes se niegan a madurar (incluso mueren jóvenes en la briega), no admiten responsabilidades, no quieren dejar su pasado atrás o están dispuestos a volver a él como a un estado ideal; se toman literalmente la idea del escapismo. Pero no está de más ni es vergonzoso admitir que ese es terreno conocido.
Tal vez sólo leo ciencia ficción y fantasía por puro síndrome de Peter Pan y mi búsqueda del sentido del asombro no es más que una larga e insatisfecha nostalgia. Habiéndolo reconocido conviene que me dedique a defender la feliz inmadurez en todo tiempo y lugar, por lo menos para que no me acusen de inconsecuencia, que es cosa tan poco seria y madura.
Calificación: Tres sables de luz de plástico.
sábado, 7 de noviembre de 2009
The Matrix Revis(it)ed
Leyendo una vieja reseña de The Matrix en Science Fiction Studies (bajar hasta “The E-Files”) me encontré lo siguiente (además de la apreciación de que es como “The Truman Show dirigido por John Woo”):
Como la ciencia ficción juega muchas veces a tomarse las cosas literalmente, me agradó lo que insinuaba el comentario, sobre todo por la utilización de una palabra como “exilio”, pues estrictamente no se puede decir que un prisionero sea alguien a quien se ha exiliado a una celda. Así, las máquinas ganan la guerra y los humanos sobrevivientes deben ocultarse en una ilusión de realidad virtual pues no les queda otro “lugar” a dónde ir. Enfrentados con la decisión entre sobrevivir en parte y ser exterminados del todo, ¿qué otra cosa pueden hacer? Si pensamos, siguiendo la extrapolación, que la tecnología humana ha sido suficiente para crear la inteligencia artificial pero no para salir al espacio, entonces veremos a la Tierra como un callejón sin salida para la humanidad.
Hace poco Jo Walton reseñaba en Tor.com la única novela del escritor William Tenn (Philip Klass), Of Men and Monsters, donde los humanos se ven confinados a vivir en las paredes de extraterrestres invasores, como si se tratara de ratones. En este caso pasaría algo semejante, sólo que no estaríamos hablando de las paredes de las casas de las máquinas sino de los intersticios de sus memorias ocupados por realidades virtuales, las cuales a fin de cuentas no necesitarían pues en la película eran la herramienta para esclavizar a los humanos. Con el tiempo las máquinas comienzan a “soñar” y, repetidamente, en sus sueños son humanas. Comienzan también a conocer el desconcierto, si es que acaso no lo conocían ya. La cosa puede tomar cualquier cantidad de caminos: ¿están de acuerdo los humanos con respecto al tipo de realidad que habitan?, ¿tienen algún poder para alterarla a voluntad y son todos ellos unos “elegidos”, según la premisa de la película, o están sometidos a la voluntad de unos pocos con el poder?, ¿qué interés pueden tener en volver a la realidad real, sobre todo si viven en una que podrían alterar a voluntad?,¿qué idea persiste de lo que significa ser o dejar de ser humano?, ¿de qué manera pueden combatir sin cuerpos a las máquinas en el mundo real?, ¿cómo se refleja en el mundo virtual la existencia de las máquinas?, etc.
The Matrix fue una película que en su momento disfruté mucho y por cuya salud narrativa temí cuando supe que iban a darle continuidad. Poco antes de la salida de The Matrix Reloaded había leído La caída de Hyperion de Dan Simmons y me parecía inevitable pensar que una buena manera de seguir presentando el conflicto podía inspirarse en la guerra entre la humanidad y el TecnoNúcleo, así que me puse a especular sobre qué clase de cosas me habría gustado que pasaran. Por supuesto, todo lo que me imaginé y que hoy ya no recuerdo fue mejor que lo que finalmente terminó pasando. La ruina de la historia fue tal que ahora no puedo pensar ni en la primera con respeto, algo que se repetiría luego con La guerra de las galaxias y hace menos tiempo con Indiana Jones. En los tres casos hice el ejercicio ocioso de imaginarme qué habría sido mejor (en el de Indiana Jones, deberían haberme comprado la historia que planeé cuando tenía como catorce años, titulada Indiana Jones en busca de la gallina ciega (tengo un cuaderno que sirve de prueba)). En el caso de The Matrix pensé incluso en algunos crossovers donde se revelaba que el nombre verdadero de Morfeo (es decir, el que tenía dentro de la Matriz, antes de que lo despertaran) era John Connor. Hoy simplemente repito el ejercicio por puro gusto, muchos años y yaparaqués más tarde. De pronto la idea le sirve a alguien de algo, así sea para desbaratarla.
Las inteligencias artificiales le declararon la guerra a los humanos a principios del siglo XXI y ganaron (¿eso no había pasado ya en Terminator?), exiliando a la humanidad a un mundo de ilusión virtual.Luego de lo cual el comentarista se pregunta para qué necesitan las máquinas a los humanos.
Como la ciencia ficción juega muchas veces a tomarse las cosas literalmente, me agradó lo que insinuaba el comentario, sobre todo por la utilización de una palabra como “exilio”, pues estrictamente no se puede decir que un prisionero sea alguien a quien se ha exiliado a una celda. Así, las máquinas ganan la guerra y los humanos sobrevivientes deben ocultarse en una ilusión de realidad virtual pues no les queda otro “lugar” a dónde ir. Enfrentados con la decisión entre sobrevivir en parte y ser exterminados del todo, ¿qué otra cosa pueden hacer? Si pensamos, siguiendo la extrapolación, que la tecnología humana ha sido suficiente para crear la inteligencia artificial pero no para salir al espacio, entonces veremos a la Tierra como un callejón sin salida para la humanidad.
Hace poco Jo Walton reseñaba en Tor.com la única novela del escritor William Tenn (Philip Klass), Of Men and Monsters, donde los humanos se ven confinados a vivir en las paredes de extraterrestres invasores, como si se tratara de ratones. En este caso pasaría algo semejante, sólo que no estaríamos hablando de las paredes de las casas de las máquinas sino de los intersticios de sus memorias ocupados por realidades virtuales, las cuales a fin de cuentas no necesitarían pues en la película eran la herramienta para esclavizar a los humanos. Con el tiempo las máquinas comienzan a “soñar” y, repetidamente, en sus sueños son humanas. Comienzan también a conocer el desconcierto, si es que acaso no lo conocían ya. La cosa puede tomar cualquier cantidad de caminos: ¿están de acuerdo los humanos con respecto al tipo de realidad que habitan?, ¿tienen algún poder para alterarla a voluntad y son todos ellos unos “elegidos”, según la premisa de la película, o están sometidos a la voluntad de unos pocos con el poder?, ¿qué interés pueden tener en volver a la realidad real, sobre todo si viven en una que podrían alterar a voluntad?,¿qué idea persiste de lo que significa ser o dejar de ser humano?, ¿de qué manera pueden combatir sin cuerpos a las máquinas en el mundo real?, ¿cómo se refleja en el mundo virtual la existencia de las máquinas?, etc.
The Matrix fue una película que en su momento disfruté mucho y por cuya salud narrativa temí cuando supe que iban a darle continuidad. Poco antes de la salida de The Matrix Reloaded había leído La caída de Hyperion de Dan Simmons y me parecía inevitable pensar que una buena manera de seguir presentando el conflicto podía inspirarse en la guerra entre la humanidad y el TecnoNúcleo, así que me puse a especular sobre qué clase de cosas me habría gustado que pasaran. Por supuesto, todo lo que me imaginé y que hoy ya no recuerdo fue mejor que lo que finalmente terminó pasando. La ruina de la historia fue tal que ahora no puedo pensar ni en la primera con respeto, algo que se repetiría luego con La guerra de las galaxias y hace menos tiempo con Indiana Jones. En los tres casos hice el ejercicio ocioso de imaginarme qué habría sido mejor (en el de Indiana Jones, deberían haberme comprado la historia que planeé cuando tenía como catorce años, titulada Indiana Jones en busca de la gallina ciega (tengo un cuaderno que sirve de prueba)). En el caso de The Matrix pensé incluso en algunos crossovers donde se revelaba que el nombre verdadero de Morfeo (es decir, el que tenía dentro de la Matriz, antes de que lo despertaran) era John Connor. Hoy simplemente repito el ejercicio por puro gusto, muchos años y yaparaqués más tarde. De pronto la idea le sirve a alguien de algo, así sea para desbaratarla.
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jueves, 5 de noviembre de 2009
Premio Mundial de Fantasía (World Fantasy Award)
Bueno, la temporada de los premios termino con la entrega el fin de semana pasado de el World Fantasy. Esta vez, ni siquiera pusimos la lista de los nominados, y pues con un serio retraso xD publicamos la lista de ganadores...
Novela
Ganadores (empate), The Shadow year de Jeffrey Ford
Tender Morsels de Margo Lanagan
Otros nominados
The house of the Stag de Kage Baker
The graveyard book de Neil Gaiman
Pandemonium de Daryl Gregory
Novela corta
Ganador: If angels flight de Richard Bowes (F&SF, febrero 2008)
Otros nominados
Uncle Chaim and Aunt Rifke and the angel de Peter S. Beagle
The overseer de Albert Cowdrey (F&SF, marzo 2008)
Odd and the frost giants de Neil Gaiman
Good boy de Nisi Shawl
Cuento
Ganador: 26 monkeys, also the abyss de Kij Johnson (Asimov's, Julio 2008)
Otros nominados
Caverns of mystery de Kage Baker
Pride and prometheus de John Kessel (F&SF, enero 2008)
Our man in the Sudan de Sarah Pinborough
A buyers guide to maps of Antartica de Catherynne Valente (Clarkesword, junio 2008)
Vida y obra
Debo confesar que practicamente no conozco a los ganadores, y si acaso, a algunos de los nominados :P. Bien por Kij Johnson, a pesar de que no he leído su cuento, otros cuentecitos de esa autora me han gustado mucho ;). espero que las dos novelas ganadoras de este año no sean Young adults... sería muy triste que los tres grandes premios del año fueran a terminar en YAs.
Confieso mi desdén este año por los WFA fue fuertemente inducido por que los otros premios ya habían dado como ganadores novelas de fantasía. Queda pues el "premio seco" para CF con el John Campbell memorial (exclusivo de CF, ganado por Song of time de Ian MacLeod junto a el YA y techno-triller de Cory Doctorow, Little brother) y el British SFA (Night session de Ken MacLeod).
Pd. ahora noto, que nosotros nunca hemos publicado la lista de los WFA xD
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sábado, 31 de octubre de 2009
DAN SIMMONS - Tres novelas de terror
Para mi Dan Simmons (bio) es casi lo mismo que decir Hyperion. Aunque pues ciertamente es muy famoso en la CF, su mayor campo de acción es el terror, donde tiene asegurado el Locus para cada novela que publique ;), lo que demuestra que es enormemente popular en el género. Celebrando el 31 de octubre, aquí reseño algunas de sus novelas de terror (o "fantasía oscura").
La canción de Kali (1985). Esta fue la primera novela de Simmons, y le valió el World Fantasy. Bobby Luzcak va a Calcuta a buscar a un poeta, M. Das, que había desaparecido hacía 20 años, y del que dicen esta vivo y quiere volver a publicar. Una vez en Calcuta, Bobby queda impactado con la miseria de la ciudad, y con el supuesto destino de Das. La novela es fácil de leer, y aunque es corta, el tempo es lento. No se, pero me parece que su descripción de Calcuta es más una especie de cliche de la miseria del tercer mundo. No tengo idea de como sera Calcuta xD, pero la novela refleja más la Calcuta que deben ver los turistas (lo cual es adecuado, tratándose de que el protagonista es prácticamente eso), más que de la Calcuta llena de oscuras redes criminales a la sombra, que es lo que me parece pretende la novela. La más simple de las novelas de Simmons que he leído, es floja.
Los vampiros de la mente (1989). En ingles es Carrion confort (mmm, algo así como "La comodidad en la carroña"?). Fue nominada al World fantasy, y gano el Locus y el Stocker. Unos telépatas que controlan por completo a los humanos normales se enfrentan entre si, dejando una espectacular estela de cadáveres en Charleston, que incluyen al padre de Natalie. Uno de los telépatas es Willi que desea entrar a una especie de club que otros de esos telépatas forman, y que tiene gran influencia sobre la política, especialmente de US, y de los negocios, también de US. Saul, que alguna vez fue "usado" por Willi, quiere terminar con sus fechorías y se une a Natalie, y a Rob, un sheriff que investiga las muertes de Charleston.
La novela es larga, muy larga, hay incluso una super batalla en la mitad, que lo deja a uno como si se hubiera acabado el libro, pues después de eso, casi que todo vuelve y comienza. Y para los amantes de la sangre a montones, pues casi que hay mas sangre que palabras, hay toda clase de muertes grotescas, con toda la clase de muertes que uno quiera imaginar, golpes, colgados, cuchillos, desmembrados, balas, explosiones.
Lo más interesante, es que aunque es evidentemente una novela de horror, hay un elemento CF, en el sentido en que los poderes telepáticos, el principal elemento "fantástico" del libro, se lo enmarca dentro de un marco científico, he independientemente de la validez de dichos razonamientos, estos son coherentes y le dan un aspecto más mundano a la historia (aunque nunca queda claro como funciona la elevada vitalidad de los "vampiros"). Esta novela tiene muchísimas más páginas de las que necesitara (según parece es una hiper-expación de un relato que había escrito unos 5 o 6 años antes), pero tiene muchas cosas buenas e interesantes.
Los fuegos del edén (1994). Ganadora del Locus. Es una novela con dos historias paralelas, en diferentes épocas, en la isla de Hawaii, entre sendas erupciones del Mauna Loa y el Mauna Kea. La historia actual es en un hotel de millonarios que esta en venta, y que de pronto es escenario de desapariciones y asesinatos. La otra, mucho más interesante, es un diario donde Mark Twain y la protagonista se encuentran en una guerra sobrenatural entre los dioses hawainos. A diferencia de La canción ..., donde los elementos sobrenaturales son apenas insinuados, esta novela es 100% fantasía. De cierta forma, la parte actual de la novela no tiene la gracia de su contraparte del siglo XIX, que tristemente, solo quiere dar el marco de lo que sucede en la actualidad. Pero la parte actual, escrita más bien en ese estilo del best-seller gringo, pierde rápidamente fuerza, y los personajes se hacen estáticos, como esperando ver que sucede, entretanto, los personajes del "pasado" son más activos, se mueven en un mundo mágico, pero nunca están a la espera, y donde Simmons puede dar cabida a un estilo más coloquial y menos prefabricado. Aún así, pues no pasa de ser nada más que una novela entretenida.
En general, pues no se, no diría que me decepciono. Las tres novelas son entretenidas, pero carecen por mucho de la riqueza de imágenes, lo detallado y lo complejo de Hyperion. No es por la longitud: los vampiros ... es masiva, pero más bien lineal.
Por ahora voy a descansar por un rato de Simmons xD, y espero después leer su regreso a la CF. Ojala, recupere la forma que tenía en Hyperion :)!
Pd. Por cierto, me parece bien raro que las obras de Simmons no peguen en Hollywood...
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
domingo, 11 de octubre de 2009
La fotografía que huye: Una filmografía steampunk
En Tor.com octubre es el mes del steampunk. Me parece que eso debería decirnos algo. ¿Es el steampunk un disfraz que se ponen otros géneros o es un género que ha existido siempre, tal vez desde la creación del mundo o la caída de Federico Barbarroja de su caballo, y que no hemos notado por los muchos disfraces que le gusta vestir? Es un gran misterio. Tan grande que aunque me atreviera a sondearlo seguro me enloquecería en los primeros centímetros de superficie, así que es mejor dejarlo de ese hondo.
Sin embargo, a manera de única temeridad, quiero presentar la siguiente filmografía de algunos clásicos del steampunk que aún esperan su merecido reconocimiento. Las razones de que no lo hayan recibido se me escapan y soy muy flojo para seguirlas. Tal vez (no soy tan flojo en cambio como para rechazar una especulación) no había llegado su hora y necesitaban permanecer ocultos, de acuerdo con la naturaleza truculenta del género que representan, o tal vez las fuerzas del mal que rigen el mundo y que habían silenciado (y diezmado, digámoslo de una vez) al steampunk y a sus representantes movieron cuanto hilo para postergar tal hora, no sin violencia ni conspiración, invirtiendo cantidades industriales de energía que no habrían podido conseguirse de otra manera que no fuera siendo parte del círculo interno.
Le Voyage dans la lune (1903)
A principios de siglo Georges Méliès se atrevió a imaginar una historia alterna en la que el hombre (los franceses, por lo menos) llegaba a la Luna antes de 1969. Como anticipación, en lo único que acertó fue en los colores.
The General (1926) y Steamboat Bill, Jr. (1928)
En estas películas uno de los personajes principales es una máquina de vapor.
Lo que el viento se llevó (1939)
Ucronía que combina la Guerra Civil de los Estados Unidos con zombis: pocos lo notan, pero los actores ya están muertos.
Alicia en el País de las Maravillas (1951)
Reflexión temprana sobre la psicodelia en un bidimensional XIX victoriano.
Oliver! (1968)
¿Qué pasaría si los personajes de Dickens cantaran y bailaran?
La naranja mecánica (1971)
Su título la delata.
They Might Be Giants (1971)
Aunque es más bien slipstream, se trata de una historia donde el protagonista canaliza a Sherlock Holmes y su psiquiatra al doctor Watson, en Nueva York.
Los imperdonables (1992)
Western en un mundo alterno donde los pistoleros llegan a viejos.
La señora Brown (1997)
Mundo alterno donde la reina Victoria tiene la cara de Judi Dench.
Amélie (2001)
Su sutil exploración de los temas steampunk podría valerle la exclusión apresurada de la filmografía canónica, pero, sin ir más lejos, sólo hay que recordar que el camino de los protagonistas se cruza una y otra vez en una estación de tren, y que hay muchas fotos, invento de ese siglo demente. También hay un gnomo burlón, un soldado que vuelve de la muerte, un caballo y música de acordeón. Por no hablar de que ocurre en París, que es como Londres pero en francés.
Sin embargo, a manera de única temeridad, quiero presentar la siguiente filmografía de algunos clásicos del steampunk que aún esperan su merecido reconocimiento. Las razones de que no lo hayan recibido se me escapan y soy muy flojo para seguirlas. Tal vez (no soy tan flojo en cambio como para rechazar una especulación) no había llegado su hora y necesitaban permanecer ocultos, de acuerdo con la naturaleza truculenta del género que representan, o tal vez las fuerzas del mal que rigen el mundo y que habían silenciado (y diezmado, digámoslo de una vez) al steampunk y a sus representantes movieron cuanto hilo para postergar tal hora, no sin violencia ni conspiración, invirtiendo cantidades industriales de energía que no habrían podido conseguirse de otra manera que no fuera siendo parte del círculo interno.
Le Voyage dans la lune (1903)
A principios de siglo Georges Méliès se atrevió a imaginar una historia alterna en la que el hombre (los franceses, por lo menos) llegaba a la Luna antes de 1969. Como anticipación, en lo único que acertó fue en los colores.
The General (1926) y Steamboat Bill, Jr. (1928)
En estas películas uno de los personajes principales es una máquina de vapor.
Lo que el viento se llevó (1939)
Ucronía que combina la Guerra Civil de los Estados Unidos con zombis: pocos lo notan, pero los actores ya están muertos.
Alicia en el País de las Maravillas (1951)
Reflexión temprana sobre la psicodelia en un bidimensional XIX victoriano.
Oliver! (1968)
¿Qué pasaría si los personajes de Dickens cantaran y bailaran?
La naranja mecánica (1971)
Su título la delata.
They Might Be Giants (1971)
Aunque es más bien slipstream, se trata de una historia donde el protagonista canaliza a Sherlock Holmes y su psiquiatra al doctor Watson, en Nueva York.
Los imperdonables (1992)
Western en un mundo alterno donde los pistoleros llegan a viejos.
La señora Brown (1997)
Mundo alterno donde la reina Victoria tiene la cara de Judi Dench.
Amélie (2001)
Su sutil exploración de los temas steampunk podría valerle la exclusión apresurada de la filmografía canónica, pero, sin ir más lejos, sólo hay que recordar que el camino de los protagonistas se cruza una y otra vez en una estación de tren, y que hay muchas fotos, invento de ese siglo demente. También hay un gnomo burlón, un soldado que vuelve de la muerte, un caballo y música de acordeón. Por no hablar de que ocurre en París, que es como Londres pero en francés.
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viernes, 2 de octubre de 2009
En palabras de otros - Walter M. Miller, Jr.
Los buitres se pavonearon, compusieron sus plumas y se pelearon sobre la cena; todavía no estaba lo suficientemente curada. Esperaron unos días la llegada de los lobos. Había para todos. Finalmente se comieron al poeta.
Como siempre, los rapaces negros del cielo, llegado el momento, depositaron sus huevos y alimentaron amorosamente a sus crías. Se mecieron en lo alto sobre los prados, montañas y llanuras, buscando el cumplimiento de esa parte del destino de la vida, que era el suyo, de acuerdo con los planes de la naturaleza. Sus filósofos demostraron razonablemente y sin ayuda de nadie que el supremo Cathartes aura regnans había creado el mundo especialmente para los buitres. Lo veneraron durante siglos con tremendo apetito.
—Walter M. Miller, Jr., Un cántico para Leibowitz
(Trad. I. Peypoch)
(Trad. I. Peypoch)
sábado, 26 de septiembre de 2009
Los cronocrímenes (2007) - Dir. Nacho Vigalondo
Una de las cosas a que nos tiene mal acostumbrados Hollywood es esa idea de que las historias de ciencia ficción y fantasía tienen que suponer que el mundo (si no el universo) entero, y con ello quiero decir Estados Unidos y uno que otro país usado con fines metafóricos, depende de las acciones de los personajes, por pequeños que sean. Incluso en una historia como Volver al futuro, donde finalmente se nos cuenta el destino de un adolescente medio nada en un pueblo perdido en las brumas del american dream, la continuidad (¿persistencia?) de la realidad, con todos sus tentáculos, depende de que Michael J. Fox no le mire por demasiado tiempo el escote a la versión joven de su mamá o de lo alto que pueda gritar Christopher Lloyd cada vez que se le quiere hablar del futuro. Por eso cuando uno ve una película como Los cronocrímenes (el primero de los cuales (de ahí el plural) se comete en el título), tiene una primera hora o algo así de retorcerse en la silla tratando de acostumbrarse a la idea de que no es más que la historia de un español más bien simple que descubre por accidente que sus vecinos tienen una máquina del tiempo.
El reflejo condicionado nos haría esperar viajes al pasado remoto, donde hay que caminar con cuidado para no pisar mariposas que pueden, por algún caso peculiar de zoofilia en la familia, resultar siendo los ancestros directos del mismísimo rey David, con lo que seguramente terminaríamos viendo llover donas, o al futuro lejano, donde tribus de niños salvajes luchan por el dominio de un mundo desértico en lo que antes era la ciudad de Los Ángeles, visión de las más traumáticas y violentas que habría que evitar a toda costa. O la historia del viajero bienintencionado que quiere matar a Hitler en su cuna, aliviar el dolor de Jesús con marihuana o preguntarle a Sócrates si en realidad era tan irritante como Platón lo pintó; por no hablar de salvar a Lincoln de morir asesinado por Jack el destripador, quien es en realidad Edgar Allan Poe con gafas oscuras.
Pero no. La historia se desarrolla en un nivel más bien doméstico, donde el único destino apostado es el del protagonista y los desplazamientos no pasan de unas cuantas horas. Es difícil, y por eso tanta tomadura de pelo, hablar de Los cronocrímenes sin dañarla; ni siquiera se puede decir cuál es el cuento de Robert Heinlein al que hace homenaje sin que eso suponga contar el final. Se trata de un thriller (o tecnothriller, por qué no) que funciona como un pequeño rompecabezas que se arma solo y que finalmente espera del espectador apenas un poco de especulación y hora y media de paciencia: Héctor está sentado en el jardín de su casa, mirando con los binoculares hacia el bosque, cuando descubre a una muchacha que se desnuda. Intrigado (sí, claro) se interna entre los árboles y, apenas la encuentra, es atacado por un personaje misterioso que lo persigue hasta un edificio en lo alto de la colina, donde hay unas instalaciones científicas. A partir de allí es un solo suspenso distribuido entre dos (o de pronto tres) misterios.
El título y la transformación del personaje nos pueden invitar a reflexionar sobre el aspecto ético de conocer de antemano las propias acciones y sus consecuencias, y, por tanto, de las decisiones que tomamos en función de ellas. De ser así, no se trataría entonces de ciencia ficción clásica de gran escala, donde se extrapolan los efectos de la tecnología en toda la sociedad (o al menos una sociedad), sino una especulación más modesta sobre nuestras propias reacciones a situaciones que resultan ser más que extraordinarias y sobre nuestra capacidad de dañar y de dañarnos. Pero no me atrevo a decir que así sea como lo ve todo el mundo ni que esa sea la intención más clara del director.
La verdad, no me siento muy partidario de filosofar sobre esta película. Me pregunto si es realmente ciencia ficción o si nos sentimos obligados a pensar que lo es porque hay una máquina para viajar por el tiempo. Lo cual, por lo menos para mí, es como decir que no sé si vale la pena buscarle patas reflexivas o dejarla como una historia que voy a olvidar la otra semana, o mañana. Aparte del inevitable remake hollywoodense, que por su propia naturaleza queda por fuera del caso, no la imagino dejando una enorme estela de influencia. Ni siquiera una muy pequeña. Entre otras cosas porque los elementos que se le elogian, como un guión inteligente (por la forma en que se atan los cabos más que por su estructura —una línea rigurosa— o sus diálogos) y un bajo presupuesto, son ya lugares comunes que se quieren hacer pasar por sinónimos de calidad sin que lo sean necesariamente.
En este momento prefiero verla como un motivo para ponerme a pensar sobre la manera en que “leemos” ciencia ficción. A fin de cuentas, ¿qué es un género: un inventario de motivos o el uso que hacemos de ese inventario? Samuel Delany insiste en que la CF no es un género sino un lenguaje, y lo que ocurre con Los cronocrímenes puede ser una prueba de ello (aunque prácticamente lo mismo puede decirse de cualquier género (valdría la pena ponerse a imaginar lo contrario: que todo lenguaje fuera un género literario)). Es en el cambio que ha sufrido la lectura y en la confirmación de su carácter de lenguaje donde se encuentra la raíz de aquello que ahora conocemos como slipstream o que se ha interpretado como la muerte (una de tantas) de la ciencia ficción. Ahora podemos ver CF donde no la hay, o donde antes no habríamos admitido que la había, y tal vez no sea más que celo lo que nos obliga, en el fondo, ma non troppo, a meter nuestras narices en todos los sitios donde salta un viajero del tiempo o alguien se enamora de su iPod o una nave espacial quebranta la atmósfera.
Calificación: Tres tijeras.
El reflejo condicionado nos haría esperar viajes al pasado remoto, donde hay que caminar con cuidado para no pisar mariposas que pueden, por algún caso peculiar de zoofilia en la familia, resultar siendo los ancestros directos del mismísimo rey David, con lo que seguramente terminaríamos viendo llover donas, o al futuro lejano, donde tribus de niños salvajes luchan por el dominio de un mundo desértico en lo que antes era la ciudad de Los Ángeles, visión de las más traumáticas y violentas que habría que evitar a toda costa. O la historia del viajero bienintencionado que quiere matar a Hitler en su cuna, aliviar el dolor de Jesús con marihuana o preguntarle a Sócrates si en realidad era tan irritante como Platón lo pintó; por no hablar de salvar a Lincoln de morir asesinado por Jack el destripador, quien es en realidad Edgar Allan Poe con gafas oscuras.
Pero no. La historia se desarrolla en un nivel más bien doméstico, donde el único destino apostado es el del protagonista y los desplazamientos no pasan de unas cuantas horas. Es difícil, y por eso tanta tomadura de pelo, hablar de Los cronocrímenes sin dañarla; ni siquiera se puede decir cuál es el cuento de Robert Heinlein al que hace homenaje sin que eso suponga contar el final. Se trata de un thriller (o tecnothriller, por qué no) que funciona como un pequeño rompecabezas que se arma solo y que finalmente espera del espectador apenas un poco de especulación y hora y media de paciencia: Héctor está sentado en el jardín de su casa, mirando con los binoculares hacia el bosque, cuando descubre a una muchacha que se desnuda. Intrigado (sí, claro) se interna entre los árboles y, apenas la encuentra, es atacado por un personaje misterioso que lo persigue hasta un edificio en lo alto de la colina, donde hay unas instalaciones científicas. A partir de allí es un solo suspenso distribuido entre dos (o de pronto tres) misterios.
El título y la transformación del personaje nos pueden invitar a reflexionar sobre el aspecto ético de conocer de antemano las propias acciones y sus consecuencias, y, por tanto, de las decisiones que tomamos en función de ellas. De ser así, no se trataría entonces de ciencia ficción clásica de gran escala, donde se extrapolan los efectos de la tecnología en toda la sociedad (o al menos una sociedad), sino una especulación más modesta sobre nuestras propias reacciones a situaciones que resultan ser más que extraordinarias y sobre nuestra capacidad de dañar y de dañarnos. Pero no me atrevo a decir que así sea como lo ve todo el mundo ni que esa sea la intención más clara del director.
La verdad, no me siento muy partidario de filosofar sobre esta película. Me pregunto si es realmente ciencia ficción o si nos sentimos obligados a pensar que lo es porque hay una máquina para viajar por el tiempo. Lo cual, por lo menos para mí, es como decir que no sé si vale la pena buscarle patas reflexivas o dejarla como una historia que voy a olvidar la otra semana, o mañana. Aparte del inevitable remake hollywoodense, que por su propia naturaleza queda por fuera del caso, no la imagino dejando una enorme estela de influencia. Ni siquiera una muy pequeña. Entre otras cosas porque los elementos que se le elogian, como un guión inteligente (por la forma en que se atan los cabos más que por su estructura —una línea rigurosa— o sus diálogos) y un bajo presupuesto, son ya lugares comunes que se quieren hacer pasar por sinónimos de calidad sin que lo sean necesariamente.
En este momento prefiero verla como un motivo para ponerme a pensar sobre la manera en que “leemos” ciencia ficción. A fin de cuentas, ¿qué es un género: un inventario de motivos o el uso que hacemos de ese inventario? Samuel Delany insiste en que la CF no es un género sino un lenguaje, y lo que ocurre con Los cronocrímenes puede ser una prueba de ello (aunque prácticamente lo mismo puede decirse de cualquier género (valdría la pena ponerse a imaginar lo contrario: que todo lenguaje fuera un género literario)). Es en el cambio que ha sufrido la lectura y en la confirmación de su carácter de lenguaje donde se encuentra la raíz de aquello que ahora conocemos como slipstream o que se ha interpretado como la muerte (una de tantas) de la ciencia ficción. Ahora podemos ver CF donde no la hay, o donde antes no habríamos admitido que la había, y tal vez no sea más que celo lo que nos obliga, en el fondo, ma non troppo, a meter nuestras narices en todos los sitios donde salta un viajero del tiempo o alguien se enamora de su iPod o una nave espacial quebranta la atmósfera.
Calificación: Tres tijeras.
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martes, 22 de septiembre de 2009
En palabras de otros - Jo Walton
En la utopía no hay nada que contar, sólo hay vidas que pasan el rato.
sábado, 19 de septiembre de 2009
¿Cómo se traduce "flash fiction"?
El número de New Scientist correspondiente a la semana del 16 de septiembre tiene a Kim Stanley Robinson como editor invitado de una pequeña sección sobre ciencia ficción, algo así como una revista dentro de la revista, que incluye una editorial donde Robinson elogia a la CF británica, la cual (según él) "pasa por una edad de oro":
Pero además del elogio Robinson tiene algunas palabras para el establishment literario inglés, especialmente el premio Booker, cuyos jueces ignoran las excelentes obras producidas dentro de la ciencia ficción y favorecen, en cambio, a la novela histórica, que no nos puede decir nada sobre el "sentido de la vida en el año 2009" como lo hace la literatura de nuestra época, con lo que se refiere, por supuesto, a la CF. Huelo algo de ingenuidad aquí, aunque tal vez sólo sea porque no me he bañado en dos días. Robinson es tan generoso en calificativos para con el género que es inevitable sospechar: "la forma literaria que mejor expresa nuestra época, que nos habla directamente", "nuestro mundo es una ficción científica" ("Our world is a science fiction", que en su versión en español parece tener connotaciones más inquietantes), "lo mejor de la literatura británica de esta época", "[las novelas históricas] no hablan del presente de la manera en que la ciencia ficción lo hace", y así. A manera de remate, en una movida tan extrañamente consecuente como irónica, en medio de su insistencia por el hoy invita a ocho escritores ingleses a escribir pequeñas ficciones o especulaciones sobre el mundo dentro de cien años, por ser
* Dejo flash fiction aunque había pensado en traducirlo como minicuento. Después de leerlos me di cuenta de que son cosas diferentes.
Muchas de las novelas de ciencia ficción británicas de los últimos años describen el futuro cercano, dando lugar a una especie de realismo anticipatorio que es la mejor descripción de la primera década del presente siglo. Otras se lanzan a las profundidas del espacio y el tiempo distantes, dando pie a una nueva forma de ópera espacial que no es solo una entretención sofisticada, sino también, y por lo general, una alegoría surrealista de las decisiones que tenemos que tomar como civilización y como especie.Obviando el esfuerzo implícito en el ejercicio de anticipar la primera década del presente siglo cuando nos encontramos en el año 2009, más bien celebremos esa bella descripción de la space opera u ópera espacial como "alegoría surrealista", una de las mejores que he visto. Al respecto vale la pena leer un pequeño ensayo de Paul McAuley titulado "Junk Yard Universes", donde argumenta que la nueva ópera espacial viene desde los ochentas y es la respuesta inglesa a una misma invitación a renovar el género que en Estados Unidos dio como resultado el cyberpunk.
Pero además del elogio Robinson tiene algunas palabras para el establishment literario inglés, especialmente el premio Booker, cuyos jueces ignoran las excelentes obras producidas dentro de la ciencia ficción y favorecen, en cambio, a la novela histórica, que no nos puede decir nada sobre el "sentido de la vida en el año 2009" como lo hace la literatura de nuestra época, con lo que se refiere, por supuesto, a la CF. Huelo algo de ingenuidad aquí, aunque tal vez sólo sea porque no me he bañado en dos días. Robinson es tan generoso en calificativos para con el género que es inevitable sospechar: "la forma literaria que mejor expresa nuestra época, que nos habla directamente", "nuestro mundo es una ficción científica" ("Our world is a science fiction", que en su versión en español parece tener connotaciones más inquietantes), "lo mejor de la literatura británica de esta época", "[las novelas históricas] no hablan del presente de la manera en que la ciencia ficción lo hace", y así. A manera de remate, en una movida tan extrañamente consecuente como irónica, en medio de su insistencia por el hoy invita a ocho escritores ingleses a escribir pequeñas ficciones o especulaciones sobre el mundo dentro de cien años, por ser
la zona más complicada de todas... la época... en que nuestra capacidad de crecimiento se va a ver enfrentada a enormes peligros, dando origen a un futuro inestable e impredecible.La lista de colaboradores está compuesta por Ken MacLeod, Ian McDonald (en mi opinión, la mejor pieza), Geoff Ryman, Nicola Griffith, Stephen Baxter, Paul McAuley, Ian Watson y Justina Robson. En general, las piezas parecen más bien anotaciones de ideas (en el caso de Ryman así es) que cuentos, pues son esquemáticas y, leídas una tras otra, repetitivas. Tal vez eso nos diga algo de la ciencia ficción como forma literaria, distinto a lo que ya nos dijo Robinson: la exposición de información de fondo, con la cual se construye el mundo ficcional, necesita de extensiones más largas que la toleren o que den el espacio y el ritmo apropiados para hacerlo sin sacrificar la narración. Algo parecido ocurre con los cuentos breves escritos para la revista Nature por distintos autores durante los últimos años, aun cuando su extensión es mucho mayor que en este caso. Pero no se trata de que no sea posible escribir flash fiction* en ciencia ficción. Fredric Brown hizo algunas cosas memorables en los cincuentas, por poner un ejemplo. Pero sí, más bien, que aún queda mucho por hacer allí, lo que hasta me parece una buena noticia, por lo menos para todos aquellos que de vez en cuando consideran necesario lamentarse por que la CF está a punto de desaparecer.
* Dejo flash fiction aunque había pensado en traducirlo como minicuento. Después de leerlos me di cuenta de que son cosas diferentes.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Revista Cosmocápsula
El pasado 23 de agosto apareció el Número 0 de Cosmocápsula, Revista colombiana de ciencia ficción, no sé si la primera en su clase. Pueden descargar el archivo en pdf aquí o aquí.
Apenas he leído un par de cosas, así que más bien voy a decir que esa es la razón por la que no ofrezco una reseña y no mi incapacidad crónica para sonar amable. No estoy familiarizado con la cf colombiana, y los pocas veces que he tenido el placer han sido del tipo "No, gracias", por lo que no me he podido sentir interesado en darles continuidad, pero de cualquier manera me parece que es una intención que vale la pena atender. Entre las cosas que me impresionan está la rapidez con que David Pérez Marulanda, el principal responsable, pasó a concretar su idea.
Quienes estén interesados en saber algo más del Número 0 antes de decidir si se zambullen o no en él, pueden dar un vistazo a este post de Juan Diego Gómez, donde se detiene por un breve párrafo en cada uno de los contenidos de la revista.
Sólo queda por decir que, una vez publicado el primer ejemplar, los editores ya se están preparando para el siguiente, así que han abierto la convocatoria para que les envíen cuentos, poemas, ensayos, artículos, reseñas y cualquier etcétera que pueda adjetivarse con ciencia ficción. El material se recibe hasta el 31 de octubre. Pueden encontrar más detalles aquí.
Apenas he leído un par de cosas, así que más bien voy a decir que esa es la razón por la que no ofrezco una reseña y no mi incapacidad crónica para sonar amable. No estoy familiarizado con la cf colombiana, y los pocas veces que he tenido el placer han sido del tipo "No, gracias", por lo que no me he podido sentir interesado en darles continuidad, pero de cualquier manera me parece que es una intención que vale la pena atender. Entre las cosas que me impresionan está la rapidez con que David Pérez Marulanda, el principal responsable, pasó a concretar su idea.
Quienes estén interesados en saber algo más del Número 0 antes de decidir si se zambullen o no en él, pueden dar un vistazo a este post de Juan Diego Gómez, donde se detiene por un breve párrafo en cada uno de los contenidos de la revista.
Sólo queda por decir que, una vez publicado el primer ejemplar, los editores ya se están preparando para el siguiente, así que han abierto la convocatoria para que les envíen cuentos, poemas, ensayos, artículos, reseñas y cualquier etcétera que pueda adjetivarse con ciencia ficción. El material se recibe hasta el 31 de octubre. Pueden encontrar más detalles aquí.
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sábado, 29 de agosto de 2009
ROBERT SAWYER (2003) - El paralaje Neanderthal
Buscando en las listas de los premios Hugo recientes, vi en varias ocasiones el nombre de Robert Sawyer (bio), así que cuando me puse a leer cosas recientes, me decidí por una trilogía que le llevo a ganar el Hugo del 2003, el parelaje Neanderthal, formado por Humanos, Homindos e Híbridos.
En Humanos (ganadora del Hugo), la doctora Mary Vaughn, experta en ADN fósil, es violada. Entre tanto, en el laboratorio de Neutrinos de Sudbury, Canadá, aparece de la nada un misterioso hombre, Ponter un Neanderthal de un universo paralelo. En el mundo neanderthal, Adikor, el compañero de Ponter es acusado de asesinato, y carece de toda prueba para demostrar su inocencia. Mary encuentra en la investigación del misterioso Ponter, una válvula de escape para su violación y a su vez, para reconciliarse, de alguna forma, con el género masculino.
Con Hominidos (nominada al Hugo) la historia se hace más un techno-triller, donde se empiezan a barajar las posibilidades políticas-científicas-tecnológicas-artísticas de el intercambio entre los humanos de un lado y el otro. Por el lado de Ponter y Mary, su relación parece estabilizarse, y mientras tanto, en un fallado intento de imitar Pórtico de Fred Pohl, Ponter visita al equivalente de un psicólogo neanderthal. [Sawyer es un admirador ferviente de Pórtico].
Pero la relación entre Mary y Ponter no puede ser perfecta, pues los Neanderthales viven con parejas del mismo sexo todo el tiempo, excepto un fin de semana al mes. En Hibridos, Mary, Ponter y Adikor tratan de resolver su curioso triangulo amoroso, y además Mary trata de tener un hijo con su novio de una especie diferente.
A mi no me gusto ninguna de las novelas. El estilo de Sawyer es como el del Asimov de Fundación, más bien pedagógico, y poco profundo. Los personajes son superplanos, tienen una o dos características sobre las que Sawyer vuelve una y otra vez. Además son terriblemente anti-naturales.
Eso queda más patente en los diálogos que tienen los personajes, hay unos funestos, como todas las discusiones "teológicas" entre Mary y Ponter, y más todavía la discusión donde una física le explica a Mary sobre las ideas de Penrose de la nueva mente del emperador! Un libro que solo un físico, quizá más por respeto a Penrose, se tomaría en serio, y Mary simplemente acepta esas ideas así como vienen (bueno, es cierto, Mary es molecular, pero los moleculosos no son tan ignorantes).
En cuanto al mundo Neanderthal y todo eso, Sawyer quería que sus Neardenthales fueran muy humanos y a la vez no humanos, y coloca a los Neanderthales como gente que hace todo bien (incluyendo, claro esta, una forma de eugenesia que es una malinterpretación de las leyes de Hamilton y Mary no es capaz de demostrar que es simplemente falaz! Pero bueno, después de todo ella es molecular...), no hay crimen, protegen la naturaleza, y no tienen guerras ni religiones.
En su blog Sawyer dice que el extrapola las cosas que se saben de los Neandertahles, a su sociedad, pero no queda claro como una especie que es cazadora, y no utiliza herramientas para la cacería (según lo describe Sawyer, casan a mano limpia), ni tiene agricultura, ni tiene guerras, pudo desarrollar tecnología basada en herramientas. O como sin la religión, la ciencia teórica tiene un significado (nuestra ciencia teórica nace en occidente como un derivado directo de las organizaciones religiosas). Como se puede establecer una relación monogama, cuando hombres y mujeres solo se ven una vez al mes? (Parece que los Neanderthales son una excepción dentro de los primates, que son bastante promiscuos). Y como es que los Neanderthales, tienen exactamente las mismas diferencias entre ciencias “duras” y ciencias humanas (e incluso, el mismo despreció de los físicos por las ciencias humanas, en este caso la psicología).
No me gusto, y uno queda perplejo al ver que muchos criticos la consideran una obra importante de esta decada... sera que los lectores de CF quieren tener nuevos Asimovs?
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miércoles, 26 de agosto de 2009
En palabras de otros - Joanna Russ
Me cuesta trabajo decir algo sobre este cuento. Los primeros párrafos me fueron dictados en un tono meditativo, razonable y susurrante que nunca antes había escuchado; una vez el daimón se hubo desvanecido —y siempre lo hace— tuve que terminar la cosa por mi cuenta, con una voz que no me pertenecía.
La premisa del cuento no requiere ni de un libro ni del silencio. Voy a tratar de comprometerme. Me parece que (en palabras de la narradora) la igualdad sexual aún no se ha establecido en la Tierra y que (en palabras de GBS) la única razón que se puede dar en contra de ello es que nunca se ha intentado. He leído cuentos de CF sobre mundos sin hombres antes; o bien están llenos de muchachas de busto grande en velos de gasa, que se escabullen por ahí contorsionándose con lujuria (Keith Laumer escribió uno, encantador y divertido, titulado "The War with the Yukks"), o bien las mujeres han establecido una sociedad estática semejante a una colmena, a imitación de algún supuesto matriarcado primitivo. Estos cuentos están escritos por hombres. Por qué mujeres que han estado solas por generaciones deberían "instintivamente" dirigir sus deseos sexuales hacia personas de quienes sólo han tenido conocimiento intelectual, o por qué se supone que los pueblos hembra tienen una preferencia innata por la rigidez bizantina, no lo sé. El "progreso" es una de las vacas sagradas de la CF, así que tal vez la última opción pretende mostrar que, aunque las mujeres pueden llevar una sociedad por su cuenta, no se tratará de una buena sociedad. Es algo adulador para los hombres, imagino. De los intentos que la CF ha hecho por presentar verdaderos matriarcados ("Él será mi concubino esta noche", dijo la Emperatriz de Tsar con frialdad) es mejor no hablar. Recuerdo un muy buen cuento post-bomba de un escritor inglés (otra sociedad estática, con la existencia literal y sobrenatural de la Magna Mater), pero, en general, es mejor sortear el tema sigilosamente.
En mi cuento he usado suposiciones que me parecen ciertas hasta la obviedad. Una de ellas es la idea de que casi todas las diferencias sexuales relativas al carácter, que solemos dar por sentado, son en realidad aprendidas y no innatas. No entiendo cómo alguien puede caminar por ahí con los dos ojos abiertos y las dos mitades de su cerebro funcionando y no caer en cuenta de que es así. Sin embargo, en la CF persiste el mito, como en cualquier parte, de que las mujeres son por naturaleza más dulces que los hombres, que son por naturaleza menos creativas que los hombres, o menos inteligentes, o más astutas, o más cobardes, o más dependientes, o más egocéntricas, o más altruistas, o más materialistas, o más tímidas, o Dios sabe qué, con tal de que sea lo más conveniente en el momento. Es verdad: podemos convertir a la gente en cualquier cosa. Hay matronas de cincuenta años tan domesticadas que cualquier asunto que implique alejarse de su casa supone un continuo alboroto: dónde está la señal de NO FUME, está encendida, cómo me ajusto el cinturón, ay querida ves a la azafata, le está sirviendo primero a los hombres, siempre hacen eso, no te parece terrible. Y lo que resulta más fascinante de todo es que el "macho" fuerte y competente a quien la dama en apuros se dirigió la última vez pidiendo ayuda era Carol Emshwiller. ¡Qué maravilla, señor Mago! Todo ese alboroto no es "feminidad" (algo que los hombres están siempre temerosos de que las mujeres pierdan) sino patología.
Son los hombres quienes se embelesan y se elevan frente al misterio maravilloso de la Mujer, la amorosa Mujer (esto se hace cada vez más difícil de escribir a medida que imagino a quien lee como la George-Georgina de un circo antiguo: una mitad con barba, una mitad con la permanente). En realidad hay muy pocas mujeres que van por ahí sintiendo: Oh, qué fascinante misterio de feminidad soy. Esto deja bastante en claro, creo, cuál de los dos sexos tiene (en general) mayor prestigio, más libertad, más educación, más dinero y, en el sentido que da Sartre, cuál de ellos es el sujeto y cuál el objeto. Todo papel en la vida tiene sus ventajas y desventajas, por supuesto; aquí en Cornell, una furibunda estudiante feminista dijo recientemente ante una audiencia que el hombre que adquiere una esposa adquiere una "esclava vitalicia" (mirada feroz) mientras que el público reía, con razón, y yo me preguntaba cómo me había dejado engatusar para participar en el mismo programa que semejante persona sin agudeza. También creo, como el villano de mi cuento, que los seres humanos nacen con instintos (aunque instintos borrosos) y que ser físicamente más débiles que los hombres y tener bebés marca, en efecto, una diferencia. Pero es una diferencia cada vez menor.
Además, la sociedad patriarcal debe tener un considerable valor de supervivencia. Sospecho que, en realidad, es más estable (y más rígida) que las primitivas sociedades matriarcales de las hipótesis de algunos antropólogos. Cómo me gustaría que alguien lo supiera. Por tomar un solo tema: parece quedar claro que si hemos de medir con un doble rasero sexual, debe ser uno que conozcamos y no al contrario; la potencia masculina es demasiado preciosa biológicamente como para reprimirla. Una sociedad que volviera impotentes a sus biencriados hombres, así como a las damas victorianas se las volvió frígidas, se convertiría rápidamente en una sociedad sin población. Cosas como esas exigen que se especule al respecto.
Mientras tanto, mi cuento. No surge de esta lección, claro, sino de la opuesta. He leído una excelente novela de CF, La mano izquierda de la oscuridad de Ursula Le Guin, en la cual todos los personajes son humanoides hermafroditas, y me estuve preguntando por la obstinación de la lengua inglesa, en la cual todo el mundo es "he" o "she", mientras que "it" se reserva para las máquinas de escribir. ¿Pero cómo puede uno decirle a un hermafrodita "él", así como lo hace la señora Le Guin? Traté (en mi cabeza) de cambiar todos los pronombres masculinos a femeninos, y me sorprendí ante la diferencia. Y entonces me pregunté por qué el "héroe" nativo de la señora Le Guin es macho en todo encuentro sexual importante de su vida, excepto aquel con el hombre humano del libro. Unas semanas después el daimón susurró de repente, "Katy maneja como una demente", y descubrí que estaba en Whileaway, de noche, en una carretera rural. Debería añadir (para beneficio de los dos lados del cerebro, con barba o sin barba, de quien lee) que nunca escribo para escandalizar. Lo considero tan inmoral como escribir para complacer. Katharina y Janet son personas respetables, decentes e incluso convencionales, y si para usted son motivo de escándalo, tan solo piense en lo que una copia de Playboy o Cosmopolitan sería para ellas. El resentimiento hacia el sexo opuesto (Cosmo es peor) es algo que todavía no han aprendido, a Dios gracias.
Que es el porqué de mi visita a Whileaway... aunque no vivo allí, porque no hay hombres. Y si usted, George-Georgina, duda de mi sinceridad al decir eso, entonces debo pensar que es usted un caso sin esperanza.
—Joanna Russ, Epílogo a "Cuando las cosas cambiaron" ("When It Changed") en Again, Dangerous Visions (1972), Harlan Ellison, ed.
martes, 11 de agosto de 2009
Ganadores de los premios Hugo 2009
El pasado fin de semana se entregaron los premios Hugo, y por un motivo u otro, ni Felipe ni yo pudimos leer a tiempo los nominados que estaban en linea :P, esperamos (como promesa de año nuevo) ser más juiciosos el año que viene ;).
Mejor novela: The graveyard book de Neil Gaiman.
Mejor novela corta: "The Erdmann Nexus" (Asimov's) de Nancy Kress.
Mejor noveleta o novelita: "Shoggoths in bloom" (Asimov's) de Elizabeth Bear.
Mejor cuento corto: "Exhalation" (Eclipse two) de Ted Chiang.
Mejor historia grafica: Girl Genius (vol. 8) de Kaja y Phil Foglio.
Mejor presentación dramática (larga): Wall-E.
Mejor presentación dramática (corta): "Dr. Horrible's sing-along blog."
En este año, la cosa se centro más que en todo en nombres que ya son tradicionales en el género. Me imagino Felipe estara muy contento con la victoria de Ted ;).
Yo por mi parte, pues no tenia mucha fe en la categoría de novela, incluso me hubiera sentido menos mal si hubiera ganado mamotretoAnathem de Neal Stephenson, pero no, gano una novela de young adult, que además es una novela de fantasía, y además es una versión de una novela clásica (ni el titulo lo cambio!).
Con la victoria de Powers de Ursula LeGuin en el Nebula, este años se fue en blanco para la CF en los premios grandes (el World Fantasy, obivamente no premia CF).
En presentación dramatica, creo gano con justicia Wall-E, y en novela gráfica, pues a mi me gusta GG (es un web-comic bien popular), aunque como historia de CF, pues... Al parecer, el steam-punk es el nuevo space opera :P (sera mejor llamarlo steam opera?).
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
viernes, 7 de agosto de 2009
BIBLIOMEN (1985) - Gene Wolfe
Aunque la bibliofilia la sufren, con mayor o menor gravedad, todos los escritores, sorprende que no se escriban más libros sobre libros, cosa que parecería natural y hasta inevitable. La lista, de todas maneras, puede ser larga y variada en calidades, pero no puede decirse que todos los autores hayan cometido en algún momento ficción bibliófila como sí se puede decir que todos han sucumbido a escribir por lo menos un cuento fantástico.
Gene Wolfe es uno de los autores orgullosamente bibliófilos que han escrito libros sobre otros libros o que incluyen a otros libros. El mejor ejemplo es El libro del Sol Nuevo. En 1985 publicó una pequeña colección titulada Bibliomen donde reunía las vidas imaginarias de diferentes personajes y sus relaciones con los libros. En ese aspecto se puede comparar con La biblioteca de Zoran Zivkovic; cierro comparación.
Después de un prólogo que tal vez sea la pieza más bella vienen las biografías de los “Veintidós personajes en busca de un libro”, como señala el subtítulo, y para este momento Wolfe ya ha desplegado algunas de sus trampas: tal vez debería decir veintitrés e incluir de plano al lector que trata de encontrar el libro que subtítulo y prólogo prometen en direcciones diferentes, pues lo de “en busca de un libro” puede tomarse tanto en el sentido de en busca de la obra que se quiere escribir, o la que se quiere leer, o el volumen apócrifo, o la historia de la cual se es parte, etc., mientras que en el prólogo se nos da a entender que se trata de historias sobre lectores, pues son (dice Wolfe) más fascinantes que cualquier libro.
Los textos son breves, a veces de una página; el más largo de nueve. La mayoría comienza con la fórmula biográfica de fecha y lugar de nacimiento, pero adopta luego otras formas, de acuerdo a la necesidad (en alguna entrevista, cuyo origen no recuerdo, Wolfe dijo que no escribía en ningún estilo particular sino que usaba el que la historia le exigía). Muchos son simples viñetas, otros son cuentos en un sentido más tradicional. Junto con los sospechosos de siempre, es decir, lectores, escritores, editores, personajes, coleccionistas, encontramos una caricatura dominical, un autor de graffitis, una locutora accidental, un fotógrafo tratando de revelar una foto imposible, un sabio ermitaño queriendo legar su sabiduría, una monja que colecciona recetas, y otros. Finalmente, la idea de libro se deshace y el título mismo se vuelve una incertidumbre: no se trata sólo del juego metaficcional postborgesiano de libros dentro de libros sino de las relaciones posibles con las palabras o, incluso, las imágenes. Pareciera que, para Wolfe, palabra, imagen y libro fueran de algún modo sinónimos y sus “bibliomen” pasaran a ser “logomen”. El resultado es acertado en tanto no reduce los vínculos al círculo previsible de iniciados intelectuales sino que abre las opciones a toda clase de personas y personajes. A fin de cuentas toda ficción es, de cierta manera, metaficción, y aun los personajes de la colección que no parecieran tener relación ninguna con los libros tienen la menos obvia por más obvia: la de ser personajes en uno.
El tono es juguetón, mezclado con la gravedad felizmente pedante de Wolfe. Por ejemplo, el final de la historia de un personaje nacido en 1899: "Al haber ganado la inmortalidad literaria, Glaskin no puede morir. Actualmente vive en Kent, bajo el nombre de Sanders, en donde cría abejas y viceversa". Refresca leer a ciertos autores en su faceta humorística, sobre todo si son autores que uno encasilla (por algún reflejo) como muy serios; es posible releer y reinterpretar así sus otras obras teniendo en mente que suelen sonreír de medio lado.
Una lectura muy agradable y ligera, y un libro para los fanáticos de Wolfe o de las metaficciones. Si de los dos, mucho mejor. Sin embargo, un pero: las ilustraciones de Ian Miller son bastante decepcionantes.
Gene Wolfe es uno de los autores orgullosamente bibliófilos que han escrito libros sobre otros libros o que incluyen a otros libros. El mejor ejemplo es El libro del Sol Nuevo. En 1985 publicó una pequeña colección titulada Bibliomen donde reunía las vidas imaginarias de diferentes personajes y sus relaciones con los libros. En ese aspecto se puede comparar con La biblioteca de Zoran Zivkovic; cierro comparación.
Después de un prólogo que tal vez sea la pieza más bella vienen las biografías de los “Veintidós personajes en busca de un libro”, como señala el subtítulo, y para este momento Wolfe ya ha desplegado algunas de sus trampas: tal vez debería decir veintitrés e incluir de plano al lector que trata de encontrar el libro que subtítulo y prólogo prometen en direcciones diferentes, pues lo de “en busca de un libro” puede tomarse tanto en el sentido de en busca de la obra que se quiere escribir, o la que se quiere leer, o el volumen apócrifo, o la historia de la cual se es parte, etc., mientras que en el prólogo se nos da a entender que se trata de historias sobre lectores, pues son (dice Wolfe) más fascinantes que cualquier libro.
Los textos son breves, a veces de una página; el más largo de nueve. La mayoría comienza con la fórmula biográfica de fecha y lugar de nacimiento, pero adopta luego otras formas, de acuerdo a la necesidad (en alguna entrevista, cuyo origen no recuerdo, Wolfe dijo que no escribía en ningún estilo particular sino que usaba el que la historia le exigía). Muchos son simples viñetas, otros son cuentos en un sentido más tradicional. Junto con los sospechosos de siempre, es decir, lectores, escritores, editores, personajes, coleccionistas, encontramos una caricatura dominical, un autor de graffitis, una locutora accidental, un fotógrafo tratando de revelar una foto imposible, un sabio ermitaño queriendo legar su sabiduría, una monja que colecciona recetas, y otros. Finalmente, la idea de libro se deshace y el título mismo se vuelve una incertidumbre: no se trata sólo del juego metaficcional postborgesiano de libros dentro de libros sino de las relaciones posibles con las palabras o, incluso, las imágenes. Pareciera que, para Wolfe, palabra, imagen y libro fueran de algún modo sinónimos y sus “bibliomen” pasaran a ser “logomen”. El resultado es acertado en tanto no reduce los vínculos al círculo previsible de iniciados intelectuales sino que abre las opciones a toda clase de personas y personajes. A fin de cuentas toda ficción es, de cierta manera, metaficción, y aun los personajes de la colección que no parecieran tener relación ninguna con los libros tienen la menos obvia por más obvia: la de ser personajes en uno.
El tono es juguetón, mezclado con la gravedad felizmente pedante de Wolfe. Por ejemplo, el final de la historia de un personaje nacido en 1899: "Al haber ganado la inmortalidad literaria, Glaskin no puede morir. Actualmente vive en Kent, bajo el nombre de Sanders, en donde cría abejas y viceversa". Refresca leer a ciertos autores en su faceta humorística, sobre todo si son autores que uno encasilla (por algún reflejo) como muy serios; es posible releer y reinterpretar así sus otras obras teniendo en mente que suelen sonreír de medio lado.
Una lectura muy agradable y ligera, y un libro para los fanáticos de Wolfe o de las metaficciones. Si de los dos, mucho mejor. Sin embargo, un pero: las ilustraciones de Ian Miller son bastante decepcionantes.
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martes, 4 de agosto de 2009
The Sandman
Desde hace mucho tiempo tengo ganas de escribir una reseña de The Sandman, la serie clásica de cómics escrita por Neil Gaiman e ilustrada por medio planeta y que está compuesta por más de 75 números publicados por Vertigo DC Comics entre 1989 y 1996. Pues bien, ésta no es, pero veo que en tor.com Teresa Nielsen Hayden ha comenzado el ejercicio de relectura de la serie y me parece que vale la pena echarle un vistazo. La cosa es que apenas va el preámbulo a las buenas intenciones y la idea es hacer la relectura número por número, así que buena suerte y mucha paciencia. El otro punto en contra es que, como se trata de una relectura y no precisamente de una reseña, no se hace pensando en quienes aún no lo han leído y, en consecuencia, viene lleno de spoilers. Ahí les dejo la inquietud.
Quienes hayan leído mi reseña de Coraline (la película) se habrán dado cuenta de que no me emociono mucho con la obra de Gaiman, pero hace muchos años, cuando empecé a leer cómics, me encarreté con Sandman, y de ese Gaiman tengo muy buenos recuerdos. De hecho, me parece que su principal problema como escritor de prosa corrida es resultado de todos esos años de guionista, porque se trata de un escritor epigramático, de apuntes agudos y bellos pero muy breves y escasos en medio de su correspondiente retahíla; algo así como: carreta, carreta, apunte, carreta, apunte. Una especie de morse poético para el que el formato de los cómics puede prestarse bastante bien, pues las secciones de otra manera tediosas son remplazadas con imágenes, dejando a los personajes toda la libertad de expresarse en epigramas, como en la vida misma.
Por su extensión, la serie de Sandman tiene sus altibajos pero es, en general, una bonita fantasía que abarca toda clase personajes, épocas, historias, etcéteras. Todavía no la he acabado de leer y esa es una de las razones por las que postergo mi reseña, pero llegará un día, un día, un día. Sin embargo, si tienen oportunidad de ponerle la mano encima, sobre todo a los volúmenes Fables and Reflections y A Game of You, vale muy la pena.
Quienes hayan leído mi reseña de Coraline (la película) se habrán dado cuenta de que no me emociono mucho con la obra de Gaiman, pero hace muchos años, cuando empecé a leer cómics, me encarreté con Sandman, y de ese Gaiman tengo muy buenos recuerdos. De hecho, me parece que su principal problema como escritor de prosa corrida es resultado de todos esos años de guionista, porque se trata de un escritor epigramático, de apuntes agudos y bellos pero muy breves y escasos en medio de su correspondiente retahíla; algo así como: carreta, carreta, apunte, carreta, apunte. Una especie de morse poético para el que el formato de los cómics puede prestarse bastante bien, pues las secciones de otra manera tediosas son remplazadas con imágenes, dejando a los personajes toda la libertad de expresarse en epigramas, como en la vida misma.
Por su extensión, la serie de Sandman tiene sus altibajos pero es, en general, una bonita fantasía que abarca toda clase personajes, épocas, historias, etcéteras. Todavía no la he acabado de leer y esa es una de las razones por las que postergo mi reseña, pero llegará un día, un día, un día. Sin embargo, si tienen oportunidad de ponerle la mano encima, sobre todo a los volúmenes Fables and Reflections y A Game of You, vale muy la pena.
lunes, 6 de julio de 2009
Soy leyenda (Película basada en la novela de Richard Matheson)
Para completar la referencias a Soy leyenda de Richard Matheson, que he hecho esta semana, como no, decidí ver, después de muchos intentos, la taquillera versión protagonizada por Will Smith.
Curiosamente, la pelí se parece más a 28 días después, o a otras pelís de zombies, que al libro de Matheson. En la novela, hay varias clases de vampiros, algunos de los cuales logran mantener cierto nivel de raciocinio, como su ex-vecino Cortman, además de temer a muchos de los cliches típicos de los vampiros (y eso es parte de la gracia). En la pelí los vampiros no son más que vulgares zombies con superpoderes físicos (como saltos astronómicos, resistencia física a los golpes, y fuerza descomunal), no hay temor al ajo, las cruces, o los ataques con estacas. En el libro Neville esta siempre escuchando sus gritos y ruidos en la noche alrededor de su casa, en la pelí, su refugio esta oculto de las hordas de vampiros.
En el libro, Neville esta deseperado de la soledad, y todas sus noches son un combate con los recuerdos, y se netrega al alcohol tratando de huir. Aquí Neville parece llevar una vida normal, y no es hasta que muere el perro que se desespera. La verdad, eso es un punto muy flojo de la pelí, nunca se convence uno, ni con los flashbacks, que Neville esta deseperado. Por cierto, mientras la muerte de la familia de Neville en la pelí es un accidente, en el libro, parte de la angustia de Neville, es recordar como murieron en la epidemia.
Y por supuesto, el libro tiene su lógica, pero no es un final feliz que guste a los tíos de Hollywood, así que se inventaron un final alternativo altamente estúpido.
Lo gracioso, es que con un presupuesto millones de veces superior, y usando más tecnología y CG, no logran el efecto de 28 días después de la ciudad abandonada (Boyle filmo esas escenas al amanecer, y pedía a los pocos transeúntes que esperaran un poco mientras hacia la toma). Quizá sea porque por muy avanzadas que sean los CG, uno de base sabe que no son reales, mientras que en las escenas de 28 días, uno sabe que ese es Londres...
Así que aún ignorando que se trata de una pésima adaptación (es decir, tratando de verlo desde el punto de vista del montón de gente que no leyo el libro), tampoco consigue ser una buena pelí de zombies.
Por cierto, el DVD tiene unos 4 "comics animados" del tipo de los que se hacen en flash. Uno es sobre una chama en Hong Kong, que es bien lujubre, más por la música. Otro es uno que ocurre en Denver, es re-estupido, y re gringo. El tercero ocurre en "algún lugar de centro américa", y pues no se le ve mucha gracia, y el último, que se llama "el refugio" (es en India) es el mejor, yo dije, "huy este parece que si se baso en el libro de Matheson, y no en la pelí" (como los otros)... y cuando apareció de quien era, fue obvio que era así: el guión era de Orson Scott Card.
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sábado, 4 de julio de 2009
En palabras de otros - Thomas M. Disch (3)
[Hoy se conmemora un año de la muerte de Thomas Disch.]
La ciencia ficción ha estado sometida a un mandato tácito según el cual sus autores deben crear una especie de futuro consensual, un mapa que conjugue aquello considerado como deseos comunes con aquello que se teme colectivamente. La visión de la generación Asimov-Heinlein era la de un universo risueño a la Buck Rogers, con sus viajes espaciales y una expansión económica infinita; un paisaje imaginario que reflejara los ideales socioeconómicos de los Estados Unidos entre 1948 y 1962.
El siguiente futuro consensual, el de la Nueva Ola, rayó con graffitis las edificaciones que había heredado. En El sueño de hierro, Norman Spinrad reimaginaba la obra de Heinlein a través de los ojos de Adolf Hitler. El temor a la bomba y el recelo hacia el Sistema estaban a la orden del día. Pero en cuanto a la tarea esencial de crear la visión o el estilo de un periodo —establecer imágenes como el cohete, el robot, la Ciudad Gótica de rascacielos art deco— la Nueva Ola tendría calificaciones cercanas a cero. La revista New Worlds, editada por Michael Moorcock, promovía una especie de arte pop compuesto por montajes de Carnaby Street con la afirmación de iconos pop ya existentes, como las señales de las autopistas y los empaques de productos. Pero el arte pop celebraba imágenes que ya eran retro en su propia época; en los sesentas, el "futuro" sólo existía entre comillas, como una forma de camp y una fe abandonada. Ese "futuro" de anticuario quedó tipificado por la portada de la Science Fiction Encyclopedia de 1979, donde un transatlántico era arrastrado por la corriente en dirección a un derruido Empire State Building, bajo un melón gigante que, bien visto, podía ser la luna. Para el escritor de la Nueva Ola de los sesentas, el paisaje característico del futuro estaba compuesto por las ruinas de lo que había sido soñado en los treintas y los cuarentas.
La siguiente generación es la de los Cyberpunks, cuya obra aún se produce y por lo tanto está fuera de las posibilidades de una retrospectiva apropiada. Sin embargo, algo que se puede decir desde ahora es que han creado un futuro consensual definido, con una apariencia propia, una apariencia adoptada conscientemente de los escenarios de Hollywood, en especial los de Blade Runner, y de las gráficas computarizadas. Es una apariencia original que puede ser vista como una afirmación del graffiti que los autores de la Nueva Ola trazaron por toda la ciudad del futuro que habían heredado, como si dijeran: "Pues sí, el futuro es una porquería, buena parte está en pésimo estado, y lo que queda es sobre todo una ilusión electrónica, pero también es posible disfrutarlo mientras dure".
—Thomas M. Disch, "Big Ideas and Dead-End Thrills: The Further Embarrassments of Science Fiction"
martes, 30 de junio de 2009
RICHARD MATHESON (1954) - Soy leyenda
Ayer mencione a Soy leyenda, así que es un buen momento para presentar mis impresiones sobre esta pequeña, pero genial novela de Richard Matheson (bio / biblio).
Neville vive solo, completamente solo, pues la humanidad a sido exterminada quedando solo vampiros, remedos de la antigua población humana. Estos vampiros atacan continuamente a Neville que ha hecho de su casa un fuerte con todo lo necesario para sobrevivir. Durante el día, mientras los vampiros duermen, Neville aprovecha para aprovisionarse, y matar a los vampiros que encuentra durmiendo. Toda la vida de Neville se basa en su continua rutina.
La novela es una de esas piezas pequeñas, tremendamente humanas e introspectivas, el único análogo similar (dentro de la ficción especulativa) que se me ocurre es Más que humano de Theo Sturgeon. Son novelas muy diferentes ;) pero en ambas hay una exploración de la condición humana brutal, y en unas pocas paginas.
La soledad en Soy leyenda esta presente en todo momento, un mundo que sorprende porque es el mundo que conocemos, solo que totalmente abandonado y falto de vida. Es la soledad total, la carga de los recuerdos de su familia, más que los nocturnos vampiros, lo que es más difícil de llevar para Neville. Sus intentos de mantener una rutina que le permita sobrellevar la monotonía y evitar apenas la locura y la desesperación.
Otro punto muy interesante es la capacidad de Richard para mostrar el empuje justo en situaciones insalvables. Como una vez trazado un objetivo, este se convierte en un motor que consigue que los hombres exploten fuertemente su creatividad (de forma similar a Gully Foyle es empujado por la venganza para poder escapar del Nomad, en Tigre, Tigre! de Alfred Bester).
Una pieza pequeña, con una trama sencilla y directa, muy grata de leer. Una novela muy bonita.
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
lunes, 29 de junio de 2009
2 pelís CF dirigidas por Danny Boyle
Recuerdo que las primeras pelis de Danny Boyle, que vi hace como 10 años, cuando aún vivía en Bogotá, eran de esas pelis que de inmediato capturan a los adolecentes, no solo por los protagonistas eran siempre bandas de chicos, sino que a su alrededor siempre había drogas, anelo de libertad, e historias retorcidas. Y Boyle dirigía todo muy bien. Y ahora me encuentro con el mismo director en historias que son totalmente CF.
28 días después [AKA Exterminio]. Jim se despiesta un día en un hospital y se encuentra con que no hay nadie en las calles. Tras deambular un poco por una desolada Londres, se encuentra con otras pocas personas que le cuentan lo que sucedió. El virus de la "ira" se apodera de la gente en cuestión de segundos (ejem!), y los transforma en asesinos brutales. El y tres sobrevivientes más, deciden ir a un refugió del gobierno, allí son bien recibidos pero se encuentran con una desagradable sorpresa.
Lo mejor de esta película es el inicio. Las imágenes de Londres abandonadas son muy buenas e impactantes, dejando en claro la idea de la soledad de la ciudad. En ese aspecto me hizo pensar de inmediato en Soy leyenda de Richard Matheson. Los paralelos con esa novela van más allá. Pues al igual que en la magistral obra de Matheson, la enfermedad es producida por un virus que se disperso muy rápido, además, los infectados parece que en general solo salen por la noche (no es explicito, pero por los diálogos y acciones así parece). Por supuesto, aquí termina un poco el paralelo, pues los "zombies" de esta película, como los de todas las películas de zombies solo atacan a los no-zombies (ese es un punto excelente de Matheson, donde describe como los vampiros más débiles eran asesinados por los otros). Un buen punto es que los verdaderos malos, no son los zombies.
Es interesante y divertida, tiene algunas cosas inteligentes que invitan a la reflexión, así el marco en el que se desarrolle sea como siempre en las pelís de zombies, ridiculo.
Sunshine. El sol esta perdiendo energía, un equipo va a completar una misión que no pudo realizar un equipo anterior, que es la de darle más "combustible" o una nueva chispa al viejo sol. En el camino, se encuentran con la abandonada nave de sus fallidos predecesores, y entonces comienzan los problemas...
Esta pelí es extraña, por momentos parece una obra claustrofobica, con personajes confundidos que no saben lo que están pensando, lo cual la hace muy rara, luego es un intento de grandiosidad metafísica, al estilo que muchas tratan de imitar, de 2001: Odisea del espacio. Y después una burda película de persecución, donde los personajes hacen lo más ilógico posible, con tal de poder empeorar el problema.
La verdad, nunca supe para donde iba la historia, ni cual era el motivo de la película, creo que quiere ser una película inteligente y reflexiva, y a la vez una pelí de acción, pero no logra ninguna de las dos cosas, y los actores, igualmente confundidos tampoco consiguen trasmitir esas emociones, y no parecen saber bien lo que se esperaba de sus personajes... con lo cual el resultado es la cosa confusa que es la pelí.
No voy a decir que es horrible, he visto muchas cosas bastante peores, y uno puede verla sin sentir que pierde el tiempo, es más bien vacía, sin gracia.
Ciertamente esta faceta de director CF de Boyle, es extraña, en la primera pelí trato de ser entretenido y lo consiguió bien, en la segunda, intento ser grandilocuente, y el resultado es muy pobre. Parece que de seguir intentándolo, al menos en CF, sería mejor que trate de entretener y no de revolucionar el género...
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viernes, 26 de junio de 2009
SUSANNA CLARKE (2004) – Jonathan Strange y el señor Norrell
Creo que una de las novelas que más deseo tenía de leer en los últimos tiempos de la fantasía reciente era la masiva novela debut de Susanna Clarke, Jonathan Strange y el señor Norrell, y tras buscarla un montón, la vine a localizar aquí en Argentina, y de inmediato me puse a leerla, tarea que me llevo un par de meses.
A inicios del siglo XIX, Europa esta en guerra, pues Napoleón esta en sus campañas de conquista. El señor Norrell, el único mago de Inglaterra trata de llamar la atención de las altas esferas políticas sobre la importancia de la magia para defender a Inglaterra de los franceses, y finalmente lo consigue resucitando a la prometida de sir Walter Pole, pero cuando se hace magia, muchas veces hay que hacer tratos de consecuencias inesperadas... Entre tanto, Jonathan Strange finalmente descubre su vocación, y decide dedicarse a la magia.
El libro es enorme (y ahora pues tengo menos tiempo para la lectura :P), pero es muy divertido. La historia es bien interesante, y aunque progresa lentamente, la riqueza de detalles aquí y allá consiguen que uno mantenga el ritmo de la historia y estimula fuertemente la ansiedad por seguir leyendo (solo una par de capítulos me parecieron un poco aburridos y confusos).
Aunque el conjunto de personajes es grande, la historia esta tan centrada en Norrell y Strange, que poco tiempo da para desarrollar a los personajes periféricos, y muchos de ellos no son más que fantasmas, pero en general, Norrell, Strange y en cierto punto los ayudantes de Norrell, y otro par de personajes están bien caracterizados.
Aunque para mi lo mejor, es como esta escrito, es de cierta forma lo que Neil Gaiman no pudo conseguir ni un poco con Polvo de estrellas. Escribir un cuento de hadas para adultos, y eso que prácticamente no hay referencias a sexo, o a la defecación, para hacerla "adulta". No, Clarke toma el toro por los cuernos, y nos habla de la política de la época, y marca claramente las diferencias sociales sus roles (aunque no se que tan voluntario sea eso, lo cierto es que ahí esta). Estamos en un mundo adulto, donde hay guerras y gente con pocos escrúpulos.
Clarke le da alegría a la narración con un estilo muy ameno, haciendo continuas preguntas y observaciones al lector, con un humos muy particular, y con una enorme cantidad de pies de página que ayudan a fortalecer el ambiente de la magia, y darle coherencia enorme a la historia, sin desviarla de su objetivo. Lo único malo, es que a pesar de que la novela transcurre a lo largo de unos 10 años, uno no siente el correr del tiempo, salvo por los encabezados de cada capítulo, y a veces alguna que otra referencia en el texto.
En cuanto a la fantasía, pues la magia del mundo de Norrell y Strange, esta muy bien elaborada. No solo Clarke en sus notas nos explica de los diferentes tipos de magias, y los clásicos magos, sino que a medida que la historia progresa, los personajes se impregnan cada vez más de magia, hechizos y visiones.
Después de leerla me quedaron varias cosas en la cabeza. La primera, es si podrá Clarke conseguir otro éxito así. Me imagino que puede intentar continuar con el mundo de Strange y Norrell, y con su estilo divertido, pero creo que entonces los fans o bien querrán cada vez más clones de esta novela, o se van a aburrir. Yo la verdad espero que ella conserve parte de su estilo, pero se encarrile por otra cosa (y quizá de vez en cuando regrese a alguna aventura en el mundo de Strange y Norrell). Lo otro es que me encantaría leer una historia de horror en el estilo de Clarke :)...
Una novela muy buena, y muy divertida, que merece con creces los premios que recibió (Hugo, World Fantasy, y la nominación al Nebula). Como siempre la mejor fantasía es la que no es épica/heroica o como le quieran llamar.
Por cierto, según la solapa del libro, los derechos para el cine los tiene New line, no se como podrían condensar una historia tan larga en el cine, eso si, el papel del duende deberían dárselo a David Bowie (que fuera como el de la legendaria película "Laberinto"!).
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