Actividad paranormal tiene el mérito, más bien raro, de ser muchas cosas a la vez: una crónica de la desintegración de una pareja, un cuestionamiento sobre los límites entre el observador y el observado (en sentido literal y figurado), un homenaje a “The Women Men Don’t See” de James Tiptree, Jr. y una mala película.
Como sus primas hermanas,
El proyecto de la bruja de Blair y
Cloverfield,
Actividad sufre y hace sufrir terriblemente en el nivel del guión y, sobre todo, en el de la verosimilitud, que resulta aporreada por partida doble. Primero, por lo contradictorio de su naturaleza, tratándose de películas que, justamente, quieren hacerse pasar por documentos más que por ficciones (algo llevado al extremo en el caso de
Cloverfield; las otras dos pueden disimularse en el pretexto de que ocurrieron en un lugar del que no tenemos noticia) y, segundo, porque para lograrlo reiteran la necesidad (insostenible) de seguir grabando aun cuando la situación se ha puesto de lo más absurda. En todas ellas podemos ver que la única razón creíble para hacerlo es que la persona a cargo de la cámara sea un imbécil; como si el director quisiera decirnos así algo sobre él y sobre la forma en que espera que veamos su película, aunque, claro y por eso mismo, también sobre lo que llegamos a ser por verla completa.
Hay una contradicción extraña tras la contradicción obvia de una ficción que quiere hacerse pasar por realidad (que es la contradicción menos original de la historia del arte) y es la de una verdad en disfraz de ficción que no sería posible creer por sosa, es decir, por muy real. El director se molesta tanto en hacer que nos interesemos en la triste vida de la pareja que traiciona la expectativa por la que estamos viendo la película. Es decir, parece olvidar que no se trata de una historia de (des)amor con mostro sino de una anécdota de miedo protagonizada por un matrimonio joven. Umberto Eco define una película pornográfica como aquella donde las escenas de sexo se demoran demasiado en empezar, y si algo nos han enseñado YouTube y los programas con videos de accidentes es que la vida de los personajes nos importa un pepino y a lo que queremos llegar es al momento de la explosión, la mordida, el grito. Por supuesto, si la cámara se llenara cada segundo con el acontecimiento extraordinario (por poner un ejemplo: en
Cloverfield el bicho no aparece casi nunca tomado directamente, a pesar de ser lo único interesante para filmar) se cruzaría la línea y el temblor se domesticaría, así fuera por agotamiento; pero en estos casos el intermedio ya no es kitsch bien dosificado sino pura irrelevancia.
Con películas como esta y casi todas las de su estirpe (con el casi quiero excluir
[REC], que me parece bastante pasable), nos queda la sensación de que estamos ante videos de 10 minutos disfrazados de historias de más de una hora: anécdotas con ínfulas o chistes con prólogo, prefacio, introducción, nota preliminar y contexto cronológico, que dilatan tanto la hora de la punzada que, cuando llega, ya no tienen público.
Actividad paranormal me hace desear que nunca se concrete la adaptación de
House of Leaves de Mark Danielewski. Nos da una idea de cómo quedaría, y el resultado no es interesante.
Calificación: dos huellas de talco.