sábado, 29 de agosto de 2009

ROBERT SAWYER (2003) - El paralaje Neanderthal

Buscando en las listas de los premios Hugo recientes, vi en varias ocasiones el nombre de Robert Sawyer (bio), así que cuando me puse a leer cosas recientes, me decidí por una trilogía que le llevo a ganar el Hugo del 2003, el parelaje Neanderthal, formado por Humanos, Homindos e Híbridos.

En Humanos (ganadora del Hugo), la doctora Mary Vaughn, experta en ADN fósil, es violada. Entre tanto, en el laboratorio de Neutrinos de Sudbury, Canadá, aparece de la nada un misterioso hombre, Ponter un Neanderthal de un universo paralelo. En el mundo neanderthal, Adikor, el compañero de Ponter es acusado de asesinato, y carece de toda prueba para demostrar su inocencia. Mary encuentra en la investigación del misterioso Ponter, una válvula de escape para su violación y a su vez, para reconciliarse, de alguna forma, con el género masculino.

Con Hominidos (nominada al Hugo) la historia se hace más un techno-triller, donde se empiezan a barajar las posibilidades políticas-científicas-tecnológicas-artísticas de el intercambio entre los humanos de un lado y el otro. Por el lado de Ponter y Mary, su relación parece estabilizarse, y mientras tanto, en un fallado intento de imitar Pórtico de Fred Pohl, Ponter visita al equivalente de un psicólogo neanderthal. [Sawyer es un admirador ferviente de Pórtico].

Pero la relación entre Mary y Ponter no puede ser perfecta, pues los Neanderthales viven con parejas del mismo sexo todo el tiempo, excepto un fin de semana al mes. En Hibridos, Mary, Ponter y Adikor tratan de resolver su curioso triangulo amoroso, y además Mary trata de tener un hijo con su novio de una especie diferente.

A mi no me gusto ninguna de las novelas. El estilo de Sawyer es como el del Asimov de Fundación, más bien pedagógico, y poco profundo. Los personajes son superplanos, tienen una o dos características sobre las que Sawyer vuelve una y otra vez. Además son terriblemente anti-naturales.

Eso queda más patente en los diálogos que tienen los personajes, hay unos funestos, como todas las discusiones "teológicas" entre Mary y Ponter, y más todavía la discusión donde una física le explica a Mary sobre las ideas de Penrose de la nueva mente del emperador! Un libro que solo un físico, quizá más por respeto a Penrose, se tomaría en serio, y Mary simplemente acepta esas ideas así como vienen (bueno, es cierto, Mary es molecular, pero los moleculosos no son tan ignorantes).

En cuanto al mundo Neanderthal y todo eso, Sawyer quería que sus Neardenthales fueran muy humanos y a la vez no humanos, y coloca a los Neanderthales como gente que hace todo bien (incluyendo, claro esta, una forma de eugenesia que es una malinterpretación de las leyes de Hamilton y Mary no es capaz de demostrar que es simplemente falaz! Pero bueno, después de todo ella es molecular...), no hay crimen, protegen la naturaleza, y no tienen guerras ni religiones.

En su blog Sawyer dice que el extrapola las cosas que se saben de los Neandertahles, a su sociedad, pero no queda claro como una especie que es cazadora, y no utiliza herramientas para la cacería (según lo describe Sawyer, casan a mano limpia), ni tiene agricultura, ni tiene guerras, pudo desarrollar tecnología basada en herramientas. O como sin la religión, la ciencia teórica tiene un significado (nuestra ciencia teórica nace en occidente como un derivado directo de las organizaciones religiosas). Como se puede establecer una relación monogama, cuando hombres y mujeres solo se ven una vez al mes? (Parece que los Neanderthales son una excepción dentro de los primates, que son bastante promiscuos). Y como es que los Neanderthales, tienen exactamente las mismas diferencias entre ciencias “duras” y ciencias humanas (e incluso, el mismo despreció de los físicos por las ciencias humanas, en este caso la psicología).

No me gusto, y uno queda perplejo al ver que muchos criticos la consideran una obra importante de esta decada... sera que los lectores de CF quieren tener nuevos Asimovs?


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miércoles, 26 de agosto de 2009

En palabras de otros - Joanna Russ

Me cuesta trabajo decir algo sobre este cuento. Los primeros párrafos me fueron dictados en un tono meditativo, razonable y susurrante que nunca antes había escuchado; una vez el daimón se hubo desvanecido —y siempre lo hace— tuve que terminar la cosa por mi cuenta, con una voz que no me pertenecía.

La premisa del cuento no requiere ni de un libro ni del silencio. Voy a tratar de comprometerme. Me parece que (en palabras de la narradora) la igualdad sexual aún no se ha establecido en la Tierra y que (en palabras de GBS) la única razón que se puede dar en contra de ello es que nunca se ha intentado. He leído cuentos de CF sobre mundos sin hombres antes; o bien están llenos de muchachas de busto grande en velos de gasa, que se escabullen por ahí contorsionándose con lujuria (Keith Laumer escribió uno, encantador y divertido, titulado "The War with the Yukks"), o bien las mujeres han establecido una sociedad estática semejante a una colmena, a imitación de algún supuesto matriarcado primitivo. Estos cuentos están escritos por hombres. Por qué mujeres que han estado solas por generaciones deberían "instintivamente" dirigir sus deseos sexuales hacia personas de quienes sólo han tenido conocimiento intelectual, o por qué se supone que los pueblos hembra tienen una preferencia innata por la rigidez bizantina, no lo sé. El "progreso" es una de las vacas sagradas de la CF, así que tal vez la última opción pretende mostrar que, aunque las mujeres pueden llevar una sociedad por su cuenta, no se tratará de una buena sociedad. Es algo adulador para los hombres, imagino. De los intentos que la CF ha hecho por presentar verdaderos matriarcados ("Él será mi concubino esta noche", dijo la Emperatriz de Tsar con frialdad) es mejor no hablar. Recuerdo un muy buen cuento post-bomba de un escritor inglés (otra sociedad estática, con la existencia literal y sobrenatural de la Magna Mater), pero, en general, es mejor sortear el tema sigilosamente.

En mi cuento he usado suposiciones que me parecen ciertas hasta la obviedad. Una de ellas es la idea de que casi todas las diferencias sexuales relativas al carácter, que solemos dar por sentado, son en realidad aprendidas y no innatas. No entiendo cómo alguien puede caminar por ahí con los dos ojos abiertos y las dos mitades de su cerebro funcionando y no caer en cuenta de que es así. Sin embargo, en la CF persiste el mito, como en cualquier parte, de que las mujeres son por naturaleza más dulces que los hombres, que son por naturaleza menos creativas que los hombres, o menos inteligentes, o más astutas, o más cobardes, o más dependientes, o más egocéntricas, o más altruistas, o más materialistas, o más tímidas, o Dios sabe qué, con tal de que sea lo más conveniente en el momento. Es verdad: podemos convertir a la gente en cualquier cosa. Hay matronas de cincuenta años tan domesticadas que cualquier asunto que implique alejarse de su casa supone un continuo alboroto: dónde está la señal de NO FUME, está encendida, cómo me ajusto el cinturón, ay querida ves a la azafata, le está sirviendo primero a los hombres, siempre hacen eso, no te parece terrible. Y lo que resulta más fascinante de todo es que el "macho" fuerte y competente a quien la dama en apuros se dirigió la última vez pidiendo ayuda era Carol Emshwiller. ¡Qué maravilla, señor Mago! Todo ese alboroto no es "feminidad" (algo que los hombres están siempre temerosos de que las mujeres pierdan) sino patología.

Son los hombres quienes se embelesan y se elevan frente al misterio maravilloso de la Mujer, la amorosa Mujer (esto se hace cada vez más difícil de escribir a medida que imagino a quien lee como la George-Georgina de un circo antiguo: una mitad con barba, una mitad con la permanente). En realidad hay muy pocas mujeres que van por ahí sintiendo: Oh, qué fascinante misterio de feminidad soy. Esto deja bastante en claro, creo, cuál de los dos sexos tiene (en general) mayor prestigio, más libertad, más educación, más dinero y, en el sentido que da Sartre, cuál de ellos es el sujeto y cuál el objeto. Todo papel en la vida tiene sus ventajas y desventajas, por supuesto; aquí en Cornell, una furibunda estudiante feminista dijo recientemente ante una audiencia que el hombre que adquiere una esposa adquiere una "esclava vitalicia" (mirada feroz) mientras que el público reía, con razón, y yo me preguntaba cómo me había dejado engatusar para participar en el mismo programa que semejante persona sin agudeza. También creo, como el villano de mi cuento, que los seres humanos nacen con instintos (aunque instintos borrosos) y que ser físicamente más débiles que los hombres y tener bebés marca, en efecto, una diferencia. Pero es una diferencia cada vez menor.

Además, la sociedad patriarcal debe tener un considerable valor de supervivencia. Sospecho que, en realidad, es más estable (y más rígida) que las primitivas sociedades matriarcales de las hipótesis de algunos antropólogos. Cómo me gustaría que alguien lo supiera. Por tomar un solo tema: parece quedar claro que si hemos de medir con un doble rasero sexual, debe ser uno que conozcamos y no al contrario; la potencia masculina es demasiado preciosa biológicamente como para reprimirla. Una sociedad que volviera impotentes a sus biencriados hombres, así como a las damas victorianas se las volvió frígidas, se convertiría rápidamente en una sociedad sin población. Cosas como esas exigen que se especule al respecto.

Mientras tanto, mi cuento. No surge de esta lección, claro, sino de la opuesta. He leído una excelente novela de CF, La mano izquierda de la oscuridad de Ursula Le Guin, en la cual todos los personajes son humanoides hermafroditas, y me estuve preguntando por la obstinación de la lengua inglesa, en la cual todo el mundo es "he" o "she", mientras que "it" se reserva para las máquinas de escribir. ¿Pero cómo puede uno decirle a un hermafrodita "él", así como lo hace la señora Le Guin? Traté (en mi cabeza) de cambiar todos los pronombres masculinos a femeninos, y me sorprendí ante la diferencia. Y entonces me pregunté por qué el "héroe" nativo de la señora Le Guin es macho en todo encuentro sexual importante de su vida, excepto aquel con el hombre humano del libro. Unas semanas después el daimón susurró de repente, "Katy maneja como una demente", y descubrí que estaba en Whileaway, de noche, en una carretera rural. Debería añadir (para beneficio de los dos lados del cerebro, con barba o sin barba, de quien lee) que nunca escribo para escandalizar. Lo considero tan inmoral como escribir para complacer. Katharina y Janet son personas respetables, decentes e incluso convencionales, y si para usted son motivo de escándalo, tan solo piense en lo que una copia de Playboy o Cosmopolitan sería para ellas. El resentimiento hacia el sexo opuesto (Cosmo es peor) es algo que todavía no han aprendido, a Dios gracias.

Que es el porqué de mi visita a Whileaway... aunque no vivo allí, porque no hay hombres. Y si usted, George-Georgina, duda de mi sinceridad al decir eso, entonces debo pensar que es usted un caso sin esperanza.
—Joanna Russ, Epílogo a "Cuando las cosas cambiaron" ("When It Changed") en Again, Dangerous Visions (1972), Harlan Ellison, ed.

martes, 11 de agosto de 2009

Ganadores de los premios Hugo 2009

El pasado fin de semana se entregaron los premios Hugo, y por un motivo u otro, ni Felipe ni yo pudimos leer a tiempo los nominados que estaban en linea :P, esperamos (como promesa de año nuevo) ser más juiciosos el año que viene ;).

Mejor novela: The graveyard book de Neil Gaiman.
Mejor novela corta: "The Erdmann Nexus" (Asimov's) de Nancy Kress.
Mejor noveleta o novelita: "Shoggoths in bloom" (Asimov's) de Elizabeth Bear.
Mejor cuento corto: "Exhalation" (Eclipse two) de Ted Chiang.
Mejor historia grafica: Girl Genius (vol. 8) de Kaja y Phil Foglio.
Mejor presentación dramática (larga): Wall-E.
Mejor presentación dramática (corta): "Dr. Horrible's sing-along blog."

En este año, la cosa se centro más que en todo en nombres que ya son tradicionales en el género. Me imagino Felipe estara muy contento con la victoria de Ted ;).

Yo por mi parte, pues no tenia mucha fe en la categoría de novela, incluso me hubiera sentido menos mal si hubiera ganado mamotretoAnathem de Neal Stephenson, pero no, gano una novela de young adult, que además es una novela de fantasía, y además es una versión de una novela clásica (ni el titulo lo cambio!).

Con la victoria de Powers de Ursula LeGuin en el Nebula, este años se fue en blanco para la CF en los premios grandes (el World Fantasy, obivamente no premia CF).

En presentación dramatica, creo gano con justicia Wall-E, y en novela gráfica, pues a mi me gusta GG (es un web-comic bien popular), aunque como historia de CF, pues... Al parecer, el steam-punk es el nuevo space opera :P (sera mejor llamarlo steam opera?).


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viernes, 7 de agosto de 2009

BIBLIOMEN (1985) - Gene Wolfe

Aunque la bibliofilia la sufren, con mayor o menor gravedad, todos los escritores, sorprende que no se escriban más libros sobre libros, cosa que parecería natural y hasta inevitable. La lista, de todas maneras, puede ser larga y variada en calidades, pero no puede decirse que todos los autores hayan cometido en algún momento ficción bibliófila como sí se puede decir que todos han sucumbido a escribir por lo menos un cuento fantástico.

Gene Wolfe es uno de los autores orgullosamente bibliófilos que han escrito libros sobre otros libros o que incluyen a otros libros. El mejor ejemplo es El libro del Sol Nuevo. En 1985 publicó una pequeña colección titulada Bibliomen donde reunía las vidas imaginarias de diferentes personajes y sus relaciones con los libros. En ese aspecto se puede comparar con La biblioteca de Zoran Zivkovic; cierro comparación.

Después de un prólogo que tal vez sea la pieza más bella vienen las biografías de los “Veintidós personajes en busca de un libro”, como señala el subtítulo, y para este momento Wolfe ya ha desplegado algunas de sus trampas: tal vez debería decir veintitrés e incluir de plano al lector que trata de encontrar el libro que subtítulo y prólogo prometen en direcciones diferentes, pues lo de “en busca de un libro” puede tomarse tanto en el sentido de en busca de la obra que se quiere escribir, o la que se quiere leer, o el volumen apócrifo, o la historia de la cual se es parte, etc., mientras que en el prólogo se nos da a entender que se trata de historias sobre lectores, pues son (dice Wolfe) más fascinantes que cualquier libro.

Los textos son breves, a veces de una página; el más largo de nueve. La mayoría comienza con la fórmula biográfica de fecha y lugar de nacimiento, pero adopta luego otras formas, de acuerdo a la necesidad (en alguna entrevista, cuyo origen no recuerdo, Wolfe dijo que no escribía en ningún estilo particular sino que usaba el que la historia le exigía). Muchos son simples viñetas, otros son cuentos en un sentido más tradicional. Junto con los sospechosos de siempre, es decir, lectores, escritores, editores, personajes, coleccionistas, encontramos una caricatura dominical, un autor de graffitis, una locutora accidental, un fotógrafo tratando de revelar una foto imposible, un sabio ermitaño queriendo legar su sabiduría, una monja que colecciona recetas, y otros. Finalmente, la idea de libro se deshace y el título mismo se vuelve una incertidumbre: no se trata sólo del juego metaficcional postborgesiano de libros dentro de libros sino de las relaciones posibles con las palabras o, incluso, las imágenes. Pareciera que, para Wolfe, palabra, imagen y libro fueran de algún modo sinónimos y sus “bibliomen” pasaran a ser “logomen”. El resultado es acertado en tanto no reduce los vínculos al círculo previsible de iniciados intelectuales sino que abre las opciones a toda clase de personas y personajes. A fin de cuentas toda ficción es, de cierta manera, metaficción, y aun los personajes de la colección que no parecieran tener relación ninguna con los libros tienen la menos obvia por más obvia: la de ser personajes en uno.

El tono es juguetón, mezclado con la gravedad felizmente pedante de Wolfe. Por ejemplo, el final de la historia de un personaje nacido en 1899: "Al haber ganado la inmortalidad literaria, Glaskin no puede morir. Actualmente vive en Kent, bajo el nombre de Sanders, en donde cría abejas y viceversa". Refresca leer a ciertos autores en su faceta humorística, sobre todo si son autores que uno encasilla (por algún reflejo) como muy serios; es posible releer y reinterpretar así sus otras obras teniendo en mente que suelen sonreír de medio lado.

Una lectura muy agradable y ligera, y un libro para los fanáticos de Wolfe o de las metaficciones. Si de los dos, mucho mejor. Sin embargo, un pero: las ilustraciones de Ian Miller son bastante decepcionantes.

martes, 4 de agosto de 2009

The Sandman

Desde hace mucho tiempo tengo ganas de escribir una reseña de The Sandman, la serie clásica de cómics escrita por Neil Gaiman e ilustrada por medio planeta y que está compuesta por más de 75 números publicados por Vertigo DC Comics entre 1989 y 1996. Pues bien, ésta no es, pero veo que en tor.com Teresa Nielsen Hayden ha comenzado el ejercicio de relectura de la serie y me parece que vale la pena echarle un vistazo. La cosa es que apenas va el preámbulo a las buenas intenciones y la idea es hacer la relectura número por número, así que buena suerte y mucha paciencia. El otro punto en contra es que, como se trata de una relectura y no precisamente de una reseña, no se hace pensando en quienes aún no lo han leído y, en consecuencia, viene lleno de spoilers. Ahí les dejo la inquietud.

Quienes hayan leído mi reseña de Coraline (la película) se habrán dado cuenta de que no me emociono mucho con la obra de Gaiman, pero hace muchos años, cuando empecé a leer cómics, me encarreté con Sandman, y de ese Gaiman tengo muy buenos recuerdos. De hecho, me parece que su principal problema como escritor de prosa corrida es resultado de todos esos años de guionista, porque se trata de un escritor epigramático, de apuntes agudos y bellos pero muy breves y escasos en medio de su correspondiente retahíla; algo así como: carreta, carreta, apunte, carreta, apunte. Una especie de morse poético para el que el formato de los cómics puede prestarse bastante bien, pues las secciones de otra manera tediosas son remplazadas con imágenes, dejando a los personajes toda la libertad de expresarse en epigramas, como en la vida misma.

Por su extensión, la serie de Sandman tiene sus altibajos pero es, en general, una bonita fantasía que abarca toda clase personajes, épocas, historias, etcéteras. Todavía no la he acabado de leer y esa es una de las razones por las que postergo mi reseña, pero llegará un día, un día, un día. Sin embargo, si tienen oportunidad de ponerle la mano encima, sobre todo a los volúmenes Fables and Reflections y A Game of You, vale muy la pena.