Un agente de inteligencia descubre que misteriosamente un día mucha gente que vio un partido en tv, fue a comprar una marca de un lácteo particular, lo que genera una enorme investigación coordinada de los mayores equipos de inteligencia de la tierra, para descubrir que sucede. Entre tanto Robert Gu es revivido, varios años después de que le congelaron ahora que se a encontrado la cura a su alzhaimer. Robert, un eminente poeta (y muy mala persona) encuentra que su nueva vida ya no tiene el talento de antes.
La novela es muy, muy entretenida, tiene continuos cambios de situación, y aunque la trama se desenvuelve muy lentamente, Vernor nos mantiene siempre pendientes con sus personajes, y sobre todo, con el detallado mundo que a creado alrededor. Un mundo donde la “realidad aumentada” esta en su máxima expresión, y todo el mundo utiliza lentes de contacto y “trajes” que te permiten interactuar con el mundo de internet y el mundo real. Más allá del paradigma gibsoniano, la red de Vernor forma un todo y único con el mundo real, y es por eso que es tan poderosa.
Sin embargo, pues Vernor no puede escapar de ser estadounidense. La historia, a pesar de estar ambientada en un mundo globalizado, es muy provinciana y limitada a los lugares comunes dentro US, incluyendo a los típicos soldados de un ejercito donde el bienestar de la nación esta por encima de todo y es parangón de la eficiencia. Otro detalle gringo, todo son genes: el gen de comer tostadas, el gen que hace que me guste el color rojo o el azul, etc. Es curioso, porque el libro a la vez podría verse como un comentario acerca de que somos nosotros quienes nos construimos a nosotros mismos, pero a la vez la trama gira en torno a que somos totalmente manipulables mediante los genes.
Pero aún a pesar de esos detalles, esta tan bien hecha, que no dejan de ser detalles secundarios. Gran novela, y justa ganadora del premio Hugo.
Una cosa que me llamo la atención, es que al igual que en la vieja ciencia ficción, hay un amor por las soluciones absurdas. Parte de la trama gira en torno a la digitalización de los libros (es sin duda una respuesta directa a google books), pero la digitalización se hace destruyendo los libros y luego volviéndolos mediante algoritmos... No se, la sola idea me parece tan impráctica e implausible como los andenes rodantes de Robert Heinlein.
Ahora bien, cual es la respuesta de Vernor al cyberpunk? Alguna vez leí que cuando a William Gibson le preguntaron de la distopia de Neuromante, el dijo que Neruomante no era una distopía, a menos que uno fuera de la clase media norteamericana... Es a esa parte de la población (que es además el mercado de la CF en US) para quienes el cyberpunk era aterrador, y eso genero su respuesta más famosa: el post-cyberpunk, el resultado reaccionario de la clase media. Así, en el post-cyberpunk (como es el caso de Al final...) todo el ambiente tecnológico esta allí, pero en vez de una sociedad derrumbada, es este apoyo tecnológico lo que ha producido una nueva generación más feliz, más prospera, más cerca del “sueño americano.”
La pobreza, en cualquier expresión brilla por su ausencia en Al final..., el mundo es utópico e idílico. Es verdad, no todos tienen mucho dinero, pero todos hacen su trabajo, y viven más o menos bien, hay posibilidades para todos. Aquí, los intereses económicos de las grandes corporaciones brilla por su ausencia, el verdadero problema son las instituciones gubernamentales (en especial, las de países extranjeros).
El post-cyberpunk tiene la ventaja (como también la tenía Ian McDonald en El río de los dioses) de ver el “futuro” un poco más de cerca. A su vez, produce resultados que son más satisfactorios para mucha gente, porque no pone en duda el statu quo de nuestra sociedad ni presente, ni futura. El post-cyberpunk niega de plano al punk, es un producto más para los yuppies. Es por eso que como “movimiento” carece del poder que tenía el cyberpunk, pero sin duda, vende y gusta mucho más.
Este obra de Salvador Arias está bajo una licencia Creative Commons Atribución-CompartirDerivadasIgual 3.0 Unported.
3 comentarios:
la primera vez que leí sobre los lentes de contacto de Vinge me pareció que se trataba de una versión "modernizada" de los "ojos del sobremundo" de Jack Vance.
ahora, sobre el postcyberpunk confieso que tenía una idea más bien ingenua, no siendo muy amante del cyberpunk y, por lo tanto, no hallándole mucho sentido a una continuación/reacción. lo veía más bien como (igual que los lentes) la modernización de escenarios, temas y artefactos para los noventa, pero básicamente lo mismo.
sin embargo, me parece interesante su definición. me recuerda la carta airada de un lector a la revista Asimov's, por allá en los ochenta (entonces todavía era la IASFM), a propósito de Mona Lisa acelerada. básicamente decía que la novela era una mugre porque todos sus personajes eran unos perdedores y que no podía entender qué merito le encontraba Norman Spinrad, el reseñista para la revista. nada como un lector gringo para ofenderse por algo así.
(al margen: me acordé entonces de lo que hablábamos a propósito del post de Stross sobre buenas novelas con malas reseñas, y busqué en Amazon las reseñas de una estrella para Neuromante, pero no pude encontrar nada de ese estilo. prácticamente las calificaciones se deben a que los personajes están mal desarrollados, a que la historia es muy simple, a que la historia es muy confusa, a que no hay descripciones (esa me encantó: "no puedo imaginarme nada porque no hay descripciones") y, sobre todo (más de la mitad), a que no se entiende el lenguaje.)
también pensaba en otros tiempos (puedo seguir pensándolo, si me monto en la pataleta) que una de las cosas que habían demostrado Gibson y los que escribían historias parecidas era que la distopía y la utopía pueden ser simultáneas, dependiendo del estrato en que se encuentre el personaje.
sin embargo, le hallo la razón a Gibson en una cosa, cuando se refiere al carácter distópico de su novela: por alguna extraña razón "distopía" ya no se utiliza solamente para referirse a variaciones entre caricaturescas y escépticas de las utopías (y los ejemplos de eso son posiblemente las novelas más famosas de la cf: Un mundo feliz y 1984) sino para hablar de cualquier mundo que no sea claramente utópico, lo que, vaya uno a saber por qué, incluye al nuestro. así que suele ponerse el sello de distopía a cualquier cosa que no se vea medio feliz o ideal o insulsamente optimista, o que se muestre consciente de que las cosas en la realidad están más bien del lado de ser feas, terriblemente feas, que de ser agradables y amables. como decía Disch a propósito de una crítica que le hicieron a sus novelas "distópicas": según algunos críticos nihilista es cualquiera que no piense como ellos.
aprovecho esta oportunidad para, además de dar las gracias a mis patrocinadores, decirle que hasta antes de leer esta reseña no estaba muy convencido de interesarme en la novela de Vinge, pero ahora, gracias a usted (y no a mis patrocinadores) (o bueno, sí, en cierto modo gracias a ellos y no a usted), acabo de encargarla. esperen mi reseña por ahí en dos o tres años ;)
Que bien :D! ojala que le guste ;)! y pues estare esperando la reseña :)!
Publicar un comentario