sábado, 7 de noviembre de 2009

The Matrix Revis(it)ed

Leyendo una vieja reseña de The Matrix en Science Fiction Studies (bajar hasta “The E-Files”) me encontré lo siguiente (además de la apreciación de que es como “The Truman Show dirigido por John Woo”):
Las inteligencias artificiales le declararon la guerra a los humanos a principios del siglo XXI y ganaron (¿eso no había pasado ya en Terminator?), exiliando a la humanidad a un mundo de ilusión virtual.
Luego de lo cual el comentarista se pregunta para qué necesitan las máquinas a los humanos.

Como la ciencia ficción juega muchas veces a tomarse las cosas literalmente, me agradó lo que insinuaba el comentario, sobre todo por la utilización de una palabra como “exilio”, pues estrictamente no se puede decir que un prisionero sea alguien a quien se ha exiliado a una celda. Así, las máquinas ganan la guerra y los humanos sobrevivientes deben ocultarse en una ilusión de realidad virtual pues no les queda otro “lugar” a dónde ir. Enfrentados con la decisión entre sobrevivir en parte y ser exterminados del todo, ¿qué otra cosa pueden hacer? Si pensamos, siguiendo la extrapolación, que la tecnología humana ha sido suficiente para crear la inteligencia artificial pero no para salir al espacio, entonces veremos a la Tierra como un callejón sin salida para la humanidad.

Hace poco Jo Walton reseñaba en Tor.com la única novela del escritor William Tenn (Philip Klass), Of Men and Monsters, donde los humanos se ven confinados a vivir en las paredes de extraterrestres invasores, como si se tratara de ratones. En este caso pasaría algo semejante, sólo que no estaríamos hablando de las paredes de las casas de las máquinas sino de los intersticios de sus memorias ocupados por realidades virtuales, las cuales a fin de cuentas no necesitarían pues en la película eran la herramienta para esclavizar a los humanos. Con el tiempo las máquinas comienzan a “soñar” y, repetidamente, en sus sueños son humanas. Comienzan también a conocer el desconcierto, si es que acaso no lo conocían ya. La cosa puede tomar cualquier cantidad de caminos: ¿están de acuerdo los humanos con respecto al tipo de realidad que habitan?, ¿tienen algún poder para alterarla a voluntad y son todos ellos unos “elegidos”, según la premisa de la película, o están sometidos a la voluntad de unos pocos con el poder?, ¿qué interés pueden tener en volver a la realidad real, sobre todo si viven en una que podrían alterar a voluntad?,¿qué idea persiste de lo que significa ser o dejar de ser humano?, ¿de qué manera pueden combatir sin cuerpos a las máquinas en el mundo real?, ¿cómo se refleja en el mundo virtual la existencia de las máquinas?, etc.

The Matrix fue una película que en su momento disfruté mucho y por cuya salud narrativa temí cuando supe que iban a darle continuidad. Poco antes de la salida de The Matrix Reloaded había leído La caída de Hyperion de Dan Simmons y me parecía inevitable pensar que una buena manera de seguir presentando el conflicto podía inspirarse en la guerra entre la humanidad y el TecnoNúcleo, así que me puse a especular sobre qué clase de cosas me habría gustado que pasaran. Por supuesto, todo lo que me imaginé y que hoy ya no recuerdo fue mejor que lo que finalmente terminó pasando. La ruina de la historia fue tal que ahora no puedo pensar ni en la primera con respeto, algo que se repetiría luego con La guerra de las galaxias y hace menos tiempo con Indiana Jones. En los tres casos hice el ejercicio ocioso de imaginarme qué habría sido mejor (en el de Indiana Jones, deberían haberme comprado la historia que planeé cuando tenía como catorce años, titulada Indiana Jones en busca de la gallina ciega (tengo un cuaderno que sirve de prueba)). En el caso de The Matrix pensé incluso en algunos crossovers donde se revelaba que el nombre verdadero de Morfeo (es decir, el que tenía dentro de la Matriz, antes de que lo despertaran) era John Connor. Hoy simplemente repito el ejercicio por puro gusto, muchos años y yaparaqués más tarde. De pronto la idea le sirve a alguien de algo, así sea para desbaratarla.

1 comentario:

Salva dijo...

A mi nunca me gusto Matrix... (ni Terminator tampoco), quizá siempre me pareció más lógico (y aterrador) el enfoque que por allá en los 50s le dio Arthur Clarke al asunto con El león de Comarre (y que se parece más a la experiencia del "exilio" en Neuromante de Bill Gibson)... Y que me parece a mi, apunta más a las preguntas que planteas, que la pelí es bastante incapaz de responder :P