La ciencia ficción ha estado sometida a un mandato tácito según el cual sus autores deben crear una especie de futuro consensual, un mapa que conjugue aquello considerado como deseos comunes con aquello que se teme colectivamente. La visión de la generación Asimov-Heinlein era la de un universo risueño a la Buck Rogers, con sus viajes espaciales y una expansión económica infinita; un paisaje imaginario que reflejara los ideales socioeconómicos de los Estados Unidos entre 1948 y 1962.
El siguiente futuro consensual, el de la Nueva Ola, rayó con graffitis las edificaciones que había heredado. En El sueño de hierro, Norman Spinrad reimaginaba la obra de Heinlein a través de los ojos de Adolf Hitler. El temor a la bomba y el recelo hacia el Sistema estaban a la orden del día. Pero en cuanto a la tarea esencial de crear la visión o el estilo de un periodo —establecer imágenes como el cohete, el robot, la Ciudad Gótica de rascacielos art deco— la Nueva Ola tendría calificaciones cercanas a cero. La revista New Worlds, editada por Michael Moorcock, promovía una especie de arte pop compuesto por montajes de Carnaby Street con la afirmación de iconos pop ya existentes, como las señales de las autopistas y los empaques de productos. Pero el arte pop celebraba imágenes que ya eran retro en su propia época; en los sesentas, el "futuro" sólo existía entre comillas, como una forma de camp y una fe abandonada. Ese "futuro" de anticuario quedó tipificado por la portada de la Science Fiction Encyclopedia de 1979, donde un transatlántico era arrastrado por la corriente en dirección a un derruido Empire State Building, bajo un melón gigante que, bien visto, podía ser la luna. Para el escritor de la Nueva Ola de los sesentas, el paisaje característico del futuro estaba compuesto por las ruinas de lo que había sido soñado en los treintas y los cuarentas.
La siguiente generación es la de los Cyberpunks, cuya obra aún se produce y por lo tanto está fuera de las posibilidades de una retrospectiva apropiada. Sin embargo, algo que se puede decir desde ahora es que han creado un futuro consensual definido, con una apariencia propia, una apariencia adoptada conscientemente de los escenarios de Hollywood, en especial los de Blade Runner, y de las gráficas computarizadas. Es una apariencia original que puede ser vista como una afirmación del graffiti que los autores de la Nueva Ola trazaron por toda la ciudad del futuro que habían heredado, como si dijeran: "Pues sí, el futuro es una porquería, buena parte está en pésimo estado, y lo que queda es sobre todo una ilusión electrónica, pero también es posible disfrutarlo mientras dure".
—Thomas M. Disch, "Big Ideas and Dead-End Thrills: The Further Embarrassments of Science Fiction"
1 comentario:
Una masa ese Tom :)
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