Mientras en el continente (europeo) se forjaba la leyenda de los nibelungos, basada en desaparición de los burgundios y la invasión de
Atila, en Inglaterra era la historia de un héroe que luchaba contra demonios supra-terrenales lo que servia para dar a luz el poema épico anglo-sajon por excelencia,
Beowulf. Casualmente, lo compre antes de venir a Argentina, la misma semana que vi la
pelí en 3D (de la que
Neil Gaiman hizo el guión).
En Dinamarca el reino de
Hrothgar se ve amenazado por el monstruo
Grendl, entonces del país de los Geat, llega Beowulf, que logra matar a la pérfida criatura y a su demoníaca madre. Mucho tiempo despues, Beowulf es rey de Geatland, un ladronzuelo llega por casualidad a la cueva de un dragón y se roba una copa. Al descubrir el robo, el dragón azota al país, por lo que el viejo Beowulf debe ir a combatirlo, y a pesar de vencerlo, encuentra la muerte.
A mí me gustan mucho las lecturas medievales, la versión que leí, estaba en prosa (sin aliterar...) y sin los versos numerados (es una edición económica de longseller), pero aún así tiene abundantes notas de pies de página y trata de conservar una de las cosas más bonitas de la literatura germánica que son los
kenning (metáforas que sirven para hablar de algo sin mencionarlo, como “el camino de los cisnes” para referirse al mar; como en las lenguas germanas es posible hacer palabras compuestas, en sajón era
swanráde, me imagino en inglés se diría
swanroad; algunos
keanning eran producto de unir varios
keanning). En general quede contento con la versión.
De la historia, es fácil identificar algunos patrones que recuerdan a los nibelungos por ejemplo, con dos partes más o menos diferenciadas, y la muerte del héroe. Aquí en la primera parte, como sucede también en los nibelungos, en varias leyendas celtas, y como no, en las novelas de caballería, el heroe, aunque de noble cuna, esta realizando hazañas heroicas para otro rey, que es además un rey extranjero, contrasta la segunda parte, donde Beowulf es rey y las victimas son sus propios súbditos, cosa que rompe un poco con el ideal del rey rodeado de leales y poderosos vasallos.
Para los que leyeron
el Hobbit de
J.R.R. Tolkien, encontraran muy familiar el argumento del robo de las joyas del dragón que despierta su furía, así como su único punto débil justo junto al corazón.
Uno de esos clásicos de la literatura para aquellos que no temen leer largos discursos y multitudes de adjetivos para referirse a guerreros, hacer juramentos, o describir la hospitalidad de un rey.