Al parecer la CF murió hace mucho, mucho tiempo y en esta misma galaxia. Cualquier discusión sobre el género, sus obras clásicas o sus autores más importantes vuelve a caer en Asimov, Clarke, Heinlein, Bradbury y, con algo de suerte, Dick, Lem o Le Guin. Aunque de todos ellos dos todavía viven, la idea es más bien clara: la CF llegó hasta la década de los setenta, con gran esfuerzo y muchas uñas.
¿Qué hace que esos primeros cuatro autores sigan siendo considerados los mejores? Si es por el aspecto literario, que es el primero que se descarta, incluso Bradbury, considerado el más poético de ellos (tal vez el único), ha tenido discípulos que lo superan. Así que no, no nos fijemos en eso. ¿Por imaginación e inventiva? ¿Por la escala de las ideas y los escenarios? ¿Por complejidad y nivel de detalle? ¿Por alcance filosófico o discusión social? Para cada una de esas se me ocurren varios nombres mejores. Habría que decir, de hecho, que para la última pregunta la mejor respuesta son los otros tres autores mencionados. ¿Por relevancia para el género? Podría parecer que es así, pero me confunde el asunto de la relevancia cuando quienes responden son jóvenes de veinte o hasta menos años que los leen y declaran sin conflictos que son los mejores.
En ese caso, argumentaríamos, el problema es la edad del público lector: de veinte o menos, lo más seguro es que hayan leído poco, de cualquier cosa, y sean bastante influenciables, al punto de sentirse más bien obligados a decir, a recitar, que los autores más importantes son tal y tal y tal, como una forma de lograr la aceptación dentro del círculo de iniciados. Pero, ¿en otros grupos, en otras edades? Entre personas mayores, me consta, la razón es que son los autores que leyeron y quisieron cuando jóvenes y suele ser la nostalgia la que responde por ellos. ¿Qué pasa entonces con el resto? No sé. Puede que también entren a participar cuestiones editoriales. Por ejemplo, ¿cuántas ediciones de Fundación o Fahrenheit 451 pueden encontrarse, sólo en español, en comparación con obras de los últimos veinte o diez años? Sin embargo, Heinlein, en comparación con el ABC (Asimov, Bradbury y Clarke), no es un autor muy divulgado, en el sentido de que no se encuentra con la misma facilidad en editoriales no especializadas.
Ahora sí entiendo al cyberpunk. Entiendo a Omniaveritas, Denim y los otros cuando se declaraban en contra de la sacralización de las mismas vacas. Incluso entiendo que todavía haya hoy fanáticos asombrados del cyberpunk y muyahidín de William Gibson defendiendo el futuro de su profeta como el único… interesante. Pero, ¿y si en efecto la CF murió en los setenta y los últimos treinta, cuarenta años son sólo una agonía larga y penosa que algún inconsciente colectivo borrará más tarde de una sola manotada? ¿Si hay una gran memoria que escoge silenciosamente todo y ya ha escogido aquello que quedará registrado como la definición de CF y para ella lo demás es silencio? ¿Si, en unos años, el término ciencia ficción va a ser sinónimo de pasado o nostalgia y el futuro añorado por Los Supersónicos y caricaturizado por Futurama será el mejor reflejo del género, en el más puro estilo de "El continuo Gernsback"?
Por otra parte, hay que preguntarse también dónde se producen tales discusiones, quiénes preguntan por cuáles son los mejores autores de ciencia ficción y con qué interés, y si es que no se trata sólo del juego poco disimulado de acertarle al nombre que tiene en la cabeza la persona que pregunta. Al fin y al cabo, ¿por qué otra razón escribiría yo esto?
jueves, 28 de mayo de 2009
martes, 19 de mayo de 2009
La muralla y la pared
Hay un cuentico de Kafka, de los de la serie de la Muralla China, en que el narrador, un pequeño albañil, se pregunta mientras construye si del otro lado alguien estará construyendo la otra mitad de la muralla o si se trata sólo de media muralla, una muralla de una sola pared que, como tal, cumple su función (¿defender, contener?) sólo para quienes están del lado construido.
Era cuestión de tiempo que, a propósito de la muerte de J.G. Ballard, se reavivara el debate de los límites entre la ciencia ficción y la mainstream. Ellen Datlow posteó en su blog un pequeño ensayo de Ursula Le Guin (aquí hay una versión más agradable a la vista) en el que critica al editor de Ballard en Estados Unidos por decir que ponerle la etiqueta de ciencia ficción a la obra de Ballard "es como decir que Un mundo feliz o 1984 son ciencia ficción". A lo que Le Guin responde:
Aunque estoy de acuerdo en términos generales con la discusión y la defensa, me reconozco ya aburrido y empiezo a preguntarme si esta clase de reacciones no son exageradas y no son producidas por un sentimiento que es el equivalente contrario de la mentalidad que en principio se quiere criticar. Tan solo los comentarios que aparecen en el post de Datlow sirven para argumentar que la cosa es puro resentimiento. Y, como dice Nick Mamatas en uno de ellos: "los muros de los ghettos están reforzados por los dos lados". ¿No será que estamos indignados de pensar que se nos contaminen Ballard, Dick, Le Guin, Vonnegut, etc. de esa otra clase de ficción? En el caso más específico del contexto gringo se puede pensar, incluso, que hay algo de molestia en el hecho de que autores que no asisten a las convenciones anuales tengan el descaro de escribir en un género que no les corresponde. Sin dejar de lado que, además de la indignación, hay un tufillo justiciero en estas reacciones ("¡Eso Ursula, duro contra ellos!"). Todo eso nos permite ver que en la etiqueta ciencia ficción hay connotaciones que no se restringen a lo literario. O, por ponerlo de otra manera, la mainstream puede aceptar a los autores y obras de ciencia ficción dentro de su cauce, pero ¿puede aceptar (y qué necesidad u obligación tendría) al fandom?
A propósito de lo cual vale la pena mencionar a John Crowley quien, en una entrevista reciente, llamó la atención sobre el hecho de que la palabra mainstream la usan sólo los escritores que están por fuera de ella: "Los escritores de la mainstream no usan la palabra... no saben que algo así existe".
Es un problema cuya solución no es fácil. Respaldo la crítica, legítima, que hace Le Guin al uso del término ciencia ficción como etiqueta negativa. Si vamos a tener etiquetas, si no podemos evitarlo, entonces que por lo menos nos ayuden a comprender mejor la literatura y su variedad y no a incomprenderla y a incompredernos. Donde creo que falla su argumento es en la utilización de la misma lógica que quiere criticar, sumada a las reacciones de quienes estamos —a la defensiva— de este lado del muro.
Es como decir que porque se le quita a una obra la etiqueta de ciencia ficción va a dejar de serlo o los seguidores del género ya no van a poder leerla.
Era cuestión de tiempo que, a propósito de la muerte de J.G. Ballard, se reavivara el debate de los límites entre la ciencia ficción y la mainstream. Ellen Datlow posteó en su blog un pequeño ensayo de Ursula Le Guin (aquí hay una versión más agradable a la vista) en el que critica al editor de Ballard en Estados Unidos por decir que ponerle la etiqueta de ciencia ficción a la obra de Ballard "es como decir que Un mundo feliz o 1984 son ciencia ficción". A lo que Le Guin responde:
Es como decir que Don Quijote es una novela.Y se deja venir luego con la consabida defensa del género:
Es como decir que El Señor de los Anillos es fantasía.
Es como decir que Utopía es una utopía.
Definir la ciencia ficción como una categoría puramente comercial de la ficción e inherentemente mala... supone decir que ninguna obra de ciencia ficción puede llegar a tener mérito literario y sostener que toda obra con mérito literario que recurre a los motivos de la ciencia ficción (sea Un mundo feliz, 1984, El cuento de la criada o la mayor parte de las obras de J.G. Ballard) no es ciencia ficción.Le faltó la extraña paradoja que supone el que una obra con mérito literario pueda dejar de tenerlo porque se le ponga una etiqueta. Eso sí que es magia. Pero, en fin. Ya al final, Le Guin dice:
Los editores, los críticos y las demás personas que utilizan [el término ciencia ficción] no como una descripción sino como un juicio negativo... están cometiendo una grave injusticia con la ciencia ficción que tiene valor literario y que ellos se niegan a reconocer como literatura, así como con la ciencia ficción que tiene valor literario y que se niegan a reconocer como ciencia ficción.Como diría Homero Simpson, esto se está poniendo abstracto. Pareciera que la polémica ya está cruzando límites de agotamiento (los mismos argumentos una y otra vez) y empieza a verse como una caricatura de sí misma.
Aunque estoy de acuerdo en términos generales con la discusión y la defensa, me reconozco ya aburrido y empiezo a preguntarme si esta clase de reacciones no son exageradas y no son producidas por un sentimiento que es el equivalente contrario de la mentalidad que en principio se quiere criticar. Tan solo los comentarios que aparecen en el post de Datlow sirven para argumentar que la cosa es puro resentimiento. Y, como dice Nick Mamatas en uno de ellos: "los muros de los ghettos están reforzados por los dos lados". ¿No será que estamos indignados de pensar que se nos contaminen Ballard, Dick, Le Guin, Vonnegut, etc. de esa otra clase de ficción? En el caso más específico del contexto gringo se puede pensar, incluso, que hay algo de molestia en el hecho de que autores que no asisten a las convenciones anuales tengan el descaro de escribir en un género que no les corresponde. Sin dejar de lado que, además de la indignación, hay un tufillo justiciero en estas reacciones ("¡Eso Ursula, duro contra ellos!"). Todo eso nos permite ver que en la etiqueta ciencia ficción hay connotaciones que no se restringen a lo literario. O, por ponerlo de otra manera, la mainstream puede aceptar a los autores y obras de ciencia ficción dentro de su cauce, pero ¿puede aceptar (y qué necesidad u obligación tendría) al fandom?
A propósito de lo cual vale la pena mencionar a John Crowley quien, en una entrevista reciente, llamó la atención sobre el hecho de que la palabra mainstream la usan sólo los escritores que están por fuera de ella: "Los escritores de la mainstream no usan la palabra... no saben que algo así existe".
Es un problema cuya solución no es fácil. Respaldo la crítica, legítima, que hace Le Guin al uso del término ciencia ficción como etiqueta negativa. Si vamos a tener etiquetas, si no podemos evitarlo, entonces que por lo menos nos ayuden a comprender mejor la literatura y su variedad y no a incomprenderla y a incompredernos. Donde creo que falla su argumento es en la utilización de la misma lógica que quiere criticar, sumada a las reacciones de quienes estamos —a la defensiva— de este lado del muro.
Es como decir que porque se le quita a una obra la etiqueta de ciencia ficción va a dejar de serlo o los seguidores del género ya no van a poder leerla.
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lunes, 18 de mayo de 2009
En palabras de otros - J.G. Ballard (2): Las voces del tiempo
Revisando los cuentos de Ballard en busca de citas noté algo que tienen en común las primeras frases de casi todos ellos (o, por lo menos, un poco más de la mitad). La siguiente es la correspondiente antología cronológica (en orden de publicación).
La mañana, fétida e hinchada, se sofocaba a la luz del sol.
Charla de mediodía en la Calle Un Millón.
—"Concentration City" (1957)
Notas bajas en medio de la tarde.
—"Venus Smiles" (1957)
Durante los primeros días todo salió bien.
—"Manhole 69" (1957)
A medianoche, el dolor de cabeza de Madame Gioconda se tornó intenso.
—"The Sound-Sweep" (1960)
Larsen había esperado todo el día a que Bayliss, el psicólogo que vivía en la cabaña de al lado, lo llamara, tal como le había prometido la noche anterior.
—"Zone of Terror" (1960)
Su juicio había sido programado para el día siguiente.
—"Chronopolis" (1960)
Más tarde, Powers recordaría con frecuencia a Whitby y las extrañas marcas que el biólogo había hecho, aparentemente al azar, en el suelo de la piscina vacía.
—"The Voices of Time" (1960)
Todas las noches del verano, en Vermilion Sands, los poemas dementes de mi hermosa vecina atravesaban el desierto hacia mi casa desde Estudio 5, Las Estrellas, con sus madejas de cinta de colores rotas y deshechas sobre la arena como las hebras de una telaraña desgarrada.
—"Studio 5, The Stars" (1961)
Siempre dormían durante el día.
—"Deep End" (1961)
Todo el día, y muchas veces hasta las primeras horas de la mañana, los pasos resonaban arriba y abajo por las escaleras que quedaban junto al cubículo de Ward.
—"Billennium" (1961)
A mediodía, cuando el doctor Jamieson llegó a Londres, se encontró con que todas las entradas a la ciudad estaban cerradas desde las seis de la mañana.
—"The Gentle Assassin" (1961)
Al acercarse la noche, cuando la enorme sombra de la villa paladiana llenaba la terraza, el Conde Axel salió de su biblioteca y descendió por los amplios escalones de mármol en medio de las flores del tiempo.
—"The Garden of Time" (1962)
Abel lo sabía.
Tres meses antes, justo después de cumplir los dieciséis años, lo había adivinado, pero se sentía tan inseguro, tan abrumado por la lógica de su descubrimiento, que no se lo había dicho a sus padres.
—"Thirteen to Centaurus" (1962)
Era media hora después del amor del Nuevo Día en Zenit y los relojes marcaban el cielo.
—"Passport to Eternity" (1962)
Al atardecer, cuando el resplandor bermellón reflejado por las dunas en el horizonte iluminó las fachadas blancas de los hoteles abandonados, Bridgman salió al balcón y vio cómo la marea de sombras púrpura se filtraba por la extensa arena a medida que bajaba la temperatura.
—"The Cage of Sand" (1962)
El día siguiente, por alguna razón, hubo un aumento súbito en la actividad de las torres vigía.
—"The Watch-Towers" (1962)
Anoche una vez más, en el momento en que el aire del atardecer comenzaba a deslizarse por el desierto desde Lagoon West, escuché fragmentos de música, distantes y fugaces, que llegaban con las oleadas de calor: los ecos de la canción de amor de Lunora Goalen.
—"The Singing Statues" (1962)
Forbis había intentado todo el día llegar al piso 100.
—"The Man on the 99th Floor" (1962)
Avanzaron el día entero a un ritmo constante río arriba, haciendo paradas ocasionales para sacar la hélice y cortar las algas enredadas, y a las 3 de la tarde ya habían recorrido unas setenta y cinco millas.
—"A Question of Re-Entry" (1963)
En las noches, por lo general, mientras Traxel y Bridges conducían hacia el mar de arena, Shepley y el Viejo erraban por entre las derruídas tumbas de tiempo, oyéndolas resoplar débilmente bajo la luz moribunda a medida que recreaban sus pálidas imágenes, con las bóvedas de cristal destellando brevemente como copas gigantes.
—"The Time-Tombs" (1963)
En la noche, Mason volvió a escuchar al mar que se acercaba, el trueno sordo de las grandes olas que recorrían las calles cercanas.
—"Now Wakes the Sea" (1963)
Después de su juicio, Constantin recibió una casa de verano, un salario y un verdugo.
—"End-Game" (1963)
Todas las tardes del verano en Ciraquito jugábamos el juego de los biombos.
—"The Screen Game" (1963)
En la noche, dormido sobre el suelo del búnker en ruinas, Traven oyó las olas que chocaban contra la orilla de la laguna, como los sonidos de aeroplanos gigantescos calentándose al final de sus pistas.
—"The Terminal Beach" (1964)
De día, aves fantásticas atravesaban volando el bosque petrificado y caimanes enjoyados destelleban como salamandras heráldicas a la orilla de los ríos cristalizados.
—"The Illuminated Man" (1964)
Al finalizar el día, cuando el atardecer, denso de polvo, se posaba sobre los brazos y las depresiones de barro seco del delta, las serpientes salían a la playa.
—"The Delta at Sunset" (1964)
La mañana después de la tormenta el mar arrojó a la playa, a unas cinco millas al noroeste de la ciudad, el cuerpo de un gigante ahogado .
—"The Drowned Giant" (1964)
En Columbine Sept Heures siempre atardecía.
—"The Day of Forever" (1966)
Al amanecer, los cuerpos de los pájaros muertos resplandecían a la luz húmeda del pantano, con su plumaje gris como nubes caídas sobre las aguas quietas.
—"Storm-Bird, Storm-Dreamer" (1966)
Al anochecer, los vientos del tiempo soplaban sobre el Mar de los Sueños y los plateados restos del módulo de excursión eran visibles sobre la arena enjoyada desde la tienda en que Glanville se encontraba, al borde del arrecife.
—"Tomorrow is a Million Years" (1966)
Anoche una vez más, mientras el aire del atardecer se desplazaba por el desierto desde Vermilion Sands, pude ver el tenue estremecimiento de jarcias entre los arrecifes, un mastelero que se movía como un faro de plata a través de las agujas de roca.
—"Cry Hope, Cry Fury!" (1967)
La víspera del solsticio de verano, un pequeño circo llegó a la ciudad del país oriental donde me encontraba de vacaciones.
—"The Recognition" (1967)
Durante el verano, los escultores de nubes llegaban de Vermilion Sands y pilotaban sus planeadores pintados por encima de las torres de coral que se elevaban como pagodas blancas junto a la autopista que iba a Lagoon West.
—"The Cloud-Sculptors of Coral D" (1967)
La primera vez que oí algo sobre la misión, en el verano de 1968, hice todo lo que pude por rechazarla.
—"The Comsat Angels" (1968)
En el momento en que los últimos rastros de humo se elevaron del transporte de personal en llamas a través del aire húmedo del amanecer, el Mayor Pearson pudo ver el plateado dorso del río a trescientos metros de su puesto de mando en la colina.
—"The Killing Ground" (1969)
Durante las noches que pasaban juntos en el apartamento
—"Coitus 80" (1970)
Al despertar sintió que el concreto húmedo le cortaba el rostro y las muñecas.
—"Journey Across a Crater" (1970)
A medianoche escuché música que salía del club nocturno abandonado, en medio de las dunas de Lagoon West.
—"Say Goodbye to the Wind" (1970)
El descubrimiento en el año 2001 de un sistema efectivo para viajar en el tiempo tuvo una serie de repercusiones importantes, pero ninguna tan grande como en el campo de la televisión.
—"The Greatest Television Show on Earth" (1972)
Durante la primavera y el verano de 1980 un extraordinario rumor comenzó a agitar al mundo.
—"The Life and Death of God" (1976)
Ahora que una lógica de pesadilla ha tomado su curso, es difícil creer que mis amigos y yo pensáramos que llevar a Serena Cockayne a vivir conmigo en la casa de Chelsea era el más inocente de los caprichos.
—"The Smile" (1976)
En cuestión de minutos comenzará el siguiente ataque.
—"The Intensive Care Unit" (1977)
Después de trescientos años, ¿podría la guerra civil dividir de nuevo al Reino Unido?
—"Theatre of War" (1977)
Llegamos hace una hora, tras un vuelo increíble.
—"Having a Wonderful Time" (1978)
En las noches, descansando sobre el techo de la clínica abandonada, Franklin solía recordar a Trippett y la última vez que había conducido hacia el desierto con el astronauta moribundo y su hija.
—"News From the Sun" (1981)
Una mañana al despertar, B se sorprendió de descubrir que Shepperton estaba desierto.
—"The Autobiography of J.G.B." (1981)
El extraño piloto había sobrevolado todo el día el centro espacial abandonado en su avión antiguo, un artefacto desesperado perdido en el silencio de la Florida.
—"Memories of the Space Age" (1982)
Al caer la tarde, Sheppard seguía sentado en la cabina del avión varado en la playa, sin importarle que la marea nocturna se acercaba a él a través de la arena.
—"Myths of the Near Future" (1982)
Yo también fui una vez un astronauta.
—"The Man Who Walked on the Moon" (1985)
Ahora que la Tercera Guerra Mundial ha llegado tranquilamente a su fin, me siento libre para comentar dos aspectos notables de tan espantoso asunto.
—"The Secret History of World War 3" (1988)
Quien quiera que lea esta confesión en 1988, el año de mi nacimiento, se sorprenderá al descubrir que me quejo de cosas que en todo aspecto pareceríanser paradisíacas
—"Love in a Colder Climate" (1989)
Esta mañana tomé la decisión... poco después de las ocho en punto, de pie frente a la puerta y cuando estaba listo para conducir hacia la oficina.
—"The Enormous Space" (1989)
Ryan soñó por primera vez con un cese al fuego durante la batalla por el Hilton de Beirut.
—"War Fever" (1989)
La conclusión exitosa de la misión a Marte organizada por la NASA en el 2008, marcada por el aterrizaje sin contratiempos del vehículo espacial Zeus IV en la Base Edwards de la Fuerza Aérea en California, significó un enorme triunfo para la agencia.
—"The Message from Mars" (1992)
Tras un prolongadísimo viaje, finalmente hemos aterrizado en este planeta distante, listos para llevar a cabo nuestra misión de rescate.
—"Report from an Obscure Planet" (1992)
Han pasado tres años desde la caída de la Torre de Pisa, pero sólo hasta ahora puedo aceptar el papel decisivo que tuve en la destrucción de ese monumento único.
—"The Dying Fall" (1996)
sábado, 16 de mayo de 2009
J. G. BALLARD (1975) – Rascacielos
Siguiendo con el homenaje a James Ballard, leí hace poco Rascacielos, otra de esas novelas de James que juegan con el limite de la ciencia ficción y el mainstream, y donde encontramos esa aguada vista de nuestra sociedad que solo el puede tener.
La historia gira en torno a tres personajes dentro de un enorme edificio de apartamentos. Richard Wilder es un productor de TV, Robert Laing, un reconocido profesor universitario, y Anthony Royal un prestigioso arquitecto, que fue el diseñador del edificio. Estos tres personajes van viendo de forma diferente el desarrollo de la vida dentro del edificio, que cuando las cosas comienzan a fallar se transforma en una sociedad decadente y en guerra.
Una de las cosas que me a impresionado de James, es su capacidad para crear entornos que son a la vez muy reales e irreales. James hace que el lector se sienta perturbado, al colocar situaciones que hacen que uno se sienta enfermo al pensar que en efecto cosas así bien pueden suceder. James conoce muy ben a los seres humanos, y sabe cuales son nuestros secretos más profundos.
Pero aparte de eso, esta esa poderosa visión de la alienación. Mientras en Crash o Compañía de sueños... James presentaba la alienación de un hombre, y sus cercanos, aquí explora la de un enorme grupo de personas dentro de un edificio que de repente se transforma por completo. Su visión de lo que es el mundo externo y lo que es el mundo del edificio se disloca por completo.
James trato de mostrar algo similar, pero sin tanto éxito en su novela corta Furia feroz. Las victimas son las mismas que las de Crash o Compañía... la clase media, o la clases altas. De cierta manera, James es como un "para-Cyberpunk", pues sus personajes son tipos que se transforman prácticamente criminales, pero a diferencia del "punk", esta es gente de mucho dinero y muy buenas posibilidades económicas (y esto a la vez lo transforma en un anti-post-cyberpunk, un movimiento reaccionario que enaltece el statu quo de la clase media alta).
Como siempre, en las novelas de James, habrá quien se pregunte si esto es CF. En este caso, a diferencia de Crash, no hay tecnología de por medio. Sin embargo, James explora con todo detalle la transformación de la gente al vivir en los grandes edificios, y esa transformación social, y la especulación que la rodea es suficiente para mi, como para que sea CF, es más es esa CF que ya esta "aquí con nosotros".
De las tres novelas que he leído de el, esta es la que más me ha gustado, aunque sin duda, no es tan chocante--literalmente xD--como Crash, o tan onírica como Compañía de sueños...
Por ahora, no tengo más reseñas de James, tengo un par de novelas, pero las comenzaría a leer ahora, y pues tengo otro pocotón ya empezadas, así que pasaran unos meses antes de que regrese a este excelente novelista.
La historia gira en torno a tres personajes dentro de un enorme edificio de apartamentos. Richard Wilder es un productor de TV, Robert Laing, un reconocido profesor universitario, y Anthony Royal un prestigioso arquitecto, que fue el diseñador del edificio. Estos tres personajes van viendo de forma diferente el desarrollo de la vida dentro del edificio, que cuando las cosas comienzan a fallar se transforma en una sociedad decadente y en guerra.
Una de las cosas que me a impresionado de James, es su capacidad para crear entornos que son a la vez muy reales e irreales. James hace que el lector se sienta perturbado, al colocar situaciones que hacen que uno se sienta enfermo al pensar que en efecto cosas así bien pueden suceder. James conoce muy ben a los seres humanos, y sabe cuales son nuestros secretos más profundos.
Pero aparte de eso, esta esa poderosa visión de la alienación. Mientras en Crash o Compañía de sueños... James presentaba la alienación de un hombre, y sus cercanos, aquí explora la de un enorme grupo de personas dentro de un edificio que de repente se transforma por completo. Su visión de lo que es el mundo externo y lo que es el mundo del edificio se disloca por completo.
James trato de mostrar algo similar, pero sin tanto éxito en su novela corta Furia feroz. Las victimas son las mismas que las de Crash o Compañía... la clase media, o la clases altas. De cierta manera, James es como un "para-Cyberpunk", pues sus personajes son tipos que se transforman prácticamente criminales, pero a diferencia del "punk", esta es gente de mucho dinero y muy buenas posibilidades económicas (y esto a la vez lo transforma en un anti-post-cyberpunk, un movimiento reaccionario que enaltece el statu quo de la clase media alta).
Como siempre, en las novelas de James, habrá quien se pregunte si esto es CF. En este caso, a diferencia de Crash, no hay tecnología de por medio. Sin embargo, James explora con todo detalle la transformación de la gente al vivir en los grandes edificios, y esa transformación social, y la especulación que la rodea es suficiente para mi, como para que sea CF, es más es esa CF que ya esta "aquí con nosotros".
De las tres novelas que he leído de el, esta es la que más me ha gustado, aunque sin duda, no es tan chocante--literalmente xD--como Crash, o tan onírica como Compañía de sueños...
Por ahora, no tengo más reseñas de James, tengo un par de novelas, pero las comenzaría a leer ahora, y pues tengo otro pocotón ya empezadas, así que pasaran unos meses antes de que regrese a este excelente novelista.
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viernes, 1 de mayo de 2009
J. G. BALLARD (1979) - Compañía de sueños ilimitada
Hay veces que uno se encuentra con libros que no se puede sino pensar que quien lo escribió tenía que ser un latinoamericano. Compañía de sueños ilimitada de James G. Ballard, es uno de esos libros.
Un buen día, Blake casi mata a su novia y decide escapar robándose una avioneta. Como no sabe pilotear se estrella en la cercana población de Shepperton, donde es rescatado por un grupo de extraños personajes. Blake encuentra que no puede salir del pueblo, además esta seguro que alguno de quienes lo rescataron intento asesinarlo. No solo eso, Blake descubre que a ganado extraños poderes, que comienzan con una manifestación de aves, y cada vez se hacen más y más complejos.
La forma como suceden los cambios, su colorido y vistosidad, y la naturalidad con la que los ciudadanos del pueblo los aceptan, hacen que uno se sienta en una historia del "boom latinoamericano" y a la vez, el hecho de que es Blake quien a pesar de realizar todos los cambios, el único que nota que la irrealidad de su nuevo mundo, hace de la novela algo por completo diferente algo del "boom".
Me parece a mi, que el libro muestra de una forma irónica la alienación de nuestra sociedad actual, y como, a la vez, las soluciones son igualmente alienantes. No tengo ni la más remota idea de si esta era el objetivo de Ballard, pero pues fue en lo que pensé en mi reflexión de este. Eso es lo interesante. En medio de un universo delirante y de ensueño, la novela nunca pierde la posibilidad de la reflexión.
Al igual que en Crash, la narrativa es un tanto repetitiva, pues descripciones muy similares aparecen una y otra vez, lo que hace que la lectura sea un poco complicada. Pero la sensación al terminar es maravillosa ;).
Otra gran novela de Ballard. Muy extraña y llena de detalles por aquí y por allá.
Un buen día, Blake casi mata a su novia y decide escapar robándose una avioneta. Como no sabe pilotear se estrella en la cercana población de Shepperton, donde es rescatado por un grupo de extraños personajes. Blake encuentra que no puede salir del pueblo, además esta seguro que alguno de quienes lo rescataron intento asesinarlo. No solo eso, Blake descubre que a ganado extraños poderes, que comienzan con una manifestación de aves, y cada vez se hacen más y más complejos.
La forma como suceden los cambios, su colorido y vistosidad, y la naturalidad con la que los ciudadanos del pueblo los aceptan, hacen que uno se sienta en una historia del "boom latinoamericano" y a la vez, el hecho de que es Blake quien a pesar de realizar todos los cambios, el único que nota que la irrealidad de su nuevo mundo, hace de la novela algo por completo diferente algo del "boom".
Me parece a mi, que el libro muestra de una forma irónica la alienación de nuestra sociedad actual, y como, a la vez, las soluciones son igualmente alienantes. No tengo ni la más remota idea de si esta era el objetivo de Ballard, pero pues fue en lo que pensé en mi reflexión de este. Eso es lo interesante. En medio de un universo delirante y de ensueño, la novela nunca pierde la posibilidad de la reflexión.
Al igual que en Crash, la narrativa es un tanto repetitiva, pues descripciones muy similares aparecen una y otra vez, lo que hace que la lectura sea un poco complicada. Pero la sensación al terminar es maravillosa ;).
Otra gran novela de Ballard. Muy extraña y llena de detalles por aquí y por allá.
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